lunes, 24 de septiembre de 2012

Spoiler

Me gusta saber que cuando quiero puedo ser lo más explicativo que quiero. Se entiende todo, a la primera. Y no, mentira, no es cuando quiera: es cuando sale. En el fondo es eso. Es eso lo que me gusta: no tener el control de saber cuándo las ideas que tire sobre el papel, la pantalla o con el arcaico método de mi voz tendrán el efecto que quería. Si será más críptico o claro. Si es que, mi cerebro me protegerá e intercambiará las palabras o las dejará fluir. Esa como selección extrasensorial y ese mutismo y dislexia tan poco practicados que se puede manifestar de la forma más natural -de la nada y sin pautas- al tratar de explicarme, de decir lo que siento.

La gracia de todo eso es que cuando funciona, es bacán, porque lo siento como un logro. Cuando no sucede se presentan tantos tonos distintos que ninguno es mejor que el otro. A veces, incluso, causa mejor efecto que si funcionara y todo fuera tan claro.

Hoy, a mis 26 años, sigo dándome cuenta que mi cabeza es un cúmulo desordenado de ideas inconexas. Una caja cerrada, una cueva oscura donde sólo dentro se sabe si las cosas son o no son. Un libro grueso con más de la mitad de las hojas vacías, donde cualquiera puede llegar y leer, pero no cualquiera entender.
Un pedazo de vidrio, un prisma, tan claro y transparente, tan indefenso; pero que si es visto desde la perspectiva errónea puede ser confuso, desenfocado y errático.


I'm 67 years old. Every day, the future looks a little bit darker. But the past... even the grimy parts of it... keep on getting brighter. 
-Sally Jupiter. Watchmen (2009).

Aun no me pasa. Aun me falta. Quizás cuando tenga 67 años seré capaz de ver todo lo que ha ocurrido hasta hoy y todo lo que es mi vida de la forma más clara. Como película con notitas del director, explicando la toma. Y no es que esté mirando hacia atrás o hacia adelante ahora, no es sobre eso. Es sobre la identidad y mi cabeza y cómo percibo todo lo que me define.

Quizás sí. Quizás cuando tenga 67 seré capaz de resolver los puzzles que conforman mi existencia.
Supongo que ahora no tendría la gracia. Le quitaría el sabor a ser.
Aunque, para que ser tan mentiroso si ya dije todo esto: de vez en cuando sería bacán hacer trampa, un pequeño torpedo y mandarse uno que otro spoiler o solución al acertijo de turno.
Onda, como para cachar no más.

Digo yo.
¿No?

jueves, 6 de septiembre de 2012


Me gusta sentir el viento yendo en mi contra. Y las calles repletas, abriéndose como mares de gente que deambula.
Me gusta que a pesar de que esté con audífonos escuche mis zapatillas al caminar. Y todo este clima extraño, de nubes que actúan como sol.
Me gusta ver los edificios y parques y lugares que componen la historia. Mi historia. Y todo lo que ha ocurrido.
Me gusta escuchar el crujir de las pocas hojas que van quedando, atrasadas de temporada. Y el sonsonete constante, como enjambre, de autos que luchar por llegar primero que nadie.
Me gusta ver como la gente que no se ve hace tiempo se cruza en la calle y se saluda y se promete ver luego. Una sonrisa queda en la cara, que se desvanece al compás de los pasos que se alejan de la intersección.
Me gusta ver la gente que espera en la calle una llamada, un mensaje de texto, un mail que nunca llegará.
Me gusta ver cómo los edificios céntricos, que de seguro hubiera podido serían rascacielos, se tratan de levantar del suelo. Algo más cerca del sol.
Me gusta ver cómo los perros van caminando, haciéndose pasar por humanos por los pasos de cebra.
Y el metro.
Y camino a casa.
Una tipa tiene celular en mano, bajando las escaleras.
Suena.
Contesta: “hola”, le dicen.
Silencio.
“Hola”, responde con la cara sorprendida.