martes, 2 de noviembre de 2010

Máquina de mañanas.

Estadio vacío lleno de cúmulos de estática, de polvo, de entrañas.
Sigo esperando agarrar una cuerda y estirar las horas.
Las estiré larga, pero nunca suficiente y ahora que recuerdo haber saboreado cada segundo,
lamento no haberlo saboreado el doble de lo que se pudo.


Recito los lazos de tiempo y busco vehemente serenidad,
la encontré lo aseguro, lo creo, lo rezo,
esperé encontrarme de bruces con mi deseos e incertidumbres
y encontré más de lo que pude meter en mi cabeza, mi cerebro, mi sobre.


No explico, no rebusco, no limito.
Me dices "no sé, no sé" y yo imito,
cierro los ojos, no los necesito y te respondo:
"yo tampoco sé, yo tampoco sé, no necesito saberlo".


Sentí que el espacio respiraba en mi cara y que las paredes abrían,
sangraban, se escurrían y se tendían a lo largo de las nieblas olvidadas del último día.
Abrí la boca y pensé que caía como pez en cebo,
pensé que había arruinado todo de una y dos y tres con miedo.


Me dices que nada y no sé si me reservo los comentarios que asoman en tus comisuras,
te creo y los candados melancólicos esperan los dientes de tus llaves en letras,
saliendo de tu boca como balas de salva, como titoteos al aire, libres, reveladores.
Espero en silencio que las noticias sean dulces y bailables, serenas, cercanas y atesorables.


Me miré en martes, supe que fui fin de semanas y que goteé anhelos.
El cuerpo, perdido, ahuyentado por los pájaros negros anidando, echando raíces, pegados en tu espina,
Y yo con cruces y a la deriva, camuflando marchites, aguantando, tragando saliva;
escuchando a mi cerebro suplicando por paralelos con demasía, incrementos y quizás alegrías .


Escrito y sin borrón pero con sangría, señalando el expresso, las vías, tu vida;
me lloré las sábanas y los cantos del gallo al salir el día, contento, con sueños, durmiendo, despierto.
Sin huesos licuado, con el alma en la boca, con los pies en el techo y las manos en roca tierna,
los ojos en Marte, la lengua en el estómago y el corazón en las piernas;
miré, vi el horizonte, vi la luz, vi la sombra, vi todo menos eso y eso era mañana añorando drogado algunos ejemplos.


No dije nada y no callé todo. Sordo no lo dijo, mudo no lo oyó. 
Era más fácil comprender el hecho en rojo vivo que los dramas en milímetros.
No sé qué pase ni sé que espera la vida, la risa, el fuego ni la ceniza.
Me quedo con las noticias. Me quedo con eso y con las aletas al respirar como almohadas.
Me quedo con el aire y con la máquina de mañanas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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