jueves, 22 de abril de 2010

Metro technicolor.


¿Y qué fue? ¿Qué fue? Se repite, ¿no? La pregunta y el acto. El hecho, quizás intencional, quizás al azar, quizás coincidencias. Pero coincidencias no hay. Ese es el problema. El asunto. ese es el detonador del sueño. No dormir nada. Dormir todo un día. Parte el sueño y hay gente. La calle invertida y en tonos pastel. La gente encima en degradé de negro. Alguien me habla y su cara está en blur. No le entiendo. Tengo ganas de tomarla. No lo hago. Le tapo donde debería estar su boca. Le digo que he dicho demasiado. No he dicho suficiente. Se aleja y pienso que el problema es el receptor. Y el emisor, a medias. La calle gira, como una noria. Como un carrusel sin armar. Y todos giran. Lleno de gente. Yo en el medio, solo, como invisible, en medio de gente que corre de un lado a otro del gran círculo. Algunos se toman la mano. No puedo agarrar a nadie. No hago nada. Sólo veo como todo comienza a acelerar y que el ruido comienza a ser ensordecedor.
Me tapo los oídos y caigo de rodillas. Siento náuseas. Siento que me doblo. Que me tenso, que comienzo a romper mis huesos. "Si se dobla, es comedia; si se quiebra es drama", como diría Woody Allen. ¿Y si me quiebro? ¿Y si pasa? Peor aún, ¿Y si ya pasó?
Incluso si es así: ¿se puede volver a pegar?

Fade to black.

Despierto. Estaba sólo dormitando. Estoy en el metro. Estoy en estación Chorrillos. Lo primero que escucho al despertar es: "la melancolía de morir en este mundo y de vivir sin una estúpida razón...". Ad-hoc. Siento el metro que llega. En unidades simples. El vagón se para más allá de donde estoy sentado. Son las 10:52am. Es demasiado temprano. No es hora para esto.
Cambio canción. Sale Break Stuff. Mejor. Es hora de correr.

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