viernes, 28 de noviembre de 2008

Untold.

Aún queda polvo en estas zapatillas. Si miras hacia atrás, ¿me puedes decir donde nos equivocamos?
Tiempo y caídas. Despacio, lo suficiente para recordar lo que pasó. Nunca tanto para alcanzar a reaccionar. ¿O sí?
¿Es cuestión de orgullo o sólo flojera? Miedo al ridículo puede ser. No lo sé.
Pero las palabras que siguen el fondo se sienten. A veces inconscientes salen a flote, se notan. Pero nadie dice nada. ¿Vamos por una chela? Quizás así nos relajamos y hablamos por fin.
¿Seré paranoico? Quizás no hay nada de que hablar.
¿Y que hago con todas estas palabras que tengo guardadas por si desearas escuchar?
¿No tienes nada que decir? Silencio y relleno no van de la mano.
Podría describir la forma en que miras, tus ojos siempre son alcanzables. Y juro que los veo igual, la misma mirada. Pero hay una tensión, que se refleja cuando hablas, en tus labios, como si se mordieran por dentro para callar.
No creo que notes que los míos tienen grapas, pero no las quiero allí.
¿Recuerdas todo esto?
Sí, demás. Es fácil olvidar, pero tú lo quisiste conservar.

Media vuelta, esperando escucha un "¡alto!" que viene de la espalda. Y nada pasa.
Veo, trato de observar. Jugar al Sherlock Holmes criollo y tratar de sacar deducciones y concluir en algo. Pero basta ver tus brazos semi-bronceados, tu pecho que se mueve al respirar, tu pelo brillante que cae sobre tus hombros y cubre tu cara al estirarte para hacer nada. Y basta ver tus ojos que no han cambiado su forma de mirar, más las palabras que se escapan y casi escupen a la cara esperando sacar algo más. Basta tan sólo eso para recordar que sigues allí.
Que estás, y a pesar de las cicatrices y de los cambios y las palabras con otros y el tiempo muerto entre los dos; no te has ido.
Y está bien. Pero es ese silencio, esos secretos que el ambiente puede subrrayar, lo que es nuevo.

Falta un cigarro, una noche sobre una cama mirando el techo y tratar de hablar. Ver si por un día el orgullo y el miedo pueden irse a dar una vuelta y esperar que nosotros queramos tratar de dar un poco más.
Entregar más de la mitad del postre.
Se siente como si fuéramos en la misma micro, pero en asientos paralelos, no juntos. ¿Esperaremos que siempre sea así? ¿O te volverás a sentar a mi lado de nuevo?
Apartaré el asiento contínuo sólo por si acaso.
Para ver si un día me dices: "¿está libre?" Y yo diga: "sí, lo está, sientate".
Y nos sentaremos a cambiar las reglas, y a tratar de notificar que está pasando.
Olvidarnos de nuestras casas de cartas, que se ven tan frágiles.
Y evitar que esta micro llegue a un desierto de donde no podamos escapar.

Y hacer que el silencio no sea una palabra que conozcamos tan bien.
Lláma si quieres intentar. Mi teléfono de nuevo tiene batería.

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