sábado, 20 de noviembre de 2010

Little things.

Me gusta cuando me topo con una canción que me llega tan fuerte que siento una vibración en la nuca. Y que recorre mi cabeza y llega hasta mis ojos y se anuda en mi garganta.
Me gusta cuando tengo los pies fríos y encuentro calcetines y me los pongo y siento lo áspero amoldeándose, y mis dedos se sienten duros acostumbrándose al calor.
Me gusta cuando discuto y peleo y todo se va a la cresta y pasa un tiempo y todo duele y luego, un día de esos, todo comienza de nuevo y sientes algo que te invade por volver a retomar lo que se cortó.
Me gusta cuando estoy solo y la luz está apagada. Se oyen ruidos afuera y me siento horrible, hasta que pasa todo y me quedo dormido y al despertar la luz que se cuela por mis cortinas azules me recuerda que puedo volver a conectar.
Me gusta cuando me llega una carta y se puede sentir el olor del brazo que la escribió. Y las letras no son iguales y el papel se dobla un poco. El sobre mal cerrado y sin estampilla.
Me gusta cuando una película acaba y no me siento tonto por llorar.
Me gusta cuando comparto un trago y siento que mi vaso no lo vacío sólo yo. Sabe mejor, creo.

No me gusta cuando está todo bien y latente, cuando todo tiene una razón y las piezas concuerdan y en un sólo instante, la vida gira y todo lo que fue ya no es y la gente se va y nadie dice nada y todo lo que debía ser dicho se consume dentro de las gargantas que nunca más volverán a conversar.
No me gusta cuando los silencios aproximan y te anuncian que hay tanto debajo que no sale y que te mantiene alerta y no te deja dormir porque sientes el tic-tac y las paredes hablar.
No me gusta cuando los ciclos se repiten, interminables, a pesar de intentarlo todo de nuevo y más que antes y desgastarme mentalmente por algo mejor, pensando para peor y que al final no servirá de nada.
No me gusta cuando me revuelco en las sábanas y pienso en el futuro y me aterro y el cúmulo de cambios se mete en mi pecho y aterra cada célula, cada vello, cada fragmento de piel. Y no se va.
No me gusta cuando un cigarro muere en el cenicero sin ser fumado y no quedan más. Y me lamento el tiempo que gasté, acariciando las cenizas, deseando que todo estuviera en su sitio de nuevo.
No me gustan las mañanas de domingo, ni de lunes, ni de miércoles, ni de jueves, ni los 6 de cada mes, ni la primera mitad de mayo, ni la primera mitad de marzo, siquiera la primera mitad del año.
No me gusta cuando callas y sé que hay más.

Pequeñas cosas que calan. Pequeños asuntos que amontonan como polvo sobre las yemas de los dedos.
En todo caso, cada día es eso: pequeñas cosas.
Y cada pequeña cosa crea una consecuencia mayor.
Para bien o para mal, siempre mayor.
And I'm just a man.
Sadly.

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