martes, 30 de marzo de 2010

Castillos de arena.

"Juro, que si te tuviera en este momento frente a mí, te diría un par de cosas. Que quizás, hasta me darían ganas de golpearte por toda la rabia que tengo. De gritarte en el suelo a ver si reaccionas alguna vez en tu vida. Si te das cuenta que quizás sí, esto de lo mismo, pero que así no vas a llegar a ninguna parte. Y si alguien no quería verte caer, era yo.
O en realidad, no haría nada y sólo te observaría. Luego te diría "te perdono". Las pases y todo eso.
O quizás sólo prendería un cigarro y te diría "te escucho". Pero no veo qué tengo que escuchar. No hay nada, en todo este tiempo, que quisiera escuchar. Ni contar lo que ha pasado por mis ojos, tampoco. El miércoles hará un mes atrás que ya nada funciona como debería. Y, el miércoles también, hace un año atrás jamás pensé esto. Por que en ese entonces, pensaba que era el idiota más feliz del mundo. Y nunca, lo juro, nunca vi venir este golpe. Este cambio, todo esto que me da tanta rabia.

Cuando se derrumba un castillo, nadie lo construye igual que antes. Se esmeran en tratar de ponerle mejoras o algo así.
La cuestión es simple: cuando algo se derrumba nunca jamás vuelve a ser lo mismo.











Y puta que cuesta entender eso. Aun, y a pesar, de tanto tiempo".

-Cuaderno de apuntes PUCV. Escrito en La Serena, frente al Faro. Sábado 27. 17:42pm.

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