lunes, 30 de marzo de 2009

It should be raining.


Han pasado días desde que me enfrento a esta caja de nuevo. Es que no sé, supongo que tardé en procesar todo el concierto, todo lo que pasó y todo lo que ha pasado.
Lo dije al final de esta entrada, y lo cumplí, estuve ahí. Y fue genial: Radiohead estuvo espectacular.
Es que fue demasiado, el setlist fue demasiado. No sé por qué, pero esta vez no me acompañan las ideas, ni las palabras suficientes para poder describir tal cual pasó -como en la entrada de Muse-, pero sí puedo destacar que fue una larga espera. Que el rato al sol se hacía eterno -no así insoportable-. Que fue bacán, que me encontré con el Dydy y con el Ikari, que estuvieron con la Dani, con la Vane y conmigo en la fila. El Dydy entraba, el Ikari no. El Ikari vendió con la Dani. Que el baño estaba a 6 cuadras, que un hueón decía que conocía a Radiohead desde que nació, que se sabía todas las canciones y era un chanta. Que Kraftwerk era una banda pro y tocaba muy bien. Machine se me pegó. Que estuvimos como a 3 tipos de reja, que podía ver a todos los integrantes, que estaba frente a Yorke. Que si yo fuera gay, amaría a Johnny Greenwood, porque es un músico demasiado excelente. Que lloré como nena con How to disappear completely. La Dani con un pedacito de True love waits. La Vane con Paranoid Android. Que terminé demasiado adolorido, pero valió la pena. Que la Dani a veces no podía respirar y la Vane terminó con una heridas mutantes en los pies. Que después nos encontramos con Copano y ella se sacaron fotos con él. Que nos fueron a buscar al "pilucho" y moríamos de sueño y sed. Que después fuimos a comer al McDonnald's y yo me comí la segunda McFiesta del día. Que no me di cuenta cuando me quedé raja y que al par de horas después ya estaba en clases contando el concierto y esto mismo a un montón de caras espectantes. Que pasó el fin de semana y nosotros aun alucinabamos y teníamos el set list en nuestros iPods y mp4s. Que hasta el día de hoy cuento el concierto. Que esta semana fue máxima, demasiado bacán, demasiado entrete, demasiado tranquila. ¿Dije demasiado genial? Que sé que no tengo más palabras para describir todo lo último, porque es mucho y siento que es un crimen no redactarlo todo, pero mis dedos estan entumecidos y es suficiente con que yo lo sepa todo. Que esta entrada, hasta este punto, no tiene párrafos y todo está con "que". Que ya estoy terminando porque tengo que seguir un trabajo y que yo cacho que mis siguientes víctimas son Oasis. Espero.
Por lo demás, debió llover.

Debió llover.

viernes, 20 de marzo de 2009

Estación Las Américas.


I wish this dream comes true”, dice la canción. Y lo pienso, por un momento lo pienso y creo que no está tan lejos. ¿Qué tal si el sueño se cumplió?, me pregunto. No, aun no. Falta, poco, muy poco, siento, pero aun no. Lo bueno, lento.


Estoy –estaba– en una plaza céntrica de viña. Perdido, luego de un par de clases aburridas, sobre una banca, con un perro cerca de mis pies que tenía pinta de siberiano, fumando, al lado de otro tipo (con 20 años más que yo) que hacía exactamente lo mismo. Sin libro entre manos, claro, pero en la misma onda. Se me ocurre que en 20 años más podría estar así. La idea, me aterra su resto.
En la plaza no sucedía nada mas que frío. Pero, lejos de casa, fuera del refugio llamado pieza ni en alguna banca cerca o dentro de la u, el único lugar que pienso para este tipo de cosas (terminar un libro, escribir, pensar fumando) es en una plaza. O en las rocas, pero no me tinca caminar tanto por nada. Un perro se acerca al tipo de al lado, y me parece gracioso. Me rio. Mientras termino el último cuento que leeré hoy, pasa un tipo que se para casi en frente y prende un cigarro. Lo reviso, de cuerpo entero y me pongo a juzgarlo por como viste. Un pequeño vicio, prejuicioso, descarado; que a veces me da. Lo miro, a sus pies y noto que tiene de esas zapatillas que tiene en el talón una especie de tacón hecho de pequeños resortes escondidos dentro del plástico de la zapatilla. Me doy cuenta que odio ese tipo de zapatillas. Que me parecen chulas, flaites, o lo que sea. No me van, no irían para nada conmigo.

¿Y qué va? Digo, conmigo. No sé qué tan claro lo tengo, pero se me hace una idea. Mi tipo de gustos, de vestir, no es algo tan raro, o tan estrafalario. Menos considero estiloso o digno de imitar. Aunque sé de un par que si lo han hecho, que sí lo han imitado. El otro día dijiste: “ya no las uso porque es como todo po, te puede gustar, pero como tienes ropa nueva te pones lo nuevo, como que pasan de moda, pero igual las usas”. Algo así, pero no. No sé. Igual, ni antes –por cómo me vestía- ni ahora podría usarlas. Igual eso que dijiste me hizo pensar. Que probablemente uno tiene todos los días algo nuevo, algo que llama la atención por determinado periodo de tiempo y luego pasa al cajón de lo rutinario, de lo común, de lo obsoleto. Supongo, se me ocurre, que lo que es realmente importante logra permanecer en el tiempo, situándose como nuevo cada tanto, sorprendiendo constantemente. No aburre. Como un mp3, por ejemplo. Con nuevas canciones siempre. Como alguien que no deja de sorprender, porque su personalidad se lo impide.





Ahora estoy en el metro. Camino a casa. La voz en off acaba de decir que es estación Quilpué. Estoy en el notebook, cerca de una tipa sordomuda que habla con las manos a otra que ríe y traduce a otro tipo que está sentado cerca mío. El tipo de al lado, de probablemente unos 50 años trata de mirar de reojo lo que escribo. No me importa, no es algo que me despreocupe o algo. Curiosos en todas partes.

Estoy pensando y creo que no se me ocurre nada. O sea, pienso, tengo ideas, pero se van, las encuentro tontas o desechables o innecesarias, tanto, que se van y no vuelven y me quedo de nuevo en cero. Es como yo. O sea, como funciono. De ahí mi nula habilidad para hablar. Mantener conversaciones, en realidad. Generalmente no sé de qué hablar, no se me ocurre. Lo que se me ocurre es qué contestar, mis temas de conversación no son de lo más interesante, creo. Me manejo más en el silencio y a veces me aterra aburrir demás a quien se atreva a estar un rato conmigo. Supongo que el que se atreve es porque sabe que puede esperar. No sé.




Miro por la ventana. Estación El Belloto. Miro hacia el sur esperando ver algo que es imposible que vea. Es sólo la idea, o pasarse imágenes en la cabeza de algo que uno vivió. Ha pasado harto.
Leo y se me ocurre que todo lo que escribí no tiene ninguna explicación, o justificación. Pero está. Ya está en letras, ya salió. Y no tengo explicación de porqué.

Ok, llegué a mi estación, mejor cerrar el notebook. O no me podré bajar.

Y si… ¿si no me bajara? Si siguiera de largo hasta terminar algo que pudiera ser algo más que puras ideas sueltas que salen porque tienen gana y que evitan la sobrecarga cerebral, perderme y dejarme llevar por lo que sea y terminar quién-sabe-donde…
Nah, si me perdiera, si me fuera, alguien me podría odiar. Y es lo que menos quiero, prometí quedarme, prometí no irme, no desvanecerme y estar. Y pienso cumplir. En serio.
-Estación las Américas.

-Disculpe, ¿me da permiso?, es mi estación.

domingo, 15 de marzo de 2009

Clocks.


Pucha, es que de nuevo, sí sé que quiero decir, ¿Ok? el problema es las palabras pa' decirlo. ¿A ver, cómo te lo explico? Es que si realmente me dejo llevar e improviso, probablemente todo lo que diga se me va a enrredar más, ¿cachai? Calma,
give me a sec, déja tratar de ordenarme un poco.
O de tratar de cachar bien la idea.

Uhmm, digamos que fue sólo un instante, ¿cachai? Onda... el asunto se alargó más de lo que pensé. Fue un error, sí, pero ya da lo mismo, si nadie es perfecto. Menos yo. La cuestión es que fue, pero, aunque creo que me seguirá afectando cada vez que lo haga, supongo que es algo a lo que debo acostumbrarme a ignorar. Total, como dije, ya fue. FUE.
Rebobinar el tiempo es como tratar de suicidarse sin tener razones. Como ahora, nada que ver, totalmente fuera de lugar, estúpido e ilógico, como siempre. Regresar atrás y recordar lo que uno sintió o pasó en determinado periodo de tiempo, te conlleva a volver a emular los mismos sentidos y miedos que uno pasó. Mal po, fuera de lugar. Nada que ver estar haciendo eso, cuando ahora no tiene relevancia alguna.
Cero importancia.

Bueno, es que hay cosas que no puedo borrar, obvio. Están más lejos de mis manos, entonces, están y se quedarán ahí po. Mirar pa' otro lao yo cacho, única solución. Pero bueno, es que pasa no más, de vez en cuando y no-tan-raramente pasa: te ves, te hundes, te extrañas y rechazas. Pero después desaparece y vuelves a ser quien eres. Y vuelves a entender que todo lo que pasó y que todo lo que te ha pasado, te trae al hoy, sin más ni menos. Todo tenía una secuencia, un tic-tac que no se podía cambiar para llegar al hoy. De haber cambiado un sólo engranaje, probablemente hoy no sería lo mismo. Aunque esos mismos engranajes, te dejaron llorando o tirado en el suelo tantas veces por el largo y espinoso proceso.

Ok, me fui de cuático, ya.
O quizás no, whatever.

En todo caso, después de tanto atado, cuando la pasas bien, supongo que se pasa mejor. Yo cacho.
Pero bueh, para qué ser tan porfiado, mejor dejar de estar tratando de mirar la espiral del reloj hacia atrás y dejar que corra y corra y corra y corra y bacán.
En serio, muy bacán.

Yo cacho que a la larga, lo que quería decir es que no tengo nada de que dejarme caer. Onda, quejas, ninguna. Atados, ninguno.

Eh.... al final, si me leo, creo que no se entendió para nada.
Suele suceder.

(:

Confusion never stops, closing walls and ticking clocks (gonna)
Come back and take you home, I could not stop that you now know (singing)
Come out upon my seas, curse missed opportunities (am I?)
A part of the cure, or am I part of the disease? (singing)

You are
You are
You are
You are... singing.



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Now playing: Coldplay - Clocks
via FoxyTunes

sábado, 14 de marzo de 2009

Ayer - Hoy.

Esta vez nada de ventanas. Esta vez, nada de silencios o puertas cerradas, o puchos demás.
Supongo que no, no caben dentro de este sistema.

A ver, es que no sé, estoy confundido de como hablar. O sea, no, pero es el tilde el que me sobra, quizás el tono o la redacción. Quizás podría empezar como:

"
Felipe está borrando recuerdos del pasado. Se interna en las carpetas más profundas de su computador y borra y borra recuerdos y anécdotas que ya no sirven, cosas de años atrás que ahora dan simplemente lo mismo. Ya no están ni estuvieron, y ahora, que las lee, le parecen un chiste. Se ríe un poco y borra todo. Conversaciones, textos, fotos que se van y no volverán.
Piensa que era tan tonto antes, onda, muy básico, peor que hoy. Y mira al pasado y se para frente al hoy y piensa: cambiado... sí, algo; mejor eso sí, antes era peor. Mucho peor..."

O quizás no.
Pero igual es así. Si me veo hacia atrás, desde el hoy, ha pasado demasiada agua bajo el puente. Un aluvión, probablemente. Y hoy es mejor.
Mil quinientas treinta y ocho mil veces mejor. Incluso me da rabia saber como era, y me avergüenza bastante -como hablaba, mis temas de conversación, mis gustos, mi ropa, mi cara, mi pelo, mi onda, mi pseudo-argumento de vida-. Hoy me avergüenzo menos.

Curioso como los que te conocieron tan tonto y energúmeno antes, siguen hoy. Quizás mutaron con uno, o algo así. Mejor, creo. Algo más estable la realidad.
Pero, bah, ¿quejas? Pocas. Ninguna quizás. Un par, pero no vienen al caso. Entre rosas de mudos, manos frías, cuellos tibios, intruseadas a los bolsos, nuevas propiedades y un corte de pelo nuevo en un viernes 13 muy
cool; caras nuevas y no tanto, programas nuevos en el computador, otra música, otra onda, otras cosas y otra ropa no tengo nada de que quejarme.


Emmm, yep, a mí también me extraña cuando escribo así.
Quizás, si terminara de escribir lo anterior, podría finalizarlo con algo como:
"
Felipe se sienta -estira- un rato, aun con el estómago lleno, y se dice un hombre feliz".

¿Posible?
Yo cacho.
Por qué no.

domingo, 8 de marzo de 2009

No hay otra explicación.

Bah, no me tiren piedras, sí voy a confesar: sí, hace más menos 20 minutos yo creo que estaba mal. O sea, ya, si nunca tanto, medio perdío no más. Un par de cafés, un par de puchos y estoy como nuevo. Creo.
O sea... sigo siendo el mismo de siempre, estoy completo, idéntico a como salí.

Sólo que... más tarde de lo que debí llegar. Ya es domingo por la mañana. La noche ya se esfumó, y en un abrir y cerrar de ojos veo que han pasado más de 12 minutos.
Mucho tiempo.
La nada misma.
Pero suficiente para dejarme llevar dentro de algo que no sé. No es un presentimiento, eso lo tengo claro. Quizás, pesimismo. No lo sé.
Soy muy
cuático, no hay otra explicación.

Es que no sé. No sé por qué cruza por mi mente lo mismo. Quizás producto de las calles llenas de ebrios y huevones fumando en la micro.
Dunno.
Es eso... lo nuevo, lo que vendrá, que yo, siendo viejo, desaparezca entre telarañas y recuerdos de los menos deseables. Quizás el reemplazo de, o no sé. No es mi miedo más grande ser olvidado, mi miedo más grande es perder lo que quiero. Estoy hablando huevadas, demás. Pero... cresta, me da rabia pensar así.
No sé por qué me dejo llevar por esto. Yo no era así -¿mentira?-, no cacho en que pará me estoy poniendo, en serio.
Pero, para hacer honor a la verdad, me pasa po. Me da por pensar así. O sea, son sólo pensamientos sin fundamento ni nada, puro cuento que se me mete en la cabeza y que le da lata salir y tengo que esperar a que se le antoje y huya por un oído.

Lo nuevo siempre asusta. Más a mí. Lo nuevo, los nuevos, lo último, los sapos de ojos saltones y miradas curiosas. Los de más labia, los más estilosos, lo más misteriosos o más entretes. Los
más, simplemente "los más mejor".

¡Horus! ¿por qué demonios nací tan rolliento y pavo?
Soy muy
nerd, no hay otra explicación.

Ojalá que no pase nada. Espero, creo, supongo. Rezaré, yo cacho. A quién, no sé. En estos casos se le recurre al menos pensado. Canalizar vibra cósmica o algo así. Puta, o intentar ser mejor,
mejor de lo que fui, de lo que fui hasta ayer.
De lo que fui hasta ayer...

Ojalá no caiga una tormenta.
Ojalá no se abra la tierra.
Ojalá no me parta un rayo.
Ojalá... nada vuelva a fallar.

Soy muy
huevón, no hay otra explicación.

jueves, 5 de marzo de 2009

Antes de dormir.

La noche está en silencio. Soy un secreto en medio de toda la oscuridad, inserto entre cigarros, bebida y comas y puntos suspensivos.
Hay una sensación en la espalda, un vaivén lento que recorre toda la espina, como cuando uno se echaba Calorub o algo similar. Mi pijama huele a tabaco, supongo que yo igual. Tabaco, colonia y un olor que no es mío, pero que impregna mi polera Levi's potentemente.
Bacán, rico. Podría oler toda la noche.
O lo que queda de ella.

Las horas avanzan, dentro de segundos que se codean por llegar a marcar, mientras siento mi cuerpo sometido a todo esto nuevo que lo envuelve. Esto ya lo pasé antes. Aun así no deja de ser nuevo, extraño, diferente. Pasó, pero es como que fuera un novato. Sé que respiro todos los días, pero es como que hoy aprendí a inhalar. Y exhalar. Mucho.
No me gusta que los días acaben, que mueran negros y yo siga aquí, pero no hay otra forma de ser. No hay otra forma de estar bien con uno mismo, si es que eso es posible.
Veo como este día murió y yo sin darme cuenta estoy atrapado en el mañana.
Tengo miedo. Como siempre. Nada nuevo bajo el sol.
No, error, ya no tengo miedo. Sólo tengo ansias.

Mi cabeza repasa secretos que ya no lo son. Mi pecho se siente liviano por ya no estar repleto de palabras atoradas. Dicen que todo siempre es para mejor. Creo. Espero. Soy la persona más insegura que conozco completamente. Pero a veces, como ahora, no puedo evitar sonreír al acordarme que los nervios que ya no están son los del silencio. Quizás lo que uno cuenta es fome. Pero todo algún día se sabe, lo sé y, por lo demás, es lo mejor. Relaja, aliviana, reactiva más de lo afirmado.
Escuchas y cuentas y con cada secreto se escapa una especie de vapor desde el pecho, el estómago. La cabeza.
Relajo, relajo, silencio. Tranquilo.
Los nervios que quedan son los disfrutables.

Puede ser.

No puedo creerlo. No sé como es que terminé aquí, no lo explico, lo siento. Puede ser que sea mi gran trauma, no quiero hablar por un rato, hazme callar.
No sé, de la manera que sea, sólo no me dejes hablar.
Me siento medio tonto. Con medio cerebro, en realidad. No sé como es que soy tan poco convincente. Tan poco creíble, sueño como un niño que no sabe hablar. Tartamudo y de boca pesada.
Quizás, sigo siendo lo que fui. No sé como es que alguien puede soportarme. A veces ni yo lo hago cuando me leo. Cuando me miro al espejo y veo más allá de los ojos cansados tratando de mantenerse despiertos.

Divago. Harto.

No puedo quejarme. A pesar de lo que soy, de quien soy, lo único que he perdido es lo que no quiero. Y lo único que he ganado es lo que no esperé. Complejo. La sensación permanece después de tanto tiempo a pesar de los tropiezos entremedio. De las caídas, de los golpes, de los ratos tirado en el suelo sin preocuparse por levantarse. Se mantiene, pero no es igual. Cambió. Mutó, mejoró, puede ser. No sé cual es la palabra. Es como las cosas que me carga determinar. Ponerle nombres a las cosas por lo demás, cuando probablemente lo que a mí me importe nunca tenga nombre para el mundo. Los nombres propios son lo mejor.
Los nombres que nacen superan con creces el resto. Al resto.
Uno los mira de lejos, los critica y lo encuentra estúpidos. Y lo son. Uno está "dentro", los mira de lejos, los critica y los sigue encontrando estúpidos. Y lo son.
Uno jura de guata que lo propio es lo mejor.
Y lo es.

Lo es...

Entonces, ¿por qué tanto rollo interno?
¿Porque tanto susto a lo que ya se esfumó?

La reacción, puede ser.

Sólo dos moralejas: deja de ser tan estúpido. Deja de ahuyentar lo que tu mismo esperas ser, vivir y sentir.
Total... quieres -quieres, mucho-. Total, eres.
Total, todo está bien.

¿No?

...








Sí.




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Now playing: Francisca Valenzuela - Afortunada
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