martes, 29 de junio de 2010

Mucho que dejar desangrar.


Acabo de hacer un descubrimiento. Creo que acabo de descubrir cuando fue que -en serio- me interesé en esta forma de liberar toda tensión. Cuando descubrir que el escribir podía proporcionarme muchas más libertad, a la hora de sacarlo todo afuera, que el dibujo. Más allá de cuando partí un viejo y erróneo fotolog. Cuna de posería -donde, supongo, también caí- en la que me vi metido y la utilicé de otra forma que no pensé. Cuando cada foto era acompañada de un pie de página donde trataba de ahorcar todos estos estímulos congestionados en mi cerebro.
Creo que acabo de hacerlo. Buscando en mi desorden un papel perdido, encontré, de paso, un viejo ensayo que tuve que escribir por allá por el 2006 sobre la película Machuca. La curiosidad me hizo leerlo y descubrí que me apasioné demasiado en ese ensayo. Describí demasiado, y no menos, puse demasiado de mí en él. Me desangré sobre la hoja, así de simple. Creo que incluso me emocioné. Sobretodo describiendo al personaje de la Manuela Marteli y a la relación de Gonzalo y su madre. Ahora que lo leí -perdiendo más tiempo del que debería- noté que era completamente yo en esas hojas. Que le ponía cuática, que incluía frases para el bronce. Que dejaba todo lo que sentí con esa película.
No es que Machuca sea mi película favorita. No es que la encuentre mala tampoco, de hecho sí me gusta. Pero ahora creo que le debo algo. Algo grande.
Creo que le debo estar aquí. Que en su tiempo me salvó.
Ahora nada me salva. Creo.
Pendo de un hilo.

Estoy haciendo cosas atrasadas. De madrugada, siempre de noche. Soy incapaz de racionar mi tiempo. Soy incapaz de estar quieto. Mi iPod murió y logré poner música en el notebook mientras terminaba de trabajar. Era curioso como las canciones correctas se iban alineando una tras otra. Más el televisor, con gente viajando, sin plata, conociendo. Tantos estímulos terminaron dejándome inerte. Frío. A pesar de tratar de ignorarlo con frecuencia sólo llego a la misma conclusión: no sé donde voy. Este experimento de vida esta siéndome agotador. Me estoy hartando de mí.

Rebobino y rebobino todo y juro que no encuentro salidas. Quizás, puede ser, estoy siendo algo melodramático con lo actual. Con el hoy. Con el pequeño-gran-problema que tengo metido entre mis manos. Quizás me salve. En volá no. ¿Y si no lo hago?
¿Qué?
Muero. Supongo que todo se iría a pique. Que todo lo que vi hacia adelante se caería de nuevo a pedazos. Que todo eso que se quebró hace tiempo y que pegué con scotch no soportaría el peso de los años mal armados y la gravedad hará su efecto. Espero que no. Pero, cresta, si no es hoy, puede ser mañana.
Y no hablo de esto cuando digo que estoy en serios aprietos. Algo pasa conmigo. Algo tengo dentro que clava y no sale. Algo, dentro de mí, no funciona.
Esta maldita cabeza y sus recuerdos tan bien impresos, tan nítidos; esta inactividad en mis dedos. En mis manos. Estas grietas en mis ojos y las venas marcadísimas en mis palmas... el silencio y las voces grabadas en mi disco duro. No sé, realmente no sé, pero algo falla. Y me ahogo.

Me falta demasiado aire. Y lo curioso, lo penca, es que no es por fumar tanto.
No.

Tengo unas incontrolables ganas -que reprimo, asfixio, aprieto, cohíbo, golpeo- de gritar. De encontrar la puta tuerca que no tengo. De hacer que por una vez en mi vida -como pasó, sí, sí pasó; hace un tiempo. Hace tan poco- todo funcione. Tenga sentido, sea lógico. No tenga quiebres, hendiduras de por medio. No tenga fallas.
Me estoy muriendo. Cayéndome en un espiral que marea. Estoy cansado de sonreír cuando no tengo ganas. Cuando no tengo reales motivos para hacerlo. Estoy cansado de pedir disculpas, de decir que estoy listo cuando no lo estoy. Estoy cansado de cumplir algo para lo que no entiendo. Para lo que sé soy capaz (pero que fallo y que por la reputa que intento, pero fallo y se repite), para un trabajo de adultos, siendo yo un cabro chico.

¿Donde cresta estuve yo cuando te enseñan a crecer?

Ojalá si haya algo, una buena onda, una energía, algo al otro lado de la pantalla que me oiga y diga "puta, si el hueón no es tan malo" y me salve. Que esté puro matándome de nervios porque sí.
Quiero creer que sí. Quiero.

Me cansa toda esta mentira.
Me cansan estas paredes que levanté hace tanto donde me encerré y que ahora no sé cómo derrumbar.
Tanto texto, tantas canciones, tantos archivos que no me atrevo a borrar. Tanta esperanza, tantas cosas que guardé, por creer, por atesorar y ahora son polvo acumulado detrás de la puerta... Tanto que ya no es nada.
Y aun así se mantiene, remains.

Tantos problemas que nunca se pudieron solucionar.

How to disappear completely. Cómo desaparecer completamente y nunca ser encontrado.
Cómo terminar con todo de raíz sin morir.
Necesito un manual de vida. Urgente.
Necesito aprender a vivir antes que sea demasiado tarde.

Help! I need somebody.

sábado, 19 de junio de 2010

Duplicates and triplicates.

Que esté lleno, completo, a full de rabia no es una cuestión que en el fondo me sorprenda. Es sólo que cuando detona, huevea. De lo lindo, apesta. Me saca de quicio. De orden.

Tantos años aguantando tanto. Tantas noches bajo la ventana viendo como los ribetes de humo suben hacia la nada. Tantas veces que debí gritar o sacarle la chucha a alguien y no lo hice.
Eso es lo raro, lo enfermo, lo que raya en la bipolaridad: soy y me considero un tipo tranquilo. Calmo. Que trata de pensar fríamente. Pero esta esto, este hervir de la sangre. Esta presión en las venas que espera explotar.
El problema es que cuando algo detona, todos los motivos anteriores se suman. Y se duplican y triplican. Y de ser un sólo evento, termina siendo toda una vida de rabias en un segundo. Un segundo que no termina y que se extiende, que se jacta de eterno. Que cuenta y cuenta las veces que mi pie golpeó el sillón donde me sentaba. Que se entretiene con las imágenes en mi cerebro: con sus caras, sus tonteras, sus putas vidas. Sus actos enfermos, sus excusas hueonas. Su mentiras, su egoísmo disfrazado de lealtad. Sus ojos, sus ropas meciéndose con la brisa.
Odio sus fotos, que salgan de la nada. Odio todo lo que los relacione. Odio cualquier insinuación.
Odio. Completamente.
Tanto que sabe mucho mejor que el amor o cualquier huevá de esa índole.
Cualquier estupidez similar.

Cada día y un poco más. Cada día voy perdiendo mi fe en la humanidad.
Cada día y un poco más. Cada día el anhelo de escapar de sus enfermizos lazos se hace más real.


Más y más real.



Wakey wakey rise and shine
It's on again off again on again
Watch me fall like dominoes
In pretty patterns
Fingers in the blackbird pie
I'm tingling tingling tingling
It's what you feel not what you ought to
What you ought to,
Reasonable and sensible
Dead from the neck up
I guess I'm stuffed, stuffed, stuffed
We thought you had it in you
But no, no, no
For no real reason


Squeeze the tubes and empty bottles
I'll take a bow, take a bow, take a bow
It's what you feel not what you ought to
What you ought to,
The elephant that's in the room
Is tumbling, tumbling, tumbling
And duplicate and triplicate and
Plastic bags and
Duplicate and triplicate

Dead from the neck up
I guess I'm stuffed, stuffed, stuffed
We thought you had it in you
But no, no, no
Exactly where do you get off?
Is enough
Is enough
I love you but enough is enough,
Enough of that stuff
There's no real reason
You've got a handful of feathers
You're gonna melt into butter

domingo, 13 de junio de 2010

Chronos. Kayros.

Es domingo y llueve. Desde la tarde, que de tarde tuvo nada: oscura, lenta, retrasada. El agua ha caído aumentado la intensidad cada tanto. Como si el cielo se hubiera hartado y lanzado todo lo que tenía.

El agua se va vuelto tema, últimamente. Desde el viernes, no sé por qué motivo, ha sido conversación recurrente la frasecita esa de "ha corrido mucha agua bajo el puente". Y ahora que lo pienso, puede ser.
Harta.
Turbia y densa.
Negra, más que clara.
No ha corrido un mar.
No ha corrido un río.
Corre un aluvión.

Hoy desperté de un sueño raro. Recuerdo de qué era y que por esa misma razón quise despertar. Era un sueño recordatorio. Un memo. Recuerdo que estando en medio del sueño dije en el mismo: "ah no, si vamos a estar aquí abriendo heridas, mejor despertar". Y lo hice. De golpe. Hice lo usual de un domingo: prendí el pc, abrí ciertas páginas. Traje bebida y prendí un cigarro. Bastaron un par de minutos para darme cuenta que había gente que ya había desaparecido de mi entorno. Básicamente, de mi vida. Sin darme cuenta, en realidad. Una hora y algo después sostenía una conversación con alguien y volvió a salir la frase. Ahí fue cuando la relación de agua-gente-eventos-chronos-kayros salió y no pude sacarlo de mi mente. Fue el tópico del día.
Fue la "d" de domingo.
Hace un año atrás me dio esto mismo, me acuerdo. Fue como un día resumen, como recorrer la temporada, los últimos eventos, las cosas que han hecho de mis días lo que fueron. Hoy fue exactamente igual. Y casi del mismo modo.
Casi igual.

Me parece, si no insólito, extraño como es que pasa tanto en un sólo año. Como te cambia la vida. Como los momentos se hacen distintos en las mismas fechas. Como es que ciertas fechas desaparecen y los que estuvieron contigo ya no lo están. Mientras otro año pasa, más encuentro tan frágiles las relaciones humanas. Tan débiles, quebrantables, efímeras (y yo que odio esta palabra). Si fuera más pesimista de lo que soy, diría que a nadie le importa nada. Y quizás lo creo, a medias. Al final creas y armas un lazo, lo haces crecer, lo alimentas; para luego asestarle un golpe certero y cercenarlo. Matarlo. Hundirlo. Eliminarlo de raíz. Todo ese tiempo, risas, confesiones, secretos se pierden en horas, se alejan, desaparecen y borran. Ya no existen, ya no puedes volver a recordarlos en un conversación. He visto como pasa, tan últimamente, tan este 2010 y no puedo hacer nada. Al interlocutor no le importa. Le da lo mismo. Cero valor.
Recordé varias caras. Y cada una de ellas la historia que me ligó a ellos. Y todo esos cuentos, esas historias, esos momentos -salidas, comidas, cines, lluvias como las de hoy-, almacenados férreamente en mi memoria ya no estaban en las suyas. Estaban, en el mejor de los casos, olvidado bajo llaves en lo más profundo de sus cerebros. Borrados completamente, en el peor de los casos.
Sorry, no pude evitar deprimirme, entonces. Y no tanto por eso, que sí es la mayor parte, si no también por notar que sigo perdiendo la fe en la raza humana y en su manía de estar sujetos a otros. En que en realidad, nos sujetamos a otro sólo por necesidad, por interés, nunca por alguna clase de afecto. O emoción por estar junto a otra persona.

Fue pesimista, lo sé. En tarde como hoy son esas en que sólo lo malo te sabe real.
Tanta gente desaparecida. Tantas pies que se alejaron. Tantos que partieron y yo acá.
Tanto chronos que ha pasado. Tanto kayros que se ha esfumado.

Siento que he dado mucho y que se me ha quitado harto. Y, claro, sólo cuento las partidas que me han dolido. Nadie llora por un ser que despreció. Siento -y pienso- que con cada partida se me ha quitado un miembro. Que voy quedando lisiado cada vez que alguien me da la espalda y se va.
Y no puedo evitarlo, quizás me importa demasiado esto del estar con alguien. De compartir y conversar cosas. De comunicar, de oír. De tener piel y manos. De estimar. Incluso querer.
Conozco tanta gente y son todos conocidos. O los ubico, nada más.

...


Si los deseos se cumplieran, desearía que todo volviera tan atrás. O que de la nada apareciera alguien y lograra comprender cuan difícil es entablar algo para mí y que me ayudara a recoger los pedazos de la vida que tuve antes.
No es tan fácil volver a reaccionar.
Para nada.
No es tan fácil volver a creer cuando te obligaron a desconfiar.
No es tan fácil volver a responder cuando respondiste antes y, a pesar de todo, falló.

Ya casi termina este domingo y nada salió correctamente. Estuve entumecido, lento, torpe. Recuerdos, flashbacks, recuentos. Lata, nostalgia, algo de rabia, quizás.
Sigue lloviendo. Las luces de las casa se reflejan en las gotas en movimiento sobre los tejados, sobre el suelo, sobre el pasto que crece allá abajo en el patio.
Y yo sólo espero que al dormir no sueñe nada. Y que mañana las cosas se vean mejor, más tranquilas. Y que haya olor a hojas y tierra mojada por las avenidas.

martes, 8 de junio de 2010

Predicho.

Es curioso que ahora revisaba hacia atrás, me haya dado cuenta que predije el presente.

Hubo una entrada que publiqué, que luego borré -quizás por vergüenza- y que, sin darme cuenta, quedó registrada en facebook. Revisando hacia atrás la encontré y mi sorpresa fue que todo lo que dije, pasó. Obviamente, la peor parte.
Eso me da a pensar que desde que lo intuí, lo sabía.
Y ahora que sé eso, es fome darme cuenta de cómo pasó.
Lo intuí y ya lo sabía.
Lo intuí y nunca estuve preparado.

No sé cómo describir lo fome que es mirar atrás y darme cuenta del tiempo que pasó y yo viviendo mi vida sabiéndolo todo desde el principio. Desde más atrás de la explosión.

Horrible.
Demasiado horrible.

La entrada:
Fantasma cambiante.

La sola pregunta me recorrió toda la espalda. Era... era una de esas cosas que siempre pensé. A pesar de todo, nadie tenía asegurado nada. Mucho menos yo. Lo triste es que eso queda en el silencio y sé que no podré decir nada. Y está y es permanente. Será un miedo me ronde conmigo...Es... ¿el cause normal de las cosas? Niego y niego esto, pero es una pregunta latente.
Lo que me causa curiosidad es su presencia. La odié, le tuve repudio, no quise tenerla cerca. Estaba en el medio y la detesté. La sentí un muro. La sentí sumada a la mentira, a la máscara, la sentí como espinas en la espalda.



Creo que el silencio se apoderó de mis labios y me dejó postrado. Creo que sólo resta pesar sin ser visto y rezar por que nada suceda.
Si es cierto que pase, sé moriré. Y lo peor es que no puedo pelear contra una fantasma que aun no existe. Pero sé, que ahora, en este preciso momento, hay alguien, destinado entre toda la gente que deambula por las calles oscuras que será el fantasma que odiaré. Y con justa gana lo haré, porque si pierdo, me quitará algo que no se repetirá en esta vida.
Y eso es demasiado cruel.
Demasiado.
O puede que no pase y esté teniendo pesadillas. Sea como sea, me siento vomitivo. Me siento vacío sin razones para.



No puedo pelear contra el viento.
Nada más está dentro de mis posibilidades.
Ya está todo fuera de mi voluntad.

-Domingo, 03 de enero de 2010 a las 0:14

lunes, 31 de mayo de 2010

Segunda opción.

Creo que mis visiones fueron algo producto del alcohol. Si trato de recordar la escena lo más nítido posible, siempre viene a mí el mismo detalle que me hace negar qué fue lo que vi. Y, supongo, prefiro creer eso ahora y enterrar ese pseudo-recuerdo.
La pregunta ahora es: ¿qué hago? ¿sigo? ¿no sigo? ¿intento? ¿paso? ¿lo hago? ¿me retiro? ¿le tomo importancia?
Supongo que no era "la" y terminó siendo "las". Una pregunta no era suficiente para tratar de mantenerlo claro.
No quiero terminar en lo mismo, otra vez. Necesito ciertas garantías, ciertos indicios que no sé si estan presentes a esta altura de las cosas. Aun no pasa nada. Y ya ha pasado de todo.
Realmente no tengo idea de qué va todo esto.
Realmente no tengo idea si saldrá algo bueno de esto.

O si seré capaz de derrotar la adversidades. Otra vez.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Escarcha ausente.

¿Dónde estás?

¿Donde estás…?



Y no soy yo quién debería contestar esa pregunta. Pero estoy. ¿Dónde estoy? Estoy en una plaza. Una plaza vacía. Estoy en la mañana, con frío, sin guantes. Mis manos se congelan mientras escribo esto de puño y letra. Más de puño, en todo caso.
Estoy en un intermedio. En un lapso. Tanto literal como metafóricamente. Literal porque es una ventana: espero que termine la evaluación de un trabajo que no salió como quería. Metafóricamente por… bueh, eso es cuento de otro libro.
Apenas nos dieron la fatal hora y media de espera, fingí una llamada telefónica y me separé de mis apestosos compañeros. Caminé, encontré un quiosco, compré cigarros (subieron) y seguí caminando hasta que terminé aquí, congelándome bajo un sol que jura que calienta, pero no pasa nada.
Y ese es el problema:
Cuando estás en un entre-tiempos no pasa nada. En lo absoluto. Se estira y prolonga en un vacío interminable. Sin subidas ni bajadas, en una monotonía que se hace intolerable. Es tiempo muerto, como dicen. Out.
Si fuera voluntario (y en parte, lo es. Creo), sería más simple. Uno quiso esperar. Se la banca con ganas. Pero si es lo contrario, uno queda colgado. Expectante, en el aire, inquieto. Lateado.
Aburrido y ansioso.

Igual supongo que tampoco puedo quejarme tanto. Por más que quisiera…
En fin.

Cuando venía hacia acá, vi una pareja de más menos mi edad. La mina lloraba y el tipo le sostenía la cara. ¿De qué hablaban? Ni idea. Supongo que él intentaba calmarla y ella no podía reaccionar.
Nunca me vieron. La escena era patética: en medio de harta gente, mostrándose tan vulnerables. Tan mal que si alguien de los que los vieron los vieran otra vez en otro lugar y otra fecha, tomados de la mano riendo, no se comprarían que son felices. Así de simple.
El cuadro me hizo mal. No sé por qué. Viré, no quise entrar en esa onda.
Prácticamente salí corriendo.



Mi mano está morada y veo que los nudillos se comienzan a trizar. El vapor que sale de nariz y boca bloquean la visión de la hoja a cada tanto.
¿Dónde estoy?
Estoy en una plaza vacía.
Estoy en una plaza con frío.
Estoy, quizás, en el peor lugar donde podría estar.
Pero estoy.
Eso es lo que cuenta, ¿cierto?...

¿Cierto?


-Croquera de apuntes. Martes, 9:26am.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Fix you. But fix me.

Pasó que no supe qué pasó. Cuando miré a ambos lados, para verificar si estaba solo, sentí un escalofrío que no supe como interpretar. Caché que había una colilla en el suelo y me decidí a prender otro cigarro.


Si no era el tiempo quien me estaba atrapando, no sé qué era.

Si recuerdo tal cual fue, podría decir que fue latero. Completamente. O más que eso, complejo. Denso. Cuático, harto. Fue un lapso de tiempo que sospeché durante varios meses antes. Justo cuando todo detonó. Cuando todo estalló y mi realidad se cayó a pedazos sobre mis zapatillas, vislumbré todos aquellos momentos que me deparaba el futuro donde no sabría cómo reaccionar.
¿Lo peor? Tenía razón. Harta.
Quizás, antes -tiempo atrás-, pasé esto alguna vez. Pero hasta podría decir que fue ilusorio. Un pequeño pedazo de ficción comparado con el hoy. Fue, pencamente, prepararse para alguna vez vivirlo. La primera cuesta mucho, dicen. Hay gente que se tranca en ello. Creo que me incluyo en ese grupo. Puedo decir que, hasta ahora, sigue sin ser fácil acostumbrarse a ciertas cosas. Ciertos hechos, o incluso gente. O a esto de dejarse llevar a máximo por el estado anímico. Y darme cuenta que las consecuencias de hacerlo siguen siendo igual de vanas -vacías, efímeras, fomes, lateras, quebrantables, trizables- como lo eran antes. O quizás más.
Quizás no: sí, más.

El otro día llovió. Era extraño, porque el año pasado no lo hizo así. Fue, precisamente el año antes de ese cuando lo hizo con tal magnitud que todo se empapó y se distorsionó. Esta lluvia fue un reflejo de ello. Fue, más que limpieza, un charco de lodo del que no pude escapar. Mis converses fueron prueba de ello. Y mis calcetines teñidos en café, en barro, en olor a tierra y ciudad. A hojas. Fue como verse en un espejo hacia atrás. Fue como si arriba supieran precisamente cual era mi punto débil. Como si el director hubiera dicho "listo, momento preciso, suelten lluvia".
What a moment. Good director, bad script.
La lluvia duró toda la noche. Mientras era tarde y los gatos escapaban para no mojarse, la luz se cortó. Pasar, de nuevo, enfrascado en la ventana fumando viendo como las gotas impactaban en el suelo, me pareció surreal. Oasis, para variar, acompañaba el asunto. Era como otra época, otro tiempo. Era como rebobinar hacia las escenas que pensaba borradas, seriamente dañadas en mi disco duro interno. Pero esta vez era más real. Más profunda la herida y más dañino el humo que entraba en mis pulmones.

Es extraño esto de estar herido. Pareciera como si de alguna forma te ganas temporalmente una suerte de antena parabólica que dura mientras estés en ese estado. Todo a tu alrededor se amplifica y es más fácil obtener cierta información, cierto registro. Entender ciertas palabras y enganchar, conectar, con gente que está igual que uno. Sientes, aunque no quieras, que hasta creas o mantienes un vínculo con alguien más. Con todos esos que andan con vendas y parches curitas. Con todos esos que también perdieron algo.
Que perdieron igual que tú -igual que uno- y que encuentran algo más que nunca buscaron ni pensaron en querer buscar. Pero lo hacen igual.

Sentí que mi propia sangre me traicionaba. Sentí que ya nadie entendía nada y que yo era el único en este problema. Por primera vez no me sentí un extra en mi vida, si no que el protagonista de la peor película. Un actor que no le quedó otra que actuar en un bodrio para poder comer. Y que bodrio más grande. Todo estaba raro, como visto a través de un bifocal. Paradójico, humorístico. Cruel.
Demasiado, demasiado cruel.
Si no me derrumbé esa noche es porque me quité las orejas y decidí no escuchar más. Por esa noche, no tuve oídos. Por esa semana, ese lapso, cada uno de mis cinco sentidos fue un estigma, el más grande de los castigos. Y el sexto, si es que lo tengo, fue el peor.
Fue la sirena roja que me anunció que no saldría limpio del camino en que me pusieron hace meses atrás.













Podría decir más, pero prefiero quedar en menos. Podría pensar que esto es una carta cuyo destinatario puede no estar interesado. Podría decir que me encantaría arreglar todo.
El problema es que no puedo arreglar nada si el que está roto también soy yo.