jueves, 18 de marzo de 2010

Go away.

Y sí, yo llegaré y destruiré los campos de juegos, correré sin destino sobre las cenizas de todo lo que queme. Compraré una ak-47 y dispararé al primero que vea. Seleccionaré los objetivos con cuidado, luego. Compraré balas de las más baratas, porque el mejor acero no se lo merece nadie. De las más baratas, para pegar no sólo un tiro, si no cientos a un sólo imbécil. Y cientos más al siguiente que arremeta. Compraré un pedazo de carne y la usaré como bolsa de box. Entraré en mi pieza y la quemaré y con ella todos los recuerdos. Todos los archivos de los últimos 10 años se convertirán en humo. Humo y hollín que quedarán pegados en el techo. Empacaré una mochila con cosas nuevas, puras tonteras, pura basura comprada en un Almac, un Jumbo o un Walmart. No diré adiós, tampoco miraré atrás. Dispararé a diestra y siniestra y seré buscado. Pero no me encontrarán. La última salida es la más bestial, pero antes de esas hay un montón de planes. En este momento, vivir en Panamá no me parece mala idea. Escaparme a La Serena a comprar botellas de pisco y subir por esa carretera desértica. Tomar un tren y escuchar los rieles. No afeitarme y parecer que llevo perdido durante años. Usar la misma polera hasta que apeste, como en aquel cuento. Robar la comida y tratar de llegar donde siempre he querido. Porque sí, I don't belong here. Nunca.

Ser un fugitivo, un prófugo. Un perdido, un errado, un insensible, un parqueado. Un bochorno, una vergüenza, un errante. Un tipo al que no le importa nada ni le importa a nadie. Un mero suceso, un error, una simple coincidencia del día.
Un "quizás te conozco".

Mi familia no tiene por qué saberlo. Mis amigos y/o conocidos no tienen por qué saberlo. Quizás sólo enterarse un par de meses después, cuando en las noticias salga un loco con un fusil matando a lo que vea. O disparándose en medio de plaza de armas.

No hay comentarios: