lunes, 27 de abril de 2009

Defecto perfecto.

No sé si es derechamente odiar, no tengo idea. En realidad, es como una gran molestia en la nariz, o algo así. Pero sí, si se le puede llamar así: odio a gente sin conocerla. Tampoco me interesa, en realidad, tampoco me molesta que pase, sólo me molestan su presencia, o su existencia.
Es como que son enemigos comunes, persiguen los mismo ideales, o las mismas metas. Como que los sientes, los hueles de lejos y sabes que las intenciones de fondo son notorias. Puede que sea un instinto animal o algo así, pero sólo eso es razón suficiente para odiarlos, a fondo. Detestarlos, oír sus nombres y querer borrarlos de la faz de la tierra.
Siempre me pasa, dudo que alguna vez no ocurra. Quizás hoy podría contar varios nombres que tengo baneados de mi sistema. Mala suerte es tener amigos/as que se llamen igual, el nombre mismo me provoca cierto resentimiento, cierto rechazo. No me agradan, no me caerán bien, ni aunque los conociera, que sería peor.

Quizás es parte de mi propia locura, o es parte de lo mismo que me hace tener presentimientos. Sea lo que sea, me aleja lo suficiente de ellos. Pero nunca, nunca lo suficiente para no salir dañado.
Mal que mal, hasta mi propio nombre me provoca rechazo.


Miénteme, tan sólo hazme creer
que esta noche,
que esta noche todo va a estar bien

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