domingo, 13 de junio de 2010

Chronos. Kayros.

Es domingo y llueve. Desde la tarde, que de tarde tuvo nada: oscura, lenta, retrasada. El agua ha caído aumentado la intensidad cada tanto. Como si el cielo se hubiera hartado y lanzado todo lo que tenía.

El agua se va vuelto tema, últimamente. Desde el viernes, no sé por qué motivo, ha sido conversación recurrente la frasecita esa de "ha corrido mucha agua bajo el puente". Y ahora que lo pienso, puede ser.
Harta.
Turbia y densa.
Negra, más que clara.
No ha corrido un mar.
No ha corrido un río.
Corre un aluvión.

Hoy desperté de un sueño raro. Recuerdo de qué era y que por esa misma razón quise despertar. Era un sueño recordatorio. Un memo. Recuerdo que estando en medio del sueño dije en el mismo: "ah no, si vamos a estar aquí abriendo heridas, mejor despertar". Y lo hice. De golpe. Hice lo usual de un domingo: prendí el pc, abrí ciertas páginas. Traje bebida y prendí un cigarro. Bastaron un par de minutos para darme cuenta que había gente que ya había desaparecido de mi entorno. Básicamente, de mi vida. Sin darme cuenta, en realidad. Una hora y algo después sostenía una conversación con alguien y volvió a salir la frase. Ahí fue cuando la relación de agua-gente-eventos-chronos-kayros salió y no pude sacarlo de mi mente. Fue el tópico del día.
Fue la "d" de domingo.
Hace un año atrás me dio esto mismo, me acuerdo. Fue como un día resumen, como recorrer la temporada, los últimos eventos, las cosas que han hecho de mis días lo que fueron. Hoy fue exactamente igual. Y casi del mismo modo.
Casi igual.

Me parece, si no insólito, extraño como es que pasa tanto en un sólo año. Como te cambia la vida. Como los momentos se hacen distintos en las mismas fechas. Como es que ciertas fechas desaparecen y los que estuvieron contigo ya no lo están. Mientras otro año pasa, más encuentro tan frágiles las relaciones humanas. Tan débiles, quebrantables, efímeras (y yo que odio esta palabra). Si fuera más pesimista de lo que soy, diría que a nadie le importa nada. Y quizás lo creo, a medias. Al final creas y armas un lazo, lo haces crecer, lo alimentas; para luego asestarle un golpe certero y cercenarlo. Matarlo. Hundirlo. Eliminarlo de raíz. Todo ese tiempo, risas, confesiones, secretos se pierden en horas, se alejan, desaparecen y borran. Ya no existen, ya no puedes volver a recordarlos en un conversación. He visto como pasa, tan últimamente, tan este 2010 y no puedo hacer nada. Al interlocutor no le importa. Le da lo mismo. Cero valor.
Recordé varias caras. Y cada una de ellas la historia que me ligó a ellos. Y todo esos cuentos, esas historias, esos momentos -salidas, comidas, cines, lluvias como las de hoy-, almacenados férreamente en mi memoria ya no estaban en las suyas. Estaban, en el mejor de los casos, olvidado bajo llaves en lo más profundo de sus cerebros. Borrados completamente, en el peor de los casos.
Sorry, no pude evitar deprimirme, entonces. Y no tanto por eso, que sí es la mayor parte, si no también por notar que sigo perdiendo la fe en la raza humana y en su manía de estar sujetos a otros. En que en realidad, nos sujetamos a otro sólo por necesidad, por interés, nunca por alguna clase de afecto. O emoción por estar junto a otra persona.

Fue pesimista, lo sé. En tarde como hoy son esas en que sólo lo malo te sabe real.
Tanta gente desaparecida. Tantas pies que se alejaron. Tantos que partieron y yo acá.
Tanto chronos que ha pasado. Tanto kayros que se ha esfumado.

Siento que he dado mucho y que se me ha quitado harto. Y, claro, sólo cuento las partidas que me han dolido. Nadie llora por un ser que despreció. Siento -y pienso- que con cada partida se me ha quitado un miembro. Que voy quedando lisiado cada vez que alguien me da la espalda y se va.
Y no puedo evitarlo, quizás me importa demasiado esto del estar con alguien. De compartir y conversar cosas. De comunicar, de oír. De tener piel y manos. De estimar. Incluso querer.
Conozco tanta gente y son todos conocidos. O los ubico, nada más.

...


Si los deseos se cumplieran, desearía que todo volviera tan atrás. O que de la nada apareciera alguien y lograra comprender cuan difícil es entablar algo para mí y que me ayudara a recoger los pedazos de la vida que tuve antes.
No es tan fácil volver a reaccionar.
Para nada.
No es tan fácil volver a creer cuando te obligaron a desconfiar.
No es tan fácil volver a responder cuando respondiste antes y, a pesar de todo, falló.

Ya casi termina este domingo y nada salió correctamente. Estuve entumecido, lento, torpe. Recuerdos, flashbacks, recuentos. Lata, nostalgia, algo de rabia, quizás.
Sigue lloviendo. Las luces de las casa se reflejan en las gotas en movimiento sobre los tejados, sobre el suelo, sobre el pasto que crece allá abajo en el patio.
Y yo sólo espero que al dormir no sueñe nada. Y que mañana las cosas se vean mejor, más tranquilas. Y que haya olor a hojas y tierra mojada por las avenidas.

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