jueves, 31 de diciembre de 2009

Balance, inicios, stuff.

Es típico que en todos los blogs que leo frecuentemente se hace una especie de balance. Yo no he hecho ninguno desde que abrí el blog por allá por el 2007, cuando nació [medioCEREBRO]. Vamos a darle una oportunidad.


Partamos por partes: [medioCEREBRO] nació con la intención de ser nada. Se me ocurrió un día y ya. Con esa plantilla verde que traer por defecto blogger. El nombre salió después de un enorme descarte cuando intenté crear el blog a la primera y todos los nombres estaban ocupados. Luego encontré la foto de una niña que tenía medio cerebro y se me ocurrió ponerle así. Por suerte no estaba ocupado, pero tampoco fue el mejor nombre de todos.
Cuando comencé a escribir, tenía la idea de poner tonteras que me hubieran pasado en el día. Con un toque humorístico, algo para reírme un rato y soportar la vida, que en ese entonces, era bastante fome. Así, fue más o menos como una vía de escape, para tartar de apalear lo que viniera. Conforme pasó el tiempo, [medioCEREBRO], junto conmigo y su plantilla, fueron cambiando. Pasó al negro y varios (cuando en ese entonces tenía hartos comentarios) echaron de menos la plantilla verde. El negro, fue más que nada porque pensé que la plantilla era muy fuerte y quería algo más opaco. Así de paso, si alguien quería leer, ahorraba luz y pantalla. La plantilla se intentó cambiar ene veces, pero con poco éxito. Al final, me quedé con esta y fue cambiando un poco a lo largo de los años.
La temática del blog también comenzó a cambiar de a poco. En vez de ser para lo que se había planteado, comenzó a transformarse en el cuadernillo de muchas ideas sueltas que me venían. Además, de en muchas veces, retratar el estado de ánimo. Pasó de espacio para reírme a un espacio para refugiarme. Eso y exponer ideas que muchas veces pasaron por un descargo. Sí y no. Varias veces fue con idea de aparentar eso. Otras, sólo experimentar. Otra, realmente lo fueron.
Si releyera hacia atrás, me acordaría de ene cosas. Y al final, en eso fue lo que se convirtió [medioCEREBRO]: en un memo. Una suerte de diario-no-diario. Un backup, algo así.
El 5 de mayo de este año, [medioCEREBRO] cumplió 2 años. Y no sé cuantos más cumpla. Tampoco si la temática cambie. Lo que sí me sorprende es que haya cumplido más de uno y no me haya cansado antes de él. O que la gente que lo lee, y que sale en las estadísticas del blog, no se hayan cansado antes tampoco.

Ahora, tuve dos años para intentar hacer un balance y en ninguno lo hice. Y si ahora tuviera que hacer uno, y lo voy a hacer, podría hacer uno sumamente largo con todo lo que hay entre líneas en el blog. Pero...
tampoco lo haré. Me concentraré sólo en este año.
A ver...












































...












Stuff.
Ehhh... no sé. Digamos que fue un año bien-mal. Decir que fue diferente es tan cliché, pero también lo fue. Quizás es uno de lo mejores, en los que la he pasado muy bien. También tuvo sus bajones enormes. Grandes cambios que tuvieron ene repercusiones. Si tuviera que ponerle nota del 1 al 7 como acá en Chile, yo creo que le pondría un 6,7. Y eso es mucho. Si le tuviera que poner una nota a cada año de [medioCEREBRO] serían:

2007) 4,0
2008) 5,0
2009) 6,7

Al menos la cosa va en aumento. Y el 2007 estuvo a punto de ser rojo. Pocas cosas me salvaron.
Este año por un momento pensé que mi promedio iba a terminar en un 3,0 como máximo. Al final no fue así y no repetí el año. Pasé, la pasé bien y ahora listo o algo así para el que viene. Y ojalá, espero que sea bueno. O mejor. Recuerdo años en que pedí eso y fue al revés. Ojalá por Zeus, Horus y todos los santos que ahora no pase eso. No con todo lo que ha pasado.

Hay cosas que no cambian, claro. Hay cuestiones tan incrustadas en el cerebro que se mantienen igual. Pero ya no son lo que antes. Tampoco podrían serlo. Están atenuadas, porque me obligué a ello. Aunque suene hueón, me obligué a pasarla mejor. O me traté de esmerar en ello. Los resultados se demoraron en aparecer, pero lo hicieron.
O eso creo. O eso espero. La verdad, es que a veces entiendo poco y nada. Y espero que los rollos en mi cabeza se disipen y poder seguir tranquilo.

Y que el 2010 al menos termine con un promedio igual. O superior.
Y no que la escala tenga que arreglarse de nuevo porque no me alcanzó el promedio.

Anyway. Lo mejor para el 2010 para que el lea esto. Y para mí también, en todo.
Y que las buenas rachas o lo que sea, no nos suelten de la mano.

Cambio y fuera.

martes, 29 de diciembre de 2009

Encontrar.

Porque a veces la vida nos trata a regaña-dientes. Porque a veces son los pequeños diálogos los que arman una historia y sus nexos y sus puntos más importantes. Porque a veces son las caídas y los vuelcos del sistema lo que al final termina convirtiendo toda la gama de matices en una sola verdad. Porque es a veces lo que se piensa y no se hace, lo que se dice en silencio, los mensajes escritos en papel que nunca salen del bolso, las intenciones contadas y las promesas perdidas lo que refuerzan las ganas de seguir o de tirarse al pasto y olvidar. O son las partidas, los cambios de las personas que conocíamos que se transforman en un completo extraño; o los reencuentros, los abrazos bajo la lluvia, el quedarse sentado en una escalera tratando de superar el fracaso lo que atenúa la caída cuando se derrumba todo. O lo que refuerza los cimientos de las cosas que se construyen entre dos o más personas.

O es la soledad.
O es el saber que, aunque tus ojos están cerrados, habrán palabras susurradas en tu oído.

La vida se construye a base de fallos. A base de reaccionar siempre a punto de perder algo. Son los errores, al final, los que terminan creando los momentos que de inmediato de incrustan en el cerebro. Son esos los que terminan dibujando sonrisas en tu boca. Al final, sí, siempre al final, es el silencio el que termina entonando tu voz.



jueves, 24 de diciembre de 2009

Inexplicable.

Quizás nadie lo entendería y por eso no me molesto en explicarlo. Una conversación buena sólo se produce en lo más íntimo. O después de un shock. Si pueda ponerle palabras sería tan fácil que quizás no tendría gracia. Quizás es eso lo que me llama más la atención. Quizás es eso lo nuevo.

Los que se me acercan y no salen corriendo a la primera me dicen que me manejo en las palabras. Supongo que es parte de no explorar ninguna otra capacidad más útil la que me lleva a meterme en dibujos y cuentos. O en una de esas es que soy tan buen mentiroso que puedo crear con facilidad cosas que no necesariamente han sido verdad. Todo tipo que crea, todo artista, en el fondo es un gran mentiroso. A lo mejor me falta mentir más.

Me desvié.

A pesar de que supuestamente me maneje en palabras, me quedo mudo. No conozco ni el verbo ni el sustantivo que pueda dejar en forma clara lo que he visto, tocado y sentido. O todo lo que ha pasado. Yo creo que me obsesiona el tema. Digo, la forma en que todo cambia, la evolución, los rollos; en el fondo, el cómo se cuenta la historia. La trama me envuela. La trama, este guión y sus personajes. Y hay un personaje que es mi favorito, porque, cuando lo veo es como de ficción. No me parece tan falso como los reales. Las personas reales tienden a ser más fomes que un personaje de series. Es a eso a lo que me refería.

Al final, todos estos caracteres son en vano. Porque sirven sólo para darse vueltas en una rotonda italiana sin fin. No creo que alguna vez puedo explicarlo más allá que dentro de un par de clichés de la sociedad. Y es por, también, que no podría tocar el tema así de simple. Un cliché me parece un suicidio intelectual. O emocional, o de la verdad, dependiendo del caso. Da lo mismo, estas verdades son mías y son más fácil sólo expresarlas en un beso. O en morirse cuando te sueltan la mano.




No sé si soy yo el extraño, o es el ambiente navideño (que siempre siento escaso y algo de vergüenza y algo de envidia por como se toca acá) lo que me está afectando.
Apostemos por lo primero.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cura.

Te siento y creo que caigo. La plaza se hace pequeña y escucho los pasos de la gente que pasa alrededor. El silencio me agota y comienzo a hablar de temas al azar. A veces no lo confieso, pero el silencio me asusta y se hace menos escalofriante cuando no callas. Estaba errado, estábamos en otro lugar. Oía como cantabas y te perdías, mientras comía pan con palta, hambriento, feliz. Me contaste sobre cosas que no entendí y luego comenzaste a mirarme. Me sentí tonto y traté de dilucidar tus pupilas. Tuve una sensación de nervio y te pedí que me abrazaras. Una canción comenzó a sonar y no me sabía el nombre. Traté de apretarte fuerte, pero tuve miedo de romperte. Quería sentirte cerca, más cerca que nunca, pero el cuerpo era un estorbo. Te solté y bebí un poco de agua, tus ojos miraron por la ventana y no me viste sonreír.
Cuando me di cuenta de todo, ya era tarde. Las horas se apilaban sobre el mismo sillón extenso, suave, rojo y felpudo que nos mantuvo toda la tarde. Quizás estaba durmiendo, quizás sólo le perdí el rastro al reloj. Cerré los ojos simulando estar dormido. Sentí tus manos en mi pelo y pude jurar que era un niño. Me sentí como tal, me sentí como lo que soy. Tu pecho estaba caliente y era todo como una tarde de invierno de 1992 en pleno verano del 2009. Ya no sentía calor, mi pierna derecha estaba entumecida. No quería quitar mis brazos de tu cintura.




La hermosa tarde llena de naranjos se había transformado. Un azul se sobreponía, los tonos mezclados se transformaron en el azul más negro salpicado de pasteles y blanco. Comenzaste a hablar y te oí, pero no procesé nada. Mi mano agarraba la tuya y sabía que tenía que irme. No me soltaste y quise que la tierra bajo mis pies dejara de girar. Olvidar que algún día tendrías que irte lejos, mientras yo tendría que esperarte cada sábado volver a las costas y verte hablar. Toqué tu pelo largo y pensé que si era necesario morir sería ahora. Comparé lo perfecto con la realidad y no encontré un punto de diferencia. Casi me pongo a llorar cuando pensé en las infinitas posibilidades y en las probabilidades y en esto que estaba agarrándose por los dedos. Te abracé y no me viste cuando tu hombro se mojó.
El cielo ya se fundía con mi ropa y la gente se había retirado de las calles. Solté tu mano y comencé a caminar, con una pena que me partía en dos pensando que era un adiós abrupto, quizás el final del fin.

Me di vuelta y vi tu rostro. Te di un beso y lo supe.
Todo este tiempo la historia era de verdad: la triste historia repetida por siglos era algo que estaba muy lejos de mí y podía estar más seguro que nunca que estaba bien.
Y, sí, fui feliz.
Y es por eso que en ese entonces, y ahora mismo también, lloré.
Porque en realidad, todas las mentiras que me cubren como cebolla, todas las caras tapadas por caretas, todos los idiotas que odio y desprecio, todas las situaciones que en el fondo me calan más de lo que quisiera, toda la falsedad, todo lo que en algún punto me alejaba del mundo y me hacía cuestionar si realmente quería estar sumergido en el planeta, se desvanecía en los 317 minutos que estaba arropado por tus manos.

Y pensé que eras la cura del cáncer.
Imaginé que era muy cursi y lo deseché.
Y luego lo pensé otra vez, que eras la cura.
Y otra vez.







Y otra vez.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Matemática del 3.

3=:3
3=<3
3=1/4


u got it?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

2 3/4

Y no estás, y te vas, y no entiendo por qué vos te volteás
y ni movés la mano, no te despedís, se acaba la noche y quedé
como pelotudo en medio de la gran ciudad
sin paz, sin paz, sin paz.

Y no sé, no contás, tu risa se esfuma y disimulás
un día me abrazás y al otro me empujás
un día me querés y al otro me odiás
yo no digo nada, pues pretendo aguantar
cuando en el fondo me desarmo como lego cuando me ignorás.

domingo, 29 de noviembre de 2009

No puedo evitar la lengua.




Te quiero.




viernes, 27 de noviembre de 2009

Tell me the past times won't die.



La vida es una suerte de intercambios. Cada fecha por igual que sea es distinta, cambia la gente, cambia el lugar. Cambian las células, cambian las canciones. Cambian las ganas, cambian los modales. Cambia el cielo, cambian los pelos. Cambia tu cuerpo, cambian tus ojos. Cambia todo.
Lo único que jamás cambia es que estás viéndolo todo. Sólo parte de tu cabeza y parte de tu cuerpo se mantiene rodeado por todo nuevo.
¿No sería bueno alguna vez pensar que de un punto a otro las cosas pudieran mantenerse igual?
O, al menos, ¿que una sola persona que te importara se mantuviera orbitando en tu mundo?
Ojalá.

La encontré por ahí, perdida en mi disco duro.
Extraños recuerdos. Aparte, me encanta la canción.
(:

lunes, 23 de noviembre de 2009

Estigmas.

Ayer todo era distinto. Las cosas tenían otro orden, quizás. Ahora todo está como las pelotas. Este es uno de esos días en que lo más simple sería dormir y pasar de largo.
Resulta que nadie entiende nada. Nada. Y complican todo, hasta lo más mínimo. Es la manía de todo el mundo de hacer las cosas mucho más difíciles de lo que podrían ser. Y me apesta. Es una cuestión tras otra. Y para colmo, el iPod se queda sin batería. Un estado, un humor, totalmente apestoso y para colmo hay guaguas en el metro. Y lloran y hace calor y detesto estar encerrado como anchoas con toda esta gente. Es como un infierno, un horno lleno de huevones. Y me cuento con ellos. Es como un mundo enfermo y triste. A lo más Daria. Apestoso. Imbéciles que populan y que no cachan nada.
Quizás es todo al revés, pero sería demasiado rebuscado. A lo mejor soy yo quien se está cayendo y pienso que el resto está corriendo como idiotas pegándose en las cabezas. Insisto: sería demasiado rebuscado.
Son todos.
Idiota mundo preocupado de huevás, sin darse cuenta de las cosas que tienen al lado: muriendo, marchitándose por no tener un mínimo de atención.

Yo tengo demasiada paciencia, pero cuando llego al extremo, todo el mundo tiene un color podrido. Todo huele a pañales usados. ¡Me apesta esta hueá! dsajfhliwhaelksjlfhaslñkdñsaljdflñsfjñadlsajfñwkdñsla!

Lata, lata, lata. LATA!
Días como hoy, son los días en que no soporto vivir aquí.
Días como hoy, son cuando no soporto a nada que respire.

Fuck yourselves!

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cóctel.

Cuando la abracé, te juro que no sabía como reaccionar. Había pasado por esto muchas menos veces de lo que la mayoría. O de lo que realmente me correspondía. Me sentí como un niño escapando del cuco. Ya no tenía miedo cuando estaba sosteniéndola. Fue ahí cuando me di cuenta -y nunca había notado- que tenía miedo. Todo este tiempo estaba muerto de miedo. La sensación de no sentirlo fue lo que me hizo darme cuenta. Y creo que me quise quebrar, pero como nunca me he quebrado -menos en público-, no ocurrió.
Me pregunté si el mundo realmente comprendía lo que pasaba en un abrazo. Después de todo, el mundo pasa abrazándose. Años nuevos, victorias, despedidas, bienvenidas, conmemoraciones... Eventos, que a la larga, vuelve quizás a repetirse, pero las circunstancias, las personas y todo lo que estuvo en su lugar ya nunca más lo está.
Cuando me soltó, me miró. Y fue como si por primera vez no me sentía tan solo. Lo curioso, es que después llegó Javier y la tomó de la cintura y la dio vuelta y fue él quien la apretó. Recuerdo que la multitud se cerró y poco a poco quedé aislado de la escena. Allá, a lo lejos, María seguía siendo abrazada por todo el mundo. Y yo ya no estaba: había vuelto a ser un fantasma. La mejor forma de desaparecer es en medio de mucha gente. La mejor forma de desaparecer -pensé- es estando.
Caminé entre la gente pensando en las fracciones de segundo. Pensé que lo mejor hubiera sido que nunca hubiera pasado. Antes de esto, no conocía todo lo que significaba. Ahora que pasó, siento que mi vida ha sido un asco y que estoy tan vacío como la casa de un viudo.
Tuve miedo de volver a sentir lo mismo. También tuve miedo de no volver a hacerlo. Me sentí extraño pensando que me había buscado todo esto con la idea de tratar de congeniar. Quizás, si todo comenzara de nuevo, me mantendría alejado.
Sentí algo curioso, porque fue como una mezcla de extremos. Y cuando los extremos se mezclan, crean un nudo.
Y eso era yo ahora: un nudo. Un nudo muy difícil de desatar.





If I could start again
A million miles away
I would keep myself
I would find a way

Extracto.

-¿Cerraste la puerta?
-Sí, pero pensé que daba lo mismo.
-Es costumbre, ¿ya?. Si sé que da igual.
-¿Y ahora qué?
-Ahora... ahora nada. Hasta aquí llega mi idea, mi guión.
-Entonces creo que hay que reescribir ciertas partes. Reescribir gran parte de tu vida.
-Que lata. En ese caso prefiero acostarme y fumar.
-Nada que ver, Andrea. La cuestión es clara: te hace falta soltarte, nada más. Dejar de lado esas viejas manías. Total, ya nadie te anda persiguiendo la cola como antes. Esa cuestión es pasado ya. Un asunto lleno de polvo.
-Olvídalo, ¿ya?
-Ok. Pero dame un beso.
-Eso sí es algo que te puedo dar.
-Eso sí es algo que "te atreves" a dar.


Borrador/2007.
más simple de lo que imaginas.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Four phrases.




A veces uno tiene la manía de mirarse en el espejo e inspeccionarse. Mirarse y tratar de ubicar si es que falta un pedazo de piel, una oreja, algún pelo. Algo. Tratar de averiguar si es que la sensación de estar incompleto se refleja en el cuerpo.
A veces, para estar completo, basta un café, un frappé, un cigarro. Quizás un chocolate. En ese sentido, da lo mismo, pues la sensación termina durando un par de minutos y se va. Y el vacío, los cajones abiertos sin nada adentro, quedan expectantes, preguntando con voz seria cuando llegará algo.
La gente jura que cuando uno está vacío tiene que esperar. Que el mundo se alineará para completarlo. Que el destino es lo suficientemente buena onda para darte todo en bandeja de plata. No es tan así. Y si pasa, generalmente da lo mismo: llegue lo que llegue de ese modo, se va tan fácil como llegó. La vida, o lo que sirve en ella, es en relación a la dificultad de obtenerlo. O perderlo. ¿Y qué pasa si uno gasta su vida y más? ¿Qué pasa si uno invierte o da todo lo posible dentro de uno por más? Es una apuesta. Uno puede perder o ganar. O ganar y perder y luego ganar. Y uno tiene que estar lo suficientemente seguro de ganar para apostar, o sería una completa locura. Personalmente, nunca estoy lo suficientemente seguro de ganar. Pero aposté. ¿El resultado? Está a la vista: estoy feliz.
Y estar feliz no significa tirarse a las flores. Significa gastar más, esforzarse más. Entregar más de lo que uno dio como pie de la cuota. Ser más. No es una lata, porque en el fondo, uno obtiene su parte de felicidad. El resto de la misma llega cuando la sonrisa que querías dibujar en tu cara la terminas dibujando en la cara que tienes al frente.
Cuando veo tus ojos, achinados, con los pómulos altos y mostrando los dientes, todo termina completo. Caerse al suelo, decir una tontera, algo, por muy estúpido que sea, termina siendo lo mejor si es que ríes. Curiosamente es cuando lo haces que todo valió la pena. Todo atrás. Incluso las páginas amarillentas y un tanto arrugadas.
Todo valió la pena cuando me abrazas y siento que respiras con dificultad. Con una canción de fondo pegada en tus orejas. Como una tonada -de alguna película que hemos visto- con lágrimas, tuyas y mías. Quizás comer ravioles o caminar de la mano en silencio por las mismas calles que nos han visto juntos y separados una y otra vez. Quizás solo estar tirados en tu cama o en la mía, casi durmiendo o compartiendo secretos. Todo termina valiendo la pena. Todo: el mundo, la gente, los días trabajando, los ridículos, los idiotas, todo se banca y termina valiendo la pena.
Puede ser que te enojes, puede ser que te pierdas un día dentro de las películas tristes. Puede ser que no estés de acuerdo, que me mires y pienses que estoy loco. Puede ser que todo pase al mismo tiempo, pero aun así, si vuelves a reír, es suficiente. Si es tu cara la que refleja que sí estás -mirándome fija tratando de ponerme nervioso-, es suficiente.
No pido mucho. Quizás nada. Sólo pido que sonrías. Sólo pido que cuando las mareas pasen, que cuando abra los ojos y el viento deje de soplar, me mires y te rías. Aunque ya no tenga brazos, aunque esté en coma.
Aunque todo el mundo se haya disparado en la sien y las tiendas esten cerradas.

Digo todo esto porque la vida pasa. El mundo gira y nadie tiene suficiente poder para frenarlo. Lo digo porque en el caso de que mañana ya no esté, este es mi testamento, mi salvavidas. Quizás mis últimas palabras o las que me gustarían que fuesen. Lo digo porque mientras esté aquí, no me canso de ver tu cara, acostarme en tu cuello y escuchar canciones. Lo digo porque hoy, ahora, tengo todo el derecho del mundo de decirte que: i love u more than anything in my life.
And i do.
Yes, u know i do.


Porque, a pesar de lo que algún mal pensado pueda pensar, todas las noches me acuesto contigo. De alguna u otra forma termino pensando en ti.
Y eso -esto, las cuatro frases de something about us, lo que te escribo, lo que las canciones dicen cuando las oigo contigo, lo que me dices, lo que escribes en tus mails- es lo que vale cuando el día cae y se acuesta a soñar.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

De ridículo a patético.

Hay gente tan, pero tan ahueoná, que cuando despiertan, juran que son felices. O sea, les das la mano y te pasan la pata y se echan y son feliz. Les sueltas la pata y se deprimen.
Hay gentan tan, pero tan ahueoná, que cuando hablan, juran que son felices. O sea, te hablan un ratito con huevás mega rebuscás y procesadas por años y te prometen mar, tierra y cielo. Si les dijiste que no, usan los más bajos recursos para salvarse.
Hay gentan tan, pero tan ahueoná, que cuando un juego comienza, juran que son felices. O sea, le pones la reglas, las etapas que tienen que pasar y juran que el juego se volvió realidad. Y al final aparentan huevás que ni siquiera saben cómo se aplican en realidad.
Hay gentan tan, pero tan ahueoná, que cuando les das una farsa, juran que son felices. O sea, dentro de sus patéticas vidas que ellos mismos crean, les das una mentira y se tiran de guata a ella y te la compran completa.

Después de ver tantas veces lo mismo... ¿cómo no voy a creer que está repleto de ahueonaos mire donde mire?
En todo caso -y no necesariamente aplicándolo al contexto de esa conversación-, alguien me dijo ayer: "Si pa eso están po, si no, ¿a quién aplastamos? Tiene que haber gente huevona".

Exacto: tiene que haber gente huevona.

Because u can't cheat a cheater, because u can't lie a liar.












(y las piedras, a quienes le caigan *-*)

martes, 3 de noviembre de 2009

Post it.

Es injusto sentir dos cosas al mismo tiempo. Tener en frente unos ojos mirándote y haciéndote sentir bien. Y por el mismo lado, algo extraño, como si el ambiente te pesara. Como si todo estuviera más denso de lo normal. Lo que significaba era obvio, el problema, era en qué concentrarse para salir mejor y no perder. Y no arruinarlo todo -más de la cuenta-.
Me sentí torpe, debo decir. Bastante culpable e irresponsable. Sentí que todo lo que siempre he sido o trato de ser no estaba a mi lado en este preciso momento. El peor de todos, claro. A veces no me importa, cuando sucede; pero, si ocurre cuando estoy en algo que sí me importa, me destruye. Me caga. Totalmente.
Sé que este día tiene las horas contadas. Los minutos, en realidad. Sé que este día significa sólo minutos para mí. Que después de esos minutos ya no habrá más lunes.
Y también sé, para mi pesar, que los pocos minutos de lunes que tuve los desperdicié.
Such an idiot.
Such a fucking fucking fucking idiot.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

Notes to self:
  1. Tengo cinco exámenes que hacer. Al menos la mayoría es fácil.
  2. Tengo que cambiar mi sueño, está matándome.
  3. Necesito reordenar alguna "prioridades" secundarias.
  4. Tengo que crear un plan ahora mismo.
  5. Tengo que hacer caso y aprovechar cada segundo.
  6. Tengo que cambiar mi sueño, está matándome. (repetida)
  7. Tengo que usar google ahora ya.
  8. Tengo que buscarte, mirarte y besarte.
  9. Necesito aprender a ponerle temática a los sueños para no despertar mala onda.
  10. Tengo que dejar de ser tan idiota hueón tonto ridículo lelo menso tarado hueón.
  11. Tengo que crear OTRO plan ahora mismo.
  12. Tengo que crear OTRO OTRO plan ahora mismo, para evitar catástrofes.
  13. Quiero mostrarte algo.
  14. Tengo que matar a alguien.
  15. Tengo que tomarme un café en Starbucks para reordenar mi cabeza y mi vida.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------

Hey, wake up! this is for u! just for u!
._.



miércoles, 28 de octubre de 2009

Una petaca frente a Copec.

¿Qué pasó por su cabeza -mareado, tirado- entonces? Esta no era la mejor solución. Tampoco lo más digno de su parte: quedar borracho y tirado porque sí, frente a la gasolinera que delimitaba oriente con centro. Patético. Totalmente.
Quizás sólo fueron sus rollos o su egoísmo un tanto comprensible de no querer compartirla con nadie. Quizás sólo eran unos sueños de niño o tonteras de "adultos". Al final de cuentas, sea cual sea la cuestión en sí, lo que era importante saber, era que estaba fuera de control. De balance. Tener el miedo colado en los huesos lo hacía sentir mucho más paranoico de lo común. Lo peor radicaba en que su miedo consistía en pensar que no era suficiente.



¿Y qué pasa cuando realmente no eres suficiente?
Viene algo llamado reemplazo. Y ser reemplazado es una de las peores cosas de este mundo.



miércoles, 21 de octubre de 2009

Don't.

Desde el sábado en la noche tengo un presentimiento. Desde el sábado en la noche que pensé ignorarlo.
Si todo es así...
¿Por qué hoy vuelve a aparecer en mi cabeza?

martes, 20 de octubre de 2009

Final feliz.

¿Y qué hacía después? Las respuestas eran vanas. Estaba yo y nada más. La cordillera se hacía lejana mientras más me sumergía en el centro. Pensando tonteras -"¿donde estás? ¿por qué tengo tanto miedo? ¿qué hago para no perder? ¿qué quieren de mí si no tengo nada que ofrecer?"-, mirando las tiendas cerradas y las calles vacías. La bohemia estaba en pleno esplendor, con gente semi-ebria deambulando por las orillas. Abrazados, inquietos, muertos de la risa. Supongo que un vodka no me haría mal, pero también supongo que terminaría peor.
La gente estaba estancada en las esquinas, algunos con cara de bajoneo, otros con residuos de fracaso. Estaba atrasado. Muy atrasado, tanto, que en realidad ya había pasado todo un día.
Llegué a las orillas del Mapocho y me apoyé en la baranda mirando hacia el horizonte. La brisa era fría y las nubes cruzaron rápido. No sé si fue mi estado de ánimo, no sé si fueron las nubes, no sé si fue el viento o la inevitable realidad, pero me quebré. Esto no había pasado en años. Sentir de nuevo las gotas saliendo desde de adentro era una sensación que parecía ser nueva. Me sentí un idiota. Me sentí torpe. ¿Cómo cresta no me había dado cuenta de todo?
Marcela había desaparecido y yo aun quería negarlo. Pensé que todo estaba tan perdido, pensé que tantas cosas se habían trizado aquel día en el aeropuerto que me cerré. El futuro que había pintado y planeado durante años con ella se habían esfumado en una decisión de un par de meses. Esperaba, todo el tiempo, que mis planes se trazaran en la realidad, armando ese final feliz que siempre se espera. Y ahora lo comprendía, ahora estaba todo claro: el final estaba. Y no era este; el final feliz siempre estuvo. Era cada momento y no me daba cuenta.
Recién había sido capaz de entender que los finales felices no eran el final del trayecto. Los finales felices eran cada momento en que ya habías alcanzado lo que -paradójicamente- te hacía feliz.
"Nadie me dijo que los finales felices tenían final" era precisamente lo que pensaba cuando los berridos de mi llanto se hicieron insoportables.
Una nube dio para pensar. Una nube como la gente, una nube como uno. Uno es como una nube que se pierde y nadie sabe donde vas. Y de repente te desapareces. Y de repente te das cuenta que planeaste tanto el final que nunca fuiste espontáneo. Que nunca disfrutaste cada momento.
Y ahora, ahora que lo entiendo, el final ya no es feliz.




El ruido del Mapocho comenzaba a ser opacado por los pasos de las multitudes que salían de los bares, tratando de caminar balanceándose hasta casa. Sentí pasos cerca mío y pensé que me iban a robar. Miré hacia atrás y callé. Y creo -no estoy seguro- que me tragué las lágrimas y sonreí.
-Rubén.
Me estaba mirando con las maletas como arrastradas. Me estaba mirando llorando, jadeando, pero sonriendo.
Era Marcela.

viernes, 9 de octubre de 2009

Insólito.

Y si miraste por sobre tu hombro, desolado, fue porque quisiste. De vez en cuando no puedes evitar que tu pasado y tu presente e incluso tu futuro colapsen en tu cuerpo, preguntándote si todo valió la pena y si lo que eres hoy es fruto de la ignorancia, de la compasión o de un altruismo que no tiene mayor lógica. Puede ser, quizás no. Probablemente todas estas cuestiones que te rozan la piel como cuchillas intentando entrar, son las pesadillas que materializaste en los personajes de terror aquellas películas en blanco y negro que disfrutas con pena y algo de angustia los viernes por la noche. Son, en efecto, pensamientos que no tienen ni pies ni cabeza, ni fundamentación alguna para poder decir que esto es un hecho <<coherente>>.
Lo más probable es que ahora comiences a derramar agua salada sobre las páginas amarillentas de tus memorias. Y tu cuaderno Torre quedará más mojado que aquel día que te perdiste en la lluvia. Y es que a veces lloras por felicidad y a veces porque la pena no cabe más en ti. Sea como sea, todo queda registrado.
Todo queda como una memoria en los machones donde la tinta, de las letras nerviosas en tu cuaderno, se fundió con tus lágrimas.

lunes, 5 de octubre de 2009

Tonto grave.

Mark David Chapman: I believe in Holden Caulfield. And in the book, and what he was saying, what he was saying to a lost generation of phony people.



martes, 29 de septiembre de 2009

Cafetería.

-No pensé que haría tanto frío hoy, si igual estamos en primavera, ¿no?
-No sé, no soy el mejor para hablar del clima. Aparte, es como un tema comodín, último recurso para avivar algo. Y pésimo recurso en todo caso.
-Puede ser. Tampoco puedes culparme: he estado sentada viéndote por más de 15 minutos mirando por la ventana sin decir nada. Aparte, tu té se enfrió.
-Estaba malo.
-Como sea, tú lo pediste.


(silencio)


-¿Te está yendo bien?
-Supongo.
-Uno no puede suponer, se sabe. Es un "sí" o un "no".
-Bueno, entonces: supongo que sí.
-Ah.


(silencio)


-En todo caso, ¿para qué me citaste?
-No sé. Se me ocurrió, no te veía hace tiempo y pensé que quizás sería bueno.
-Ah.


(silencio)


-¿Y lo fue?
-Todavía no sé. Dime tú.


(largo silencio)


-Cote, ¿puedo preguntarte algo?
-Dime.
-¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza lo insólito que es que el mundo cambie todos los días, siendo que los días son plazos que un tipo cualquiera inventó?
-Todo el tiempo, pero, ¿a qué quieres llegar?
-Nada, nada en especial. Sólo me llama la atención como es que todo el mundo y todas las cosas y las personas se rigen y miden por intervalos de 24 horas, cuando en realidad, hace una hora atrás, siguen siendo los mismos.
-Supongo que a veces necesitamos excusas para tomar una actitud distinta y se nos antoja cambiar algo. Los ciclos son así: son un pretexto para cambiar, echándole la culpa al tiempo.
-Puede ser.
-Tú, al parecer, no has cambiado nada.
-Tú sí.
-Lo necesitaba.
-Yo quizás también, pero nunca encontré el día.
-Ese es el problema, Roberto: tú no encuentras el día, el día lo hace y no te das cuenta.
-Estás excusándote.
-¿Y qué más puedo hacer?
-Decir la verdad.
-Nunca fui buena en ello. No cuando la verdad molesta tanto.
-No, en el fondo, como cuando eso de la verdad y la mentira es, a veces, tan ridículo como medirse por los días; dirás.
-Algo así, Roberto, algo así.


(silencio)


-Creo que sí fue bueno.
-¿Qué cosa?
-Verte.
-Ah... Supongo que también.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Cambio de estaciones.

¿Qué pensaste después de la tormenta?
¿Qué pensaste después de que respiraste de nuevo y abriste los ojos?
¿Qué pensaste después de que viste aquella foto y sólo querías arrojarla a la basura?
¿Qué pensaste luego de que tus recuerdos -poco importantes y totalmente lejanos- te miraron... otra vez?


Un día después de callar, la gente volvió a pasar con ritmo rápido. Las calles llenas de pasos se abrían de par en par mientras yo caminaba sin rumbo alguno. Mire mis dedos y estaban negros, como llenos de hollín, demostrando a cualquiera que las tomara que había fallado mucho. Tanto, que no tenía perdón.
Miré al ahora de frente y me esquivó la mirada. Sabía que preguntaba demás y que las respuestas eran vanas. Sólo curiosidad. Fue, en efecto, su retrato lo que me atrajo, sin saber que toda línea que la construía tenía demasiada historia. Tanta que, quizás para mi cabeza nueva y poco experimentada, era difícil de comprender. Aun, cuando para todo el resto del mundo -y los que vendrían después- era de lo más normal. Y era imperfecta, la historia tenía fallos. Y era perfecta, la historia fue densa.
Miró de reojo mientras apuntaba al suelo y luego se volteó. Pensé que no se iría, pero se marchó. Era primavera y la brisa hacía mecer las hojas y el polen daba un color amarillento a la atmósfera. No sabía lo que hacía, no tenía idea de donde estaba parado. Me habría encantado decir que no sabía como había llegado hasta aquí, pero lo sabía. Perfectamente: yo me lo busqué.




Cuando desperté llovía. Los vestigios del invierno se había puesto de acuerdo para terminar de caer hoy. Mis manos, mojadas, no se lavaban y sentía un dolor que me recorría la espalda. Las calles estaban vacías, mientras yo, sentado en esas escaleras verdosas frente a esa gran alameda, me preguntaba cómo es que podía terminar -de raíz- con los días que se salían de todo margen. Miré hacia el miércoles y me pareció añejo, de otro tiempo. Y hoy, que es otro día, sentí que los minutos comenzaban a apilarse sobre mis zapatillas como barro.
¿Que cómo me sentí después que todo pasó? Ni idea. Quizás pueda responder cuando realmente todo haya pasado.
Quizás.

martes, 22 de septiembre de 2009

32 años en 8 milímetros.

Julián se sentó en la arena y miró en dirección al mar. Se avergonzó de sus muslos flácidos que dejaban ver ese roñoso traje de baño que compró en Cartagena hace unos diez años atrás. El tiempo estaba pasando la cuenta de un montón de cosas que ya no tenían importancia alguna. Y si en algún momento la tuvieron, ya es demasiado tarde para corregirlas.
Detrás de sí, montones de parejas y gente y familias y tipos bronceados caminan por la caleta, llevando cafés caros y uno que otro anillo comprado en una tienda de artesanía. La vida perfecta, o una buena copia de ella. Frente a él, el mar se abría pleno y vacío, como un mundo nuevo y extraño, distante, pétreo. El futuro, quizás. Algo bastante más lejos, y muy peor aún, algo bastante más cerca de lo que pensó. La pregunta aquí es: ¿qué ocurre cuando el futuro te pilla? Después de prepararte por años, excusándote, creyendo que nunca te pasaran la cuenta de todo ese enorme y largo parque de diversiones; ¿cómo enfrentas cuando no tienes cómo pagar? A Julián esa pregunta se le olvidó por mucho tiempo. Demasiado.
Su cara tenía pegada el sol, con un expresión que a los que pasaran podrían decir que era serena. Todo menos eso, quizás estática, inexpresiva de tanto miedo. De tanto sol. Estar sentado es lo que mejor ha sabido hacer, evitando pararse, ya que sus piernas no son capaz de soportar el peso de todos sus errores. Ya hasta una pequeña panza comenzaba a aparecer en su vientre.
La televisión, los vicios, el cine, el sueño; todos acumulados a sus 32 años, casi pasando un parte por imbécil. Ya ni siquiera vale la pena llorar, para qué.
Cuando Julián miraba el mar, no miraba nada más que sus cuatro paredes de aquel departamento de segunda en la periferia de Santiago sur. Esas mismas paredes que hoy en día deberían estar con gente, o mínimo, otra respiración aparte de la suya. Cuatro paredes para una sola persona es demasiado espacio. Aun aunque sea de tan sólo 3x3.
"La vida no es tan fácil" le dijo su madre antes de que cerrara la puerta de su casa cuando trató de volver. En algo tenía razón, la vieja. Por única vez.
Julián intentó buscar un cigarro en los bolsillos con cierre, pero no encontró más que el encendedor rosa y un papel que escribió la noche anterior viendo televisión, una manía típica para recordar frases que le gustaron. Abrió el papel y leyó:
"¿Quién planea su vida por los próximos 50 años y luego se tira por la ventana?"
-Sí, quién.
Cerró el papel y lo tiró. "Mucha ficción", pensó.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Broken Home.





I was never faithful
And I was never one to trust
Borderlining schizo
And guaranteed to cause a fuss
I was never loyal
Except to my own pleasure zone
I'm forever black-eyed
A product of a broken home

I was never faithful
And I was never one to trust
Borderline bipolar
Forever biting on your nuts
I was never grateful
That's why I spend my days alone
I'm forever black-eyed
A product of a broken home
Black-eyed

I was never faithful
And I was never one to trust
Borderlining schizo
And guaranteed to cause a fuss
I was never loyal
Except to my own pleasure zone
I'm forever black-eyed
A product of a broken home
Black-eyed


Y los años pasan, los techos cambian, la misma gente, el mismo apellido, pero la imbecilidad se mantiene. Las mismas trancas, las mismas temática perdida y erráticas, los mismos descargos desenfrenados y la manía de agrandar hasta el comentario más inocente continúan.
Uno cree que 22 años no pasan en vano. A veces, sólo a veces, no me queda tan claro.

Juno MacGuff:
I'm just like losing my faith with humanity.
Mac MacGuff:
Can you can narrow that down for me?
Juno MacGuff:
I just wonder if like, two people can ever stay together for good.
Mac MacGuff:
You mean like couples?
Juno MacGuff:
Yeah, like people in love.
Mac MacGuff:
Are you having boy troubles? Because I gotta be honest with you; I
don't much approve of dating in your condition, 'cause well... that's
kind of messed up.

Juno MacGuff:
Dad, no!
Mac MacGuff:
Well, it's kind of skanky. Isn't that what you girls call it? Skanky? Skeevy?
Juno MacGuff:
Please stop.
Mac MacGuff:
[persisting] Tore up from the floor up?
Juno MacGuff:
That's not what it's about. I just need to know that it's possible that two people can stay happy together forever.
Mac MacGuff:
Well, it's not easy, that's for sure. Now, I may not have the best
track record in the world, but I have been with your stepmother for 10
years now and I'm proud to say that we're very happy.

[Juno nods]
Mac MacGuff:
Look, in my opinion, the best thing you can do is find a person who
loves you for exactly what you are. Good mood, bad mood, ugly, pretty,
handsome, what have you, the right person is still going to think the
sun shines out your ass. That's the kind of person that's worth
sticking with.

Juno MacGuff:
Yeah. And I think I've found that person.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Y no me digan pobre, por ir viajando así.

La cosa es que despertar en la mañana con humedad en el ambiente
y una leve llovizna que a nadie molesta, simula un olor, un aroma, casi
idéntico al sur. Casi, pero nunca igual. No sé si fue por eso, o porque
quizás como me quedé dormido escuchando una y otra vez Tren al Sur,
pero soñé con el sur. Con Valdivia, con Chillán. Con tierras perdidas
cuyos nombres no me sé porque tengo mala memoria geográfica. Pero con
los olores, con los cielos nublados, con todo el verde que hasta daña
la vista de ser brillante. Y me acuerdo de las veces que he ido. Tanto
acompañado como solo. Como cuando fui con Manuel y nos fuimos en el
tren y cuando sonó la canción en mi mp3, nos miramos y no reímos. En
ese tren en que íbamos en el tercer vagón, sin hablar mucho, ene
cansados, yo mirando por la ventana y notando como los edificios, el
color metálico y el plomo-civilización se hacía más tenue conforme el
tren sonaba como esos que habían antes en todos lados. Sonido a rieles,
nada de ruido a metro.
Como una de las veces que fui solo, cuando me dejé quedar por ahí por
la bajada entrando a Chillán y pasé un día entero solo dando vueltas
antes de llegar. Me acuerdo que me metí en un lado lleno de árboles y
era como bosque intacto: pájaros cantando, esa onda. Olor a tierra
mojada, a eucaliptus. A hojas deshaciendose. Lo sé, sé que suena muy
cliché escuchar esa canción así. Más para un citadino promedio de la
quinta región que viaja hacia abajo, pero es uno de mis fetiches. De
alguna forma me hace sentir bien. Me hace sentir que esas ganas innatas
de ir allá cada vez que puedo es porque de alguna forma pertenezco ahí.
Quizás más allá que acá.
Recuerdo el verano pasado y yo feliz y en mi salsa porque podría llegar
hasta Chiloé. Chiloé y su olor, el paisaje, la casa donde nos quedamos.
El patio que terminaba a las orillas de un lago que desembocaba un poco
más allá en el mar. Un bosque chico, con un refugio interno sellado por
los árboles donde la tierra estaba empapada y los troncos casi
podridos. Como ese tronco de un antiguo canopi roto, con musgo
creciéndole por los lados e impregnado de un olor que acá no hay. Y que
a veces seriamente extraño más de la cuenta.
Cuando los días pasan y me encuentro al final de un ciclo -llámese
semana- justo antes de dar un salto hacia el siguiente y me doy cuenta
que no viví siquiera un día de la semana, me dan ganas de correr e
internarme en el sur. Cuando llueve, cuando cae el agua porque sí y ni
siquiera porque debiera, me dan ganas de estar mojándome en la
carretera austral. Haciendo dedo, comiendo una empanada cerca de
Temuco. Pensando que si llego a Valdivia, podré sentirme pleno.
Este día, partió con un aire sureño. Raro, algo atípico. No sé, algo
extraño en el aire. Ahora que el día se fue y que para todos lo más
importante del día fue el partido que practicamente perdimos con
Venezuela, para mí una de las cosas más importantes fue sentir como ese
aroma a bosques se desaparecía. Y con él, las cosas que hoy en la
mañana existían y ahora no. Algo así. Como un vaivén de recuerdos
fundidos con algo de nostalgia. Como algo tierno mezclado con llantos
en el suelo. Como una risa disimulada estando ebrio.
Como un sueño perdido entre las sábanas.
Y ahora, si miro hacia afuera, hacia la ventana, sólo veo árboles en
movimiento, yendo hacia atrás, marcando dirección. Y me dan ganas de
salir con cualquier cosa puesta y llegar a estación central y subirme
al tren y escuchar música. Y pensar que algún día, todos los días
podrían ser así. Y que no me dijeran pobre, porque iría contento,
feliz, viajando así.

Así.


Y no me digas pobre
Por ir viajando así
¿No ves que estoy contento?
¿No ves que voy feliz?

Viajando en este tren,
En este tren al sur...

martes, 25 de agosto de 2009

Ventana universitaria.

Llevo más de 20 minutos mirando como la pseudo-escarcha se derrite de la ventana. La pantalla estaba vacía y comencé a teclear esto para que el tipo que cuida la sala no pensara que estoy haciendo nada. Es precisamente lo que estoy haciendo: nada. Las gotas se acumulan en la base y, por una falla en la construcción, una pequeña poza logra colarse hacia adentro, goteando sobre la mesa del computador 23.
Se supone estoy haciendo un trabajo. Ahora debería estar en clases, pero el profe nos mandó a investigar. Mi investigación no me llevó más lejos que la sala de computación, mientras el resto de mis pseudo-compañeros deambula por la biblioteca. La sala está prácticamente vacía. Dos tipas, el tipo de la sala, yo y el zumbido de los ventiladores de cada computador. No es la primera vez que escribo desde estos Mac's.
Estoy pensando en todo. En todo y en nada, como dice el cliché que he repetido varias veces. No sé si es lo correcto en este momento. Tampoco si viene al caso o no. La cuestión es que algo lo detonó y no sé si fue el metro, el olor en mi bufanda, las fotos que vi anoche o las canciones que escucho ahora. Cuando me bajé del metro aun quedaban 5 minutos para entrar a clases. Corriendo. Me tomé mi tiempo e incluso me tiré en el pasto que descansa bajo la virgen en el patio central. Entré 10 minutos tarde. A nadie le importó.
No sé si es porque pienso que estoy dopado o algo (por las pastillas nuevas que tengo que tomar para la cabeza. Me encanta leer los efectos colaterales que dan. Pienso que cada uno es una posibilidad tan posible de lograr como el supuesto efecto esperado), pero tengo la cabeza sumida en cosas que pensé superadas. O sea, que ya no daban tanta vuelta por aquí. Y sí, están superadas, olvidadas. Mas que olvidadas, enterradas: visibles, con testimonio de que algún día estuvieron. La cosa es que rondan, de nuevo, pero son distantes. Lejanas, perdidas y sin ninguna relevancia. Se sienten, claro, tanto como en su día fueron importantes. Como cuando entraba: venía un grupo de colegialas rebeldes que de seguro faltaron al colegio. Hablaban de comerse a tal y tal tipo. Hablaban de puras huevás teenagers. De alguna forma, sus palabras, sus gestos, me repudieron. Me sentí inocente. Y eso que me queda claro que inocente ya no soy. Hace tiempo que no, pero me sentí indefenso, chico. Antiguo. Me sentí un torpe, como en una fiesta donde todos "poncean" y se besan sin interés y yo creyendo en el amor or something. Como cuando quieres y no te quieren. Inocente, niño. Sin abrir los ojos (los tres), durmiendo, viviendo de cuentos felices. Me sentí como cuando tenía cero esperanza en la gente. Como cuando pensaba que todo el mundo es un asco. Una mentira disfrazada de felicidad. Una enfermedad disfrazada de normalidad. Un antro pervertido disfrazado de cariño. Just like that: el mundo hecho un asco.
Eso nunca se va del todo.
Antes pensaba mucho en eso. Como dije, nunca se va del todo: queda ese sentimiento automático en el fondo que te provoca refugiarte más de la cuenta. Que te provoca preguntar dos o más veces antes de aceptar algo como verdad. Los presentimientos no ayudan. Esa, según algunos, "buena cuea" para lograr enterarse de todo, tampoco. Al final, lo único que provoca es retraerse. Contenerse. Y cuestionarse si uno está a salvo o no. Si alguien realmente puede quererte de verdad y no sólo por algo más, por interés. De si la vida es tan espeluznante como la comienzas a ver cuando cumples edad para y el mundo te asalta con seguros de vida, con pólizas, con cuentas corrientes. Con hipotecas y con crédito. De si realmente estaría mejor aun jugando con mis soldados y legos. Esos juguetes de plástico que hoy en día los suplen los juegos en el pc y las películas. Los cuentos y fábulas infantiles que hoy se transformaron en cuentos sobre amores lejanos, caídas, muertes y dramas. Casi como los que escribo sin querer.
Y qué pasa, ¿qué pasa cuando en un momento, quizás, puedes llegar a pensar de que sí puedes estar a salvo? ¿Perdiste la cabeza? ¿Estás dopado? ¿Encontraste algo que te faltaba?
Supongo que me siento a salvo. No, sí, me siento a salvo. Algo paranoico, claro, pero es es relativamente normal.
Whatever. Estar tanto rato aquí sentado con tanto zumbido me llevó a pensar cosas que ni siquiera debería estar pensando. Yo estoy bien y esto no viene a esa onda. Además, las tipas ya se fueron y el recreo está por comenzar. "Recreo". Entre-clases, queda mejor. Ventana, break, descanso. Pero yo ya descansé. Yo ya volví a la actividad. Creo, no sé cuanto me la compro. Sólo espero que las promesas que me hice a mí mismo las cumpla.
Cresta, me estoy yendo por las ramas de nuevo.
Mejor salgo y a fumar.
Y salir de este paréntesis y retomar donde estaba.
Punto final.

jueves, 20 de agosto de 2009

Sleepy.

2 hours to wake up, and I'm still awake. And, this time, there's nothing wrong, just all kind of stuff in my mind, u know. Memories, some songs, pictures, hours and words. A thought that is making endless circles inside, wondering myself about all the stuff done the last three weeks. All the information, all the moods, all the fun.
And, I don't care a shit what the world could say about this, because it's totally fine to me: I love you.
In every single way.



"Good night".

-6:22am.

martes, 18 de agosto de 2009

(Ir)responsables.

Está más que claro que el invierno se atrasó y ahora que le queda relativamente poco, empieza a tirar todo lo que tiene. Como que todo se atrasó. Hubo, sí, un periodo de tiempo que se congeló y quedó como un gran espacio en blanco que llenar. Por ende, todo lo que tuvo que ser ahí, se aplazó. Como los días recostado mientras afuera cae un monzón casi amazónico. Curiosamente, y de verdad sin ningún problema, todo ese tiempo postergado hoy se da y no produce ningún atado. Es como si estuviera hecho, o pre-pensado, para que así fuera. No hay de qué quejarse. Todo volvió al lugar donde, se supone, debía estar. Y yo, bueh, yo, estoy donde quiero estar. Y nadie puede culparme por ello.
Las cosas que hoy existen, fueron las que antes se pensaron imposibles. Como ir con buena cara a la u. Como comer sopaipillas en la calle. Como descansar un rato en una cama impregnada en un olor exquisito. Como apostar a que dos perros desaparecerán (?).
Hoy, todo está donde quiere estar. Y la lluvia es prueba de ello.
¿Qué suena hoy?




Sí, eso suena hoy.
(:

jueves, 13 de agosto de 2009

69276D2068657265206A75737420666F7220796F752E00

Y si uno se siente tan solo, tan tonto, tan cerrado y el mundo se ve en colores inversos, ¿qué hace?
A ver, si definitivamente sí se está solo-solo, nada. Tirarse por ahí y stuff. Morir y algo.
Si no se está tan solo, ignorar un poco y simular que si se está para darle más drama al asunto.
Si no se está solo, quizás hacer lo mismo. Quizás hablar un poco más.
Ahora que lo pienso, nada es tan terrible como solía ser. Cuando me di cuenta de que daba lo mismo el tema, podía relatar toda una historia igual. Y en una de esas, recibir algo más útil que un "uh, te entiendo". Bastó con probar. Bastó con tropezar.
-Marea baja. Borrador, 2006


Yo no sé qué onda. Supongo que tampoco me incumbe. Tanto. Pero es algo que no puedo evitar, ¿sabes?
Porque al final creo que... amm... no sé.
Sólo espero que la vida salga bien. Sólo espero que cuando llueva fuerte y estén cayendo rayos, veas afuera que me estoy mojando en la entrada de la reja. Porque si bien me queda claro que no mucho puedo hacer, sí puedo estar.
And I'm.

7920736F6C6F206573746F7920706F7271
7565206573636F67692065737461722061
686920706172612074692E0D0A7920736F
6C6F2065737065726F20706F7271756520
6573636F67692065737065726172746520
612074692E0D0A7920736F6C6F20696E74
656E746F20636F6D6F20756E206275666F6
E206861636572746520726569722C20706F
72717565207475206C6F2076616C6573207
0617261206D692E0D0A7920736F6C6F206D
65207072656F6375706F206375616E646F20
657374617320747269737465206465206C61
206D69736D6120666F726D6120636F6D6F2
06375616E646F206D652072696F207369206
5737461732066656C697A2E0D0A7920736F6
C6F206C6F2061636570746F2E207920736F6C
6F206C6F206861676F2E20706F72717565207
46F646F206573746F2C20746F646173207475
7320636F7361732C20746520686163656E206
12074692E0D0A7920742065726573206C6F20
71756520796F206573636F67692C2065737065
726F2C20696E74656E746F207920706F72206C
6F20717565206573746F792E0D0A6F6E6C7920
796F752E00

Tic de ceja.

Él estaba sentado mirando la cartelera, fumando un cigarro mientras la gente pasaba por la calle con poca prisa. La lluvia trataba de salir pero nunca cedía y las calles se llenaban de un olor a cocina e invierno. Su orejas, escuchando música, se perdían entre imágenes e ideas. Tratando de pensar algo original, algo distinto. Una idea ya fue descartada y el plan, ahora, es ser distinto: algo totalmente nuevo. Sin precedentes. Like a surprise.
No es una presión. Tampoco un nudo en la garganta tratando de ahorcarlo, pero sí quiere hacerlo. Quiere entregar más y tiene que ser de una forma única. Pero hasta ahora, su cabeza no ha procesado ideas que sean realizables, o transportables a la realidad. Salir en un mapa en internet no es tan probable. Menos un mensaje en avión.
Quizás -puede ser-, es una parafernalia propia. Las ganas de salir de los esquemas. Sería tan fácil con un par de palabras, pero la idea es que sea especial. O memorable. Igual, para él, es entretenido tratar de pensarlo o tirar ideas. Hacer el brainstorming. Imaginarse las caras y reacciones.
Él ahora come un chicle. Lo masca, tratando de apalear el olor a cigarrillo. Sigue mirando la cartelera -un tanto pobre, casi nada que salve-, tratando de buscar en su memoria algo que...
-Hola.
-Hola -responde quitándose un audífono.
-¿Entramos?
-Entramos.
El tipo se detiene, mira disimuladamente a su alrededor, hacia adelante, hacia sus ojos, y cae en cuenta de que está bien. De que todo está bien. Y que necesita pensar algo más tranquilo no más.
Camina y entra en el salón.
El tipo, es feliz.
Completamente feliz.

martes, 11 de agosto de 2009

Sopaipillas.

¿Quién dijo que nada puede ser mejor?
Y a cada rato me sorprendo más.
(:

jueves, 6 de agosto de 2009

Breathe.

A veces sólo me paro y me quedo quieto y callado. Como un niño, tranquilo, sólo mirando. Expectante, con ojos grandes absorbiendo todo lo que pueda pasar.
A veces sólo me paro y camino y hablo mucho. Como un tipo cualquiera, conversador, activo. Distraído y relajado, havin' a great time, dude.
Sea cual sea la forma, dento o fuera, hay cosas que no puedo explicar. Y para ser sincero, tampoco me importa explicarlas. Sólo sentirlas. Son de esas cosas que no tengo palabras para poder describirlas, porque si lo hiciera, sólo caería en clichés y sustantivos más que manoseados. Y ese detalle, que sea difícil de expresar en palabras, le da algo más. No sé, algo que te hace pensar que "oye, esto no lo puedes explicar, esto es más grande que tú". Es más grande que yo. Por eso no lo explico, por eso sólo lo demuestro lo mejor que puedo. No hay otra forma, no tiene explicación. Las cosas importantes no tienen explicación. Las cosas importantes se hacen no más. Y se viven.
Y te hacen disfrutar hasta el respirar.
Sobretodo si, la respiración que se siente, no es la propia.

lunes, 3 de agosto de 2009

Horas que acumulan minutos.

Las horas que acumulan minutos. Eso lo escuché en una canción. Hoy es lunes, madrugada, con frío, quinta región, entre Villa Alemana y Belloto -o Quilpué-, pieza al lado de la escalera, segundo piso y a media hora de que el metro comience a funcionar. Y muy por el contrario a lo mal o deprimente que pueda sonar, las horas han acumulado minutos. Y algunos, bastante buenos. La mayoría, se contrasta demasiado con varios minutos guardados.
Uno muchas veces no cacha qué onda. Uno se pone en tal pará y piensa que todo será así. Mala o buena, da lo mismo, si uno lo cree así, al final termina viéndolo todo de la misma forma: todo blanco o todo negro. A veces, uno puede estar con una idea o un rollo que da vueltas infinitas veces y basta salir un rato, irse a un lugar lejano o poco habitual, conversar, mirar la ventana del tren, pisar una plaza escondida, estar en una casa con onda y ni darse cuenta de la hora. Un poco de eso basta y sobra y a uno le cambia toda la frecuencia. Como que el campo limpia, una onda así. Y no sé po, como que se sueltan las ideas, los rollos, la quijada; y retoma la gana y todo eso. Y uno se siente algo más libre, algo más inundado de un aire con cero smog. Puro.
Quizás, unas palabras de aliento más y además, alguien te lee de pies a cabeza y uno sólo ríe porque todo es verdad. A veces, uno no asume cosas que en realidad pensaba hasta que alguien ajeno o desconocido te lo dice. Y uno cae en cuenta. Y cacha, le puede poner nombre a algo que parecía tan difícil de reconocer.
Y al final del día, todo son sonrisas.

Minutos. Sigo acumulando minutos. Quizás con otro aire, pero con las mismas cosas en la cabeza : la misma buena onda, la mismas ganas, la misma confianza y los mismos sentimientos. En un momento, pensé que me habían enseñado a volar y de la nada, en pleno vuelo, me cortaron las alas o el motor y paf! a suelo. Pero ahora trato de pensar que era más que nada que había que volar bajo un rato. Todo pasa por algo, y esto, ni nada, es la excepción. Los finales no son finales, dicen. A veces algo tan irremediable parece así porque algo se agrandó de la nada. Uno puede que tome lo más mínimo y si lo infla demasiado, parece un gigante, cuando es un globo lleno de aire. Y a veces, las cosas más grandes o importantes, se minimizan porque uno no sabe cómo actuar cuando se lo presentan por primera vez. Es así la cuestión del aprendizaje. Y todos, a cada rato, estamos aprendiendo.
Y es más fácil aprender riendo que llorando. Pero llorar es necesario para reír. Y yo cacho que ya pasó el tiempo de llorar, ahora queda reír e intentar caminar de nuevo. Intentar otra vez. Se puede partir de cero, o se puede partir de las cenizas, da lo mismo, se puede construir igual.
¿Yo? Tengo lista mi pala, el cemento, el overol y la sudadera. Y las ganas.
Ahora, sólo ver que se puede hacer.
Y reír.
¿No?
Sí, totalmente sí. Total, hacer el loco o algo son cosas que uno puede sentir bajo la piel, pero también se pueden esfumar. Uno tiene que tomar las oportunidades no más. Y dejarse llevar por lo que uno siente en lo más profundo de uno mismo. Y desde ahí, desde adentro, tirar una línea hacia adelante y caminar. Porque si uno jura y se re-jura a si mismo que algo vale la pena -toda la pena, toda la posible pena y más-, hay que hacer todo al alcance de la mano para seguirlo.
Y yo, hasta el día de hoy, creo que vale la pena.
Completamente.


(:

viernes, 31 de julio de 2009

Quick post.

A veces, ser sincero es más difícil de lo que aparenta. En realidad, ser sincero es más fácil de lo que aparenta. Es sólo que el miedo pesa e invierte la dificultad de las cosas.
Hay que relajarse. Hay que dejarse llevar.
Nada es tan terrible cuando ya no quedan murallas reales de pie, sólo las que imaginó tu alma.


jueves, 30 de julio de 2009

Tomar las riendas después de caer.

Oh simple thing where have you gone?
I'm getting old and I need something to rely on
So tell me when you're gonna let me in
I'm getting tired and I need somewhere to begin

So if you have a minute why don't we go
Talk about it somewhere only we know?
This could be the end of everything
So why don't we go
Somewhere only we know?



Sí, sí, perdí el control. Pasa, puede pasar. Ahora estoy en ese extraño estado intermedio. Volviendo a reforzar, tratar de levantar la frente. Pensar, que aunque los miércoles pueden tener errores fatales, bestiales; se pueden olvidar. Borrar... pensé en escribir cuando de la nada leí un mensaje y recordé que había una entrada que escribí hace un tiempo y que retrata exactamente lo que en este segundo podría y querría decir.
Primero un fragmento, y el link.
A veces, releer atrás, puede darte fuerzas y recordarte por qué estás donde estás. Y por qué anhelas tanto lo que buscas sin parar.

¿Te imaginai? Que pudiéramos cambiarlo todo. Sería tan fácil, tan sencillo. Es como cuestión de atreverse, igual. Quizás, así mitigar cuando duele adentro y es por las puras.
Que tal si... ¡vámonos! Demos un paseo lejos. Olvidemos a todos por un día. ¿Fumemos? ¿Tomemos café?
-Extracto de Reloj de sol.

La leo y pienso ahora que todo lo que ahí pudiera salir escrito aun está dentro de mí. Tal cual. Exactamente igual. Y hubieron tropezones. Hubieron caídas, pero pasaron. Quedaron atrás.
It's not so hard. It's complex, but every hole has an exit.

miércoles, 29 de julio de 2009

Note to self. Rollos mezclados con realidad.

La ciudad está atorada, dormida e inerte, mientras tus dedos -de nuevo y al parecer como siempre- lo único que tocan son las teclas negruzcas del teclado. Un cigarro muere en el cenicero de madera, mientras tus ojos tratan de mantenerse abiertos, no por sueño, si no por creer que algo sí puedes ver.
Estás solo, sumergido extrañamente en un estado de ánimo que te sienta de lo peor. Es una suerte de caída, libre, sin final, que continúa y continúa, dejándote exhausto de nunca parar. Tus labios, ahora, están secos a pesar de la bebida con un poco de ron que descansa algo más allá de la cajetilla semi-vacía. Secos, algo trizados, quizás, como si hubieras comido de la arena del desierto. Como si ya no los usaras más. Tus ojos, cansados por quedarte a estas horas sin hacer nada, tienen la mirada perdida en la tecla "v", esperando ver si las tecleas, contando las veces que la logras presionar. Tus manos, actúan por inercia, recibiendo los impulsos de tu perdida cabeza sin chistar. Frías, algo más torpes de lo usual y parecieran incluso que se secan.
A veces, como ahora, piensas que te cansas de todo. De estar, todos los días tratando de ser optimistas -o algo similar- por tu bien. Tratando de llevar una falsa sonrisa cuando sales y sabes que no estarás solo deambulando por la orilla oscura, y tratando de ser el Felipe que es ocurrente y dice cosas que casi nunca tienen sentido. Y que te caes. Y a veces, haces reír a los demás. Menos a ti. Si las cuentas, son tan pocas veces las que te has reído de verdad con una tontera tuya. La mayoría de esas veces, porque hiciste reír a alguien que te importa. Y ahora, cuando estás aquí, cuando es de noche, cuando son pocas las personas que se atreven a dejarse llevar por la hora AM y evitar soñar, te das cuenta que aunque quisieras tirar un chiste, no podrías. Daría lo mismo, tampoco nadie lo podría escuchar.
Esto es un estado un tanto bastardo. Maricón, si se le puede llamar. Un chiste demasiado negro, una ironía que no necesitabas escuchar. De repente todo negro. De repente una pequeña mancha blanca que aparece y crees que puede ser una salida. De repente, de la nada, en una sola palabra, comienzas a dudar. Y echarte. Y llorar.
Te sientes y te ves estúpido, por eso ahora evitas el espejo a toda costa. Tonto, algo necio y bastante torpe. Entumecido. Moliéndote a palos a ti mismo pensando en que estás atorado, dentro, con algo que grita y que no se calla. Y que lo sigues, le haces caso y tratas de triunfar, de salir de los problemas, de conseguir lo que buscas y pareces que se perdió. Extraviado, como niño chico en una ciudad capital, buscando a alguien con una cara conocida. Una sola cara, que desearías volver a ver una y otra vez de cerca y tratas de tocarla y cuando tus manos la alcanzan se desvanece y las luces se apagan y ni siquiera puedes ver más allá de tus propios brazos. Y comienzas, como si fuera una tonada melancólica y terminal, a tocar en tu cabeza una y otra vez todos los posibles escenarios, todas las posibles cosas que podrías ver que serían fatales, que te dejarían traumado y que por alguna razón sabes que han pasado y que a pesar de no haberlas vistos, puedes recordar las caras y los actos que tú viviste se mezclan con caras ajenas y sientes que no estás, que eras un expectador y que viviste algo que nunca te perteneció. Y te sientes patético, cuestionándote si lo que viviste si fue tuyo, y te respondes y dices que sí, pero caes en el juego, te metes en la tonada y ya no sales y te lamentas y te odias y sólo están todas estas imágenes en tu cabeza torturándote más de la cuenta sobre cómo un mañana será tan distante. Y cómo el ayer, lo que quedó tapado por las semanas, se desvanece y se licúa a pesar de tus propios deseos.
Y te cubres la cara y piensas que "cresta, pero si estoy intentando, en serio, estoy intentándolo y no tengo que caer, no tengo que dejarme perder así, no si es algo que busco, no si es algo que perdí por una razón que se pudo evitar". Pero te excusas y te mueres de miedo por pensar que sí, que ya se fue. Que en el fondo, 3 días quedan en una lista que te dieron y que la única hora posible pasará frente a tus ojos y llegará el final de la lista y dirás "sí, perdí"... Y, sabiendo que ese momento será el peor escenario, te ves ahora y dices "¿qué puede ser peor que esto?". Es como si estuvieras desistiendo, tirando la toalla y te detestas por eso. Porque en realidad, no es consecuente a lo que buscas. Pero estás cansado, sabes que intentas, que seguirás intentando, pero estás cansado, tus pies ya no pueden más. No si estás tan solo, no si no hay nada que te diga "huevón, sigue, camina, tienes oportunidad, tienes una meta que se puede alcanzar". Ningún indicio, nada. Ninguna señal.
Por alguna razón piensas un escenario donde estás y alguien muere y no eres tú. Y revisas sus cosas, lo último que dejó en este mundo y huele a su persona. Y es como ahora, con las cosas que tienes y sólo sientes que todo se fue. Y sólo esto resta. Sólo los objetos inmóviles que recuerdan cada cosa y que mantienen el aroma que ya no está. Y puedes sentir casi como te hablas a ti mismo, con tu boca seca, a palabras sobre lo tonto que eres y lo que deberías hacer. Y que odias este preciso momento y sientes que hay palabras en el ambiente que entorpecen todo y que se oyen, todo el mundo las oye, pero nadie se atreve a decirlas. Que todo el mundo lo sabe y nadie dice nada. Y, la única razón que se te ocurre para ello, es que cualquier tema que tenga que ver con ello sólo se quiere ignorar y enterrar. Y ahí es cuando mueres. Ahí es cuando tus ventanas se cierran tan fuerte que el cristal se rompe y vuela por todos lados como cuchillas esperando carne donde impactar.
Y te arrodillas en la cama y recuerdas todo: la conexión, los roces, las casualidades, lo que pasó. Las palabras, las cosas que aprendiste y cada mínimo momento donde podías sentir incluso tu alma tranquila. Esa, que ahora crees que se destroza mientras más tecleas.
¿Y qué resta ahora? ¿Qué resta ahora mas que prender otro cigarro y fumar?



Sientes que tus nervios se hacen pedazos, junto con el resto de tu caja toráxica. Es como si todo lo que pasaste, toda la pena y todo lo que vino por consecuencia se resumen a este momento. Se mezclan, se funden y te atrapan, materializándose en una celda fría y cortante. La perdición, el final. Es como si todo lo que pasó antes, los mismos momentos que se repiten, te calaran y se incrustaran en tus pulmones, vértebras y corazón. Las mismas palabras, la misma indiferencia fría y cortante y las palabras que toman mucho más tiempo en llegar. Porque toman mucho más tiempo en decirse. Porque, básicamente, ahora puedes esperar, porque ya no tienes la misma relevancia. Ya perdiste la importancia fundamental. Bienvenido de vuelta al cajón del resto del mundo.
Por la puta, mírate. No, mejor no lo hagas, pero date cuenta qué está pasando. Estás perdiendo el control, te estás desesperando. Estás sientiendo la desesperación, la pena, sasonada con celos. Te estás saliendo de equilibrio en la balanza de entre lo que sientes, lo que quieres, anhelas y quieres batallar por recuperar; y lo que te detiene, la gente que te pone la mano y dice "no", el futuro, el destino (¿destino? no sabes si esa sea la palabra, no sabes si dejar caer el peso sobre eso sea lo justo, muy después de que te dicen que el destino te depara todo lo contrario. La felicidad), la realidad. Un lado pesa más ahora que el otro. Y no es el lado correcto. Y frunces el ceño y aprietas los puños pero desistes de golpear la mesa. Podrías despertar a alguien y mejor sólo tecleas y tecleas a ver si algo del dolor puede salir. Piensas, que ahora da lo mismo si haces lo correcto o no. Que en realidad, sólo quieres hacer lo que quieres hacer. Y que te importa una mierda el resto del mundo, sus susurros a lo lejos y que sólo quieres correr y abrazar y dejar que tu cabeza pierda el mando y hacer lo que sientes. Y pensar, de verdad pensar, que puede ser así, que es sólo el silencio de los inocentes -el miedo colado entre tus cabellos- lo que calla todo alrededor de esta vida. Que todos los obstáculos ya desaparecieron, que ya no hay nada real a qué temer, más que al receptor mismo, a lo que hay dentro de su cabeza y sus pulmones... Pero no sabes, no tienes forma. No puedes hacer nada, nada sin una mínima señal, sin un mínimo indicio. Uno solo, positivo de que sí puede pasar. Eso mismo que esperas y que puede ser negativo como lo es hoy. Un indicio más en contra. Como Harold Crick anotando en su agenda a cada rato una cruz en el sector de la tragedia. La comedia, quizás, con un par de cruces, pero la otra hoja tiene ese mismo número multiplicado por mil. Y sólo dices: "This may sound like gibberish to you, but I think I'm in a tragedy
".
Y ahora, en este momento, es así. Y aunque la realidad es más extraña que la ficción, ahora sólo desearías un pedazo de ficción, un giro drástico y esperanzador del guionista para salvar a tu personaje de sacarse el pelo con las manos...
Y nada pasa.

Tratas de contar hacia atrás. Pero desistes al ver que cuando usas la palabra "atrás" es cuando con más fuerza vuelven los recuerdos. Cuando más ganas te dan de derramar gotas saladas sobre la mesa porque piensas que todo así quedará: como un recuerdo. Como una anécdota sin importancia dentro de todo lo que tapará el futuro. Un fin que no sabías, que nunca notaste porque pensabas que el mundo giraba en paz. Pero sólo una triza, sólo un segundo de perdición dentro de una neblina espesa bastó para que se marchitaran hasta las flores que no habías puesto. Y mides, piensas y repasas lo que te han dicho voces ajenas: "es algo solucionable", "no es un gran problema, sólo es una confusión", "un malentendido", "sólo fue una tontera, se tiene que reaccionar"; para pensar que quizás fue así, pero que todos se han enterado, menos las personas que tienen que saberlo. Que con ojos cerrados no pueden ver nada, mientras su piel entumecida y congelada no sabe lo que busca. La idea, era tratar de ayudar a eso. Pero no puedes. No, cuando tú eres parte del problema. No te corresponde. No puedes hacer nada más. No se te deja hacer nada más.
Y ahora, ahora sí, ya perdiste todo control, toda noción de inteligencia o sutileza o entendimiento y lloras y lloras y lloras y lloras. Y lloras porque piensas en todo (y no lo puedes evitar) y porque mañana tendrás que tomar control de nuevo y olvidar toda esta pasión que te consume ahora. Que tendrás que retomar tus ideales muy a pesar de que el mundo te señala con el dedo y te tilda de perdedor. Retomar tus energías, tus creencias, tus ganas de alcanzar una meta a pesar de que el reloj mismo te escupe en la cara. Y seguir pensando mejor, tratando de resonar en una onda buena, quizás de esperanza. Y eso es lo que quieres. Ese es el mensaje que quieres dar. Pero ahora, en este momento, te la ganó la pasión. Te la ganó la pena, te la ganó la soledad.
Mañana sabes estarás de nuevo en pie. Mañana sabes de nuevo seguirás estando con la frente en alto, consecuente, firme, perseverante. Mañana, cuando despiertes, porque hoy, este round, lo ganó la soledad.

Y de la nada oyes las excusas. Las palabras de consuelo. Las mensiones honrosas... Y sólo quieres taparte los oídos y gritar que lo sabes, que ya no molestarás, que ya entendiste el mensaje, que tu importancia ya se esfumó y que ya no queda nada más para ti aquí.
Y el silencio retorna y la vida gira y gira, porque es tu problema y no tienen gran importancia para el universo en general. Por ti compadre, por ti y lo que te quema dentro, el mundo no temblará ni dejará de girar. Sólo tú morirás esta noche empapando la almohada hasta despertar. Hasta que retomes donde te quedaste, aun recordando las mismas palabras que quemaron tus ojos hoy y ayer. Tus ojos y tu soledad. Sólo tú morirás esta noche, hasta que mañana, trates de sostener tu propio peso de nuevo y aguantar los palos de tu mala pata y todo el viento en contra...

Y, ahora, el cuarto de nuevo está vacío. Igual que tu pecho.
Y tus brazos, también...


It's the best thing that you've ever had, the best thing that you've ever, ever had.
It's the best thing that you've ever had; the best thing you've had has gone away.

Don't leave me high, don't leave me dry.