lunes, 9 de noviembre de 2009

Four phrases.




A veces uno tiene la manía de mirarse en el espejo e inspeccionarse. Mirarse y tratar de ubicar si es que falta un pedazo de piel, una oreja, algún pelo. Algo. Tratar de averiguar si es que la sensación de estar incompleto se refleja en el cuerpo.
A veces, para estar completo, basta un café, un frappé, un cigarro. Quizás un chocolate. En ese sentido, da lo mismo, pues la sensación termina durando un par de minutos y se va. Y el vacío, los cajones abiertos sin nada adentro, quedan expectantes, preguntando con voz seria cuando llegará algo.
La gente jura que cuando uno está vacío tiene que esperar. Que el mundo se alineará para completarlo. Que el destino es lo suficientemente buena onda para darte todo en bandeja de plata. No es tan así. Y si pasa, generalmente da lo mismo: llegue lo que llegue de ese modo, se va tan fácil como llegó. La vida, o lo que sirve en ella, es en relación a la dificultad de obtenerlo. O perderlo. ¿Y qué pasa si uno gasta su vida y más? ¿Qué pasa si uno invierte o da todo lo posible dentro de uno por más? Es una apuesta. Uno puede perder o ganar. O ganar y perder y luego ganar. Y uno tiene que estar lo suficientemente seguro de ganar para apostar, o sería una completa locura. Personalmente, nunca estoy lo suficientemente seguro de ganar. Pero aposté. ¿El resultado? Está a la vista: estoy feliz.
Y estar feliz no significa tirarse a las flores. Significa gastar más, esforzarse más. Entregar más de lo que uno dio como pie de la cuota. Ser más. No es una lata, porque en el fondo, uno obtiene su parte de felicidad. El resto de la misma llega cuando la sonrisa que querías dibujar en tu cara la terminas dibujando en la cara que tienes al frente.
Cuando veo tus ojos, achinados, con los pómulos altos y mostrando los dientes, todo termina completo. Caerse al suelo, decir una tontera, algo, por muy estúpido que sea, termina siendo lo mejor si es que ríes. Curiosamente es cuando lo haces que todo valió la pena. Todo atrás. Incluso las páginas amarillentas y un tanto arrugadas.
Todo valió la pena cuando me abrazas y siento que respiras con dificultad. Con una canción de fondo pegada en tus orejas. Como una tonada -de alguna película que hemos visto- con lágrimas, tuyas y mías. Quizás comer ravioles o caminar de la mano en silencio por las mismas calles que nos han visto juntos y separados una y otra vez. Quizás solo estar tirados en tu cama o en la mía, casi durmiendo o compartiendo secretos. Todo termina valiendo la pena. Todo: el mundo, la gente, los días trabajando, los ridículos, los idiotas, todo se banca y termina valiendo la pena.
Puede ser que te enojes, puede ser que te pierdas un día dentro de las películas tristes. Puede ser que no estés de acuerdo, que me mires y pienses que estoy loco. Puede ser que todo pase al mismo tiempo, pero aun así, si vuelves a reír, es suficiente. Si es tu cara la que refleja que sí estás -mirándome fija tratando de ponerme nervioso-, es suficiente.
No pido mucho. Quizás nada. Sólo pido que sonrías. Sólo pido que cuando las mareas pasen, que cuando abra los ojos y el viento deje de soplar, me mires y te rías. Aunque ya no tenga brazos, aunque esté en coma.
Aunque todo el mundo se haya disparado en la sien y las tiendas esten cerradas.

Digo todo esto porque la vida pasa. El mundo gira y nadie tiene suficiente poder para frenarlo. Lo digo porque en el caso de que mañana ya no esté, este es mi testamento, mi salvavidas. Quizás mis últimas palabras o las que me gustarían que fuesen. Lo digo porque mientras esté aquí, no me canso de ver tu cara, acostarme en tu cuello y escuchar canciones. Lo digo porque hoy, ahora, tengo todo el derecho del mundo de decirte que: i love u more than anything in my life.
And i do.
Yes, u know i do.


Porque, a pesar de lo que algún mal pensado pueda pensar, todas las noches me acuesto contigo. De alguna u otra forma termino pensando en ti.
Y eso -esto, las cuatro frases de something about us, lo que te escribo, lo que las canciones dicen cuando las oigo contigo, lo que me dices, lo que escribes en tus mails- es lo que vale cuando el día cae y se acuesta a soñar.

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