martes, 28 de julio de 2009

Probabilidades.

Estoy -estaba- sentado mirando por la ventana. Viendo como la semana y la rutina comenzaba a inundar de nuevo la vida de casi todo el mundo. Quizás algo de regularidad para todo esto. Algo así. Más normalidad para borrar la anormalidad brutal que azotó.
Estaba mirando y creo que esbocé una sonrisa ligera. Tardía, sí. O sea, a veces, uno se sorprende y no sabe como reaccionar. A veces, la vida, el destino, las casualidad, la realidad, the masterplan, la nada; te trae sorpresas. Sorpresas, de esas grandes. De esas que no te esperabas por ningún lado. Y cuando pasa, puede que te asustes. Me pasó. No soy el único, pero, me asusté. Y eso no significa que me cargara. Que me asialara o nada por el estilo. El miedo, te hace reaccionar de formas que no te esperas. A veces, puedes dejar la embarrada. A veces, puedes parecer que huyes cuando en realidad sólo deseas estar ahí. A veces, puede entorpecer el juicio y tomar decisiones. Como aislarse y cortar con el mundo. Como no subirse a una micro.

Si hay algo que me tiene medio atontado, es como pasa todo. I mean, en el sentido de que a veces no te planteas nada y algo sucede. Y todo pasa, por una secuencia. Te levantas y tomas un sorbo menos de leche, decides no quedarte cinco minutos más en la cama, decides apresurar todo tu supuesto plan del día y salir de la nada. Te levantas y piensas salir más temprano, pero por alguna razón, no lo haces. Te levantas y lees que la hora tope es más temprano de lo que pensaba, aun cuando dijiste que sería más tarde. Caminas y ves que una luz roja no te impide y cruzas rápido y llegas a tu primer destino y mandas un mensaje de texto que no tenía fondos, pero que te retrasó y no seguiste caminando. Y miras hacia atrás. Todas esas cosas, todos esos eventos, esa secuencia, la cadena, tenía más de medio millón de posibilidades de suceder. Y de todas, de las más obvias, sucede una: la más imprevista. La menos lógica.
A veces, eso puede shockear. Pero a la larga, no sé, uno se pregunta y piensa y al final de un par de cuestionamientos típicos existencialistas, te quedas con la idea que así tuvo que ser. That's was supposed to happend. Y la vida tiene un modo raro de funcionar. Todo eso, las coincidencias, las casualidades, las causalidades, al final, terminan pasando por algo. Llorar un día, puede ser porque no tenías que reír, tenías que llorar, tenías que caer para darte cuenta de algo. No sé si es destino, or something. Supongo que creo que el destino lo forja uno, pero también creo que hay cosas que tienen un camino pre-hecho a suceder. Como papel prepicado: está lista la guía para que suceda. Y de la nada: sucede.
Si remonto y repaso algunas líneas y refuerzo eso de que creer en lo que uno siente es lo correcto, entonces, me quedo con eso. Y siento que si estas cosas, todas las casualidades del día tenían que ser así, entonces, ok, me entrego, es por algo, let's do it. Las decisiones, las oportunidades que se cierran, los pensamientos que salen en palabras en determinados momentos, son porque eso es. Es todo parte de algo. Es como un rompecabezas: las piezas las pones y pones y giras y al final, sabes donde y cómo tienen que ir. Basta tiempo, basta esfuerzo y algo de dedicación y al final logras entender como tenía que estar dicha pieza para que el cuadro se armara. Y todo cobrara cierto sentido.

Supongo, que ahora, aun faltan un par de piezas, pero el mundo está algo más claro. O en proceso de recuperación. Pero eso no quieta que haya que seguir creyendo y teniendo algo de fe. Después de todo, ¿no es plausible jugársela por completo hasta el final si quieres algo en tu vida? O sea, si realmente quieres algo en tu vida, no sólo basta con abrir los brazos y agarrarlo, si no que también, hay que jugársela gastando todo, los recursos, las ideas, jugando hasta con el mismo tiempo de vida que te resta por algo que quieres dentro de tu propia vida. Suena algo tonto, o loco, pero es así. Jugar incluso apostando el lugar donde uno quiere que esté algo, porque si no se tiene dentro, tampoco tiene mucho sentido tener el contenedor que no contiene nada.
Y para tener algo, hay que apostar. Hay que sacrificar y jugar.
Y creer.

Hoy hubo sorpresas hasta por las patas. Unas más impensables que otras. Unas más deseables que otras, aunque las apariencias puedan engañar.
Lo importante es que... todo pasa por algo. En la vida no hay azar.
La suerte es un invento de locos. Y yo estaré loco, demás, pero no creo en el azar. Creo en mí. Creo en un par de personas. Listo: que el mundo comience a girar.
¿Más causalidades casualidades? ¿Más casualidades causalidades? Que vengan, que pase lo que tenga que pasar. Que pase lo que se sienta, tenga que pasar.
Let's play.

1 comentario:

Lumiere dijo...

vaya vaya vaya...

pienso que lo uno no vive sin el otro
y tampoco hay que ver como suceden las cosas frente a ti

vivir es la mejor parte de la historia,sea como sea narrada