martes, 29 de diciembre de 2009

Encontrar.

Porque a veces la vida nos trata a regaña-dientes. Porque a veces son los pequeños diálogos los que arman una historia y sus nexos y sus puntos más importantes. Porque a veces son las caídas y los vuelcos del sistema lo que al final termina convirtiendo toda la gama de matices en una sola verdad. Porque es a veces lo que se piensa y no se hace, lo que se dice en silencio, los mensajes escritos en papel que nunca salen del bolso, las intenciones contadas y las promesas perdidas lo que refuerzan las ganas de seguir o de tirarse al pasto y olvidar. O son las partidas, los cambios de las personas que conocíamos que se transforman en un completo extraño; o los reencuentros, los abrazos bajo la lluvia, el quedarse sentado en una escalera tratando de superar el fracaso lo que atenúa la caída cuando se derrumba todo. O lo que refuerza los cimientos de las cosas que se construyen entre dos o más personas.

O es la soledad.
O es el saber que, aunque tus ojos están cerrados, habrán palabras susurradas en tu oído.

La vida se construye a base de fallos. A base de reaccionar siempre a punto de perder algo. Son los errores, al final, los que terminan creando los momentos que de inmediato de incrustan en el cerebro. Son esos los que terminan dibujando sonrisas en tu boca. Al final, sí, siempre al final, es el silencio el que termina entonando tu voz.



1 comentario:

Vanessa... dijo...

Súper duper hermano!