lunes, 17 de noviembre de 2008

Muscle Museum.

Insomnio, miedo a dormir, inconsecuencias, despedidas, vacíos.
Todo esto es tú culpa, ¿sabes? Nada más que tuya. Fue tu idea eso de tratar de sobrevivir abierto a cualquier posibilidad. Ahora, mírate...
Sólo despiertas para esperar dormir. Dormir y esperar no soñar nada, para continuar con otro día de lo mismo.
¿¡Qué mierda pasa!?

Bah. Pasa, esto no es novedad, es sólo otra forma de lo mismo que se ha manifestado hace un par de años. Mentira, desde hace mucho más que eso, sólo la forma se ha ido cambiando. Cambiando e incrementando.

Pareces un loco. Parece que lo estás: demente, enfermizo, resignado, estirado sobre un charco de caca. Con el pelo revuelto, los ojos lagañosos, la barba sin cortar, sin ganas de tomar una ducha y quedar como nuevo; postrado en una cama con la sábanas desechas, junto a un cenicero repleto y cajetillas tiradas en el suelo.
¿Fumemos? Me entraron ganas.

Johnny Cash vuelve a sonar. El fin de semana estuviste en un lugar que asemejaba un carrete. Y te diste cuenta que no podías estar ahí: estabas nervioso, deprimido, sin ganas, asfixiado. En un carrete hubiera sido peor con tanto copete.
¿Por qué tenías ganas de llorar? Ah, ya me acuerdo.
Y lo hiciste, ¿no? Sí, pa callao, pero lo hiciste...

Sabes, todos estos pensamientos de loco que ahora tienes son tu culpa... ¿Ya lo dije? Sorry, no lo pude evitar. Caer, irse, desvanecer, how to disappear completely, callar...
Encerrarse, volver a ser lo que alguna vez fuiste: cerrar todo camino, toda vía, cerrar desde adentro y perder la llave. Volver a ser el tipo que fingía el 100% del día, con todos, con todo, crear la ilusión de tener una vida que cuidar. Hoy te arrepientes, estás en un ciclo, un momento, en que te arrepientes de todo contacto humano logrado. ¿Toda risa, todo buen momento? ¿Tan así? Tonto, bruto, hueón. ¿No era esto lo que querías?
Ah, claro, antes dolía menos, ¿cierto? Cuando si estabas totalmente solo, dolía menos. Al menos era todo conocido, todo algo que se podía reconocer. Es que no entiendes, a nadie entiendes, a la sociedad, a la gente, la forma en que funciona el mundo. Eres un cabro chico en un mundo de adultos, perdido, confundido, hasta podría arriesgarme a decir inocente.
Toda acción termina afectando, todo movimiento, cada palabra...
Estás loco.

Claro, y si a eso le sumas todo lo que pasa por ti, todo lo que no ha cambiado, si no que cada día va sumando más cosas que clavan y que sangran por dentro, en un hemorragia que va a terminar ahogándote, dejándote mal, más mal aun... ¿Qué vas a hacer? Dímelo.

Vamos, sé sincero, estás loco, que más da, a nadie le va a importar lo muy tonto que ya digas: ¿correr, escaparte, no despertar?
¿Más radical? Huir definitivamente puede ser mucho peor que seguir esperando nada aquí, y sí lo sabes, ¿para qué me lo dices?
¡Tienes miedo! Acéptalo. Confundido a cagar, perdido dentro de una vorágine de ideas que gritan en un cuarto cerrado lleno de eco.
Tu cárcel, tu pieza, tu cabeza se están llenando de negro.

Ciérrate. ¿Eso querías que te dijera? Vuelve a cerrarlo todo. Vuelve a llorar en silencio y por dentro. Cierra emociones, cierra las sonrisas, cierra las confesiones, cierra la boca.
Sí... no sabes que otra solución podría ser...
Ah, ¿y más encima lloras? ¿Por qué? ¿La verdad duele?

¿Por qué te duele tanto la solución? ¿A qué tienes miedo de despegarte?


No has aprendido nada.
Nada.

Lo siento, Felipe: estás perdido. ¿Qué palabra puede hoy ayudar? ¿Hoy que odias el día, las caras, la forma de caminar de cada idiota que está afuera?
Hoy que parece que todos los días fueran domingo.
Hoy que los odias a todos, hasta por lo más pequeño.
Hoy que más encima odias sentirte así.




Enfermo. Corre, antes que sea demasiado tarde...
O llora hasta que te seques por completo...


1 comentario:

Esebloguero dijo...

Nunca se esta demasiado solo para querer, realmente, estar solo.