domingo, 26 de julio de 2009

Storm confessions.

"Vas a estar bien" recuerdo que me dijeron esa vez en valpo, hace como dos años atrás. Recuerdo que, me dio lo mismo. Sí, una que otra reacción típica y luego chao. Ni ahí. Totalmente intrascendente. Quizás un juego. No sé.
No era la primera vez. Desde un tiempo a esa parte me había prometido muchas cosas, que hasta ese día, seguían en pie. Un año, puede cambiar muchas cosas. Y no tanto dentro, si no afuera. El entorno, lo que puedes llegar a pensar.
Cuando uno cierra posibilidades, uno las cierra y dice "esto no volverá a pasar". La mayoría de las veces que uno dice eso, vuelve a suceder. Y recuerdo que pasó, de nuevo. Pero yo cerré la posibilidad y la dejé ir. No estaba listo, no quería. Prefería comerme las cosas yo solo.

-Oye... sabes, hace tiempo que estoy pensando que...
-A ver, a ver, espera. Ya sé donde va esta conversación, en serio. O sea, soy súper despistado, pero yo creo que has sido más que evidente, así que capto.
-Entonces...
-Entonces... ehh... no. Mira, no te voy a venir con la típica de "no eres tú, soy yo". Lo que pasa es que no quiero, no quiero nada de estas cosas. Desearía ojalá tener un poco más de tacto y decirlo distinto. Pero me tomas un poco tomado, igual que tú y supongo que con trago soy más sincero de lo que debería. En serio, nada personal, pero no puedo. No ahora. No sé cuando.
-Entiendo... en serio, perdona...
-No, nada que ver. Pero mira, no tengo nada que ofrecerte. Este día, ahora, no. Pero, se te va a pasar. Y de hecho, ¿te doy un consejo? date vuelta y mira: mira cómo te mira el Pablo. Y eso es hace rato. Si alguien puede ofrecerte algo, es él. Se muere de ganas. Y yo sé, que en el fondo, igual te mueve el piso. No pierdas el tiempo conmigo y sé feliz.
-...

Hoy es domingo 26 de julio. Si los cálculos no me fallan, hoy llevan 1 año y un par de meses con Pablo. O tres, creo. Una vez lo conversamos este año y dijo que Pablo era lo mejor que le había pasado. Y no sé por qué, me dio las gracias.
Recuerdo que por ese entonces, yo tenía algo dentro que aun no tenía nombre ni posible rastro de saber qué era. Cuando me di cuenta, pensé que era un tonto, porque yo había cerrado toda posibilidad. Cuando me di cuenta, ya era muy tarde. Recuerdo que pasaron muchas cosas. Y para mi sorpresa, era algo que ya se había depositado en mí hace mucho tiempo, pero que nunca sonó fuerte, o nunca traté de darme cuenta de que estaba. Me hacía el loco, como dicen. Como todo, muchos altos y bajos. Llorar y reír. Guión de teleserie. Todo muy bien sasonado. Y a veces, uno piensa que está perdido, que cagó. Que bu-bye y eso. Y me pasó. Y no sé por qué todo siguió dentro. Después lo supe. Después todo estuvo muy claro. Tenía que ser así. Todo lo que se estaba formando, tenía que quedar dentro. Si no era así, nunca nada hubiera pasado. Todo hubiera sido una anécdota, un recuerdo más. Pero no lo fue.
Recuerdo que muchas veces me senté en el borde de la calle y pensaba si debía seguir o no. La confusión de estar tranquilo y callado siempre estaba. Al final, no era ni necesario dar una conclusión, no llegaba ni al final de la disputa mental cuando ya sabía que quería continuar. Nunca fue fácil. A veces demoraba semanas en darme cuenta de que así era. Hubo uno que otro error de por medio y, curiosamente, después de eso era más fácil darme cuenta que era lo que realmente quería. Y saber qué es lo que uno quiere, nunca es fácil. Dicen, que la única forma, es notar su ausencia. Y el tiempo -la gente, cuando habla de tiempo, siempre lo relaciona a años. En lo que llevo "vivo", me he dado cuenta que tiempo, incluso, puede ser una hora-. Bueno, fue harto tiempo. Y harta ausencia. A veces estando a lado de alguien, puedes sentir su ausencia. Estar y no estar.

No sé a que voy con todo esto. Supongo que porque el sentimiento es similar. Supongo, que los años, me han hecho más paciente de lo pensé. Claro, con ciertas personas. O con ciertas cosas. La cosa es que, mi cabeza, tiene como un switch, que prende una lucecita que dice: "sí compadre, esto no lo vas a olvidar. Esto, queda grabado en tu mente, olvídate que fue algo pasajero". Se prende poco. Han sido varias. Unas 6. La primera vez, fue hace 13 años. Aun no olvido. Otra que recuerdo, fue hace 8 años. Una muy importante, fue hace 6 años y esos tipos aun siguen conmigo. La última, fue entre 3-1 años. Y aquí estoy.
La cabeza de una persona, es un mundo entero. Dentro de la mía está esa luz. Y cuando pasa, no sé, todas las cosas que me prometo y cierro, se abren. Me arriesgo demás. Hago cosas que no esperaba de mí.
Uno, claro, no puede esperar que otras cabezas sientan lo mismo, o resuenen contigo cuando se prende algo. A veces, ni lo comunicas. Es cuestión de tiempo. Y algo de destino. Nada de suerte.

Las pocas cosas que hablé con mi abuela antes que muriera, me dijo que las cosas pasaban por algo. Nada era azar, todo tenía su significado. Que muchas veces uno no se daba cuenta, pero después de las tormentas, había algo de lluvia y luego días más claros y uno podía entender los por qués. A la larga, sí, ha sido así. Por ejemplo hoy: si es que la tormenta ya pasó, aun sigue lloviendo. Y eso lo sé, porque es el estado de dualidad, en que estás entre bien abajo y otra parte trata de estar lo más arriba posible. Y estar tranquilo y pensar claro. Eso, no hubiera sido posible sin ir al cementerio. Necesitaba el memo en mis manos para recordar. Ella me decía que yo íba a encontrar personas en mi vida que me cambiarían. Y que no sabría como reaccionar. Pero que estuviera tranquilo. Porque si era verdad, había que aprovechar y dar gracias. Que ella íba a estar conmigo pasara lo que pasara cuando estuviera perdido y necesitara pensar. Ella era católica. Yo no. Pero siento que está. Y que ahora sólo tengo que relajarme un poco y esperar que la tormenta pase. Y después, lo que tenga que pasar. Nada es al azar. Todo pasa por algo.

Creo que estoy divagando. Pero supongo que es algo que iba a salir de todos modos. A la gente que le ha tocado cruzarse conmigo y yo digo y digo cosas que a veces parecen de un lunático o algo así, que prometo cosas que se ven más que imposible, supongo que no entienden el por qué. O pueden tildarme de loco. Pero sé, dentro, que puede que esté loco, pero sé por qué digo lo que digo. O por qué prometo todo. O por qué digo que no puedo olvidar.
La cuestión es que... no sé. Ahora, hoy, sí, quizás alguna que otra recaída. La importancia de las cosas, tiene otro valor. Cuando es un cualquiera, cuando la luz no se enciende, puedo hacerme el sordo y listo. Nada, todo bien, aquí nunca nadie estuvo. Ahora no. Aunque quisiera. Tampoco lo quiero así.
Hacerle caso a lo que siento, dicen -me dijeron- es lo correcto. Tengo muchas cosas dentro, sí, pero estoy claro.
Y eso, es esperar. Y nunca caer. Ni morir. Sólo dejar que pase lo que tenga que pasar. Una mente clara es necesaria en la balanza para que otras, cuando estén nubladas, no caigan y todo se venga abajo. Si uno dice todo y el interlocutor nada -porque no sabe nada- es más fácil y simple que ninguno de los dos sepa nada. Porque cuando todo esté claro, ya hay cosas dichas, no queda una duda residual que en ese momento, puede sumergir otra tormenta en una de las dos cabezas.
Las palabras en momentos difíciles, duelen. Pero, si hay cosas que tienen que pasar, son por algo. Y ese dolor, esas cosas, te hacen reaccionar y clarificarte. Eso, y el tiempo. Descubrir que uno quiere. Descubrir, dentro de la ausencia si es que algo es necesario o no. Para perder el miedo, para entenderse uno mismo.
Después de todo, las tormentas sirven para liberar energía, que dentro, puede matar.

Aun sigue lloviendo. Aun sigue lloviendo, pero la lluvia no quema. Moja. Y un resfrío, no es tanto como una quemadura. Uno puede morir de neumonía, sí, pero todo se vale, si uno cree que así tiene que ser.
Y yo creo.
Aunque sólo sea un loco que habla huevadas.
O quizás no. Who knows.
Pero de todos modos, para bien o para mal, así soy yo.

Y después de todo, no creo que sea tan mala persona.

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