viernes, 17 de julio de 2009

Hibernar.

Desde hoy, la vida vuelve a basarse en nada. En esperar nada. Algo así como inercia no más. Lo que salga, a la suerte de la olla. Supongo que es lo que creo, por ahora. Supongo que fue una lata quedarme dormido y no salir y que la Cami no estuviera en casa cuando la llamé y que en realidad el sueño me la ganó y el viernes se esfumó. Y eso que hoy iba a hacer tanto y ya no hice nada.
Inercia. Esa es la palabra. Uno que otro panorama apuntado desde hace días atrás. Uno que otro panorama que es desechable o descartable o totalmente indeseable.

Ahora, como lo pienso, no quería despertar. Desperté, también, por inercia. Ganas de ir al baño o algo así. Tomarme un vaso de leche o algo y dormir de nuevo. No hay mucho que hacer a esta hora. Y mi inbox está vacío, mi celular no suena y tampoco tengo mensajes de texto.
La pieza está completamente oscura a excepción del brillo de la pantalla. En silencio. Y yo que pensé que me había dormido con música.
Supongo que estoy comenzando a hibernar. A obviar el que se iba a convertir en el mejor mes y terminó como lo opuesto. A esperar agosto, para ver si hay algo nuevo más que gatos. Y dormir en septiembre de nuevo para que desaparezca como esa cicatriz que es en mi calendario. Queda tanto tiempo para dormir y tan poco para hacer cosas. Hay tan pocas que hacer para tanto tiempo. Y hay muchas cosas que de verdad hacer, que ya no tienen tiempo. No sé por qué: pero de capricho el tiempo me las quitó.

Esto ya lo había visto antes. No sé, en la tele. En varias series o películas. Como en Friends. Como en Smallville. Era terrible y Ross moría, o Clark moría y luego pasa de nuevo y bien y no. En un caso no, en el otro caso, Ross, si lo logró. Tarde, con muchas cosas encima, pero sí lo logró. No sé si la vida real es tan alejada de las series. O si son tan similares. O incluso, la vida real es más compleja que las series.
Malditos guionistas.
Y pensar que era yo de esos que cuando veía Friends, animaba a Ross. Lo puteba, por tonto. Lo animaba cuando la huevás se le iban a las pailas. Quizás, hasta lloraba con él cuando le iba bien. Y al final tampoco soy un Ross, tengo algo, un poco, pero más soy un Chandler. Y el futuro de Chandler a pesar de tener una vida simplona y tonta, salió bien.
Lástima no tener espectadores. O alguien que esté pendiente de tu historia para putearte cuando vas mal o animarte o llorar contigo si todo salió -al final... eso de los finales está sobrevalorado- bien.

Sea como sea... supongo que comencé a hibernar. Y cuando uno hiberna, espera, duerme, se trata de calmar, el corazón late menos, se respira menos, hay menos movimiento, casi nada de palabras, casi nada de actividad. Y uno se ve pacífico. Tranquilo. Pero nadie sabe qué pasa dentro. Qué pasa en los sueños, en la cabeza, o más adentro.
Como esto, de la incercia. O como ese otro sentimiento de "echar de menos" -porque no sé si tiene otro nombre... ah, sí: extrañar- que ya pasó a otros límites.
Pasó a ser muy real.

¿Nada más que hacer? Será... ojalá poder volver a dormir.


No hay comentarios: