viernes, 31 de julio de 2009

Quick post.

A veces, ser sincero es más difícil de lo que aparenta. En realidad, ser sincero es más fácil de lo que aparenta. Es sólo que el miedo pesa e invierte la dificultad de las cosas.
Hay que relajarse. Hay que dejarse llevar.
Nada es tan terrible cuando ya no quedan murallas reales de pie, sólo las que imaginó tu alma.


jueves, 30 de julio de 2009

Tomar las riendas después de caer.

Oh simple thing where have you gone?
I'm getting old and I need something to rely on
So tell me when you're gonna let me in
I'm getting tired and I need somewhere to begin

So if you have a minute why don't we go
Talk about it somewhere only we know?
This could be the end of everything
So why don't we go
Somewhere only we know?



Sí, sí, perdí el control. Pasa, puede pasar. Ahora estoy en ese extraño estado intermedio. Volviendo a reforzar, tratar de levantar la frente. Pensar, que aunque los miércoles pueden tener errores fatales, bestiales; se pueden olvidar. Borrar... pensé en escribir cuando de la nada leí un mensaje y recordé que había una entrada que escribí hace un tiempo y que retrata exactamente lo que en este segundo podría y querría decir.
Primero un fragmento, y el link.
A veces, releer atrás, puede darte fuerzas y recordarte por qué estás donde estás. Y por qué anhelas tanto lo que buscas sin parar.

¿Te imaginai? Que pudiéramos cambiarlo todo. Sería tan fácil, tan sencillo. Es como cuestión de atreverse, igual. Quizás, así mitigar cuando duele adentro y es por las puras.
Que tal si... ¡vámonos! Demos un paseo lejos. Olvidemos a todos por un día. ¿Fumemos? ¿Tomemos café?
-Extracto de Reloj de sol.

La leo y pienso ahora que todo lo que ahí pudiera salir escrito aun está dentro de mí. Tal cual. Exactamente igual. Y hubieron tropezones. Hubieron caídas, pero pasaron. Quedaron atrás.
It's not so hard. It's complex, but every hole has an exit.

miércoles, 29 de julio de 2009

Note to self. Rollos mezclados con realidad.

La ciudad está atorada, dormida e inerte, mientras tus dedos -de nuevo y al parecer como siempre- lo único que tocan son las teclas negruzcas del teclado. Un cigarro muere en el cenicero de madera, mientras tus ojos tratan de mantenerse abiertos, no por sueño, si no por creer que algo sí puedes ver.
Estás solo, sumergido extrañamente en un estado de ánimo que te sienta de lo peor. Es una suerte de caída, libre, sin final, que continúa y continúa, dejándote exhausto de nunca parar. Tus labios, ahora, están secos a pesar de la bebida con un poco de ron que descansa algo más allá de la cajetilla semi-vacía. Secos, algo trizados, quizás, como si hubieras comido de la arena del desierto. Como si ya no los usaras más. Tus ojos, cansados por quedarte a estas horas sin hacer nada, tienen la mirada perdida en la tecla "v", esperando ver si las tecleas, contando las veces que la logras presionar. Tus manos, actúan por inercia, recibiendo los impulsos de tu perdida cabeza sin chistar. Frías, algo más torpes de lo usual y parecieran incluso que se secan.
A veces, como ahora, piensas que te cansas de todo. De estar, todos los días tratando de ser optimistas -o algo similar- por tu bien. Tratando de llevar una falsa sonrisa cuando sales y sabes que no estarás solo deambulando por la orilla oscura, y tratando de ser el Felipe que es ocurrente y dice cosas que casi nunca tienen sentido. Y que te caes. Y a veces, haces reír a los demás. Menos a ti. Si las cuentas, son tan pocas veces las que te has reído de verdad con una tontera tuya. La mayoría de esas veces, porque hiciste reír a alguien que te importa. Y ahora, cuando estás aquí, cuando es de noche, cuando son pocas las personas que se atreven a dejarse llevar por la hora AM y evitar soñar, te das cuenta que aunque quisieras tirar un chiste, no podrías. Daría lo mismo, tampoco nadie lo podría escuchar.
Esto es un estado un tanto bastardo. Maricón, si se le puede llamar. Un chiste demasiado negro, una ironía que no necesitabas escuchar. De repente todo negro. De repente una pequeña mancha blanca que aparece y crees que puede ser una salida. De repente, de la nada, en una sola palabra, comienzas a dudar. Y echarte. Y llorar.
Te sientes y te ves estúpido, por eso ahora evitas el espejo a toda costa. Tonto, algo necio y bastante torpe. Entumecido. Moliéndote a palos a ti mismo pensando en que estás atorado, dentro, con algo que grita y que no se calla. Y que lo sigues, le haces caso y tratas de triunfar, de salir de los problemas, de conseguir lo que buscas y pareces que se perdió. Extraviado, como niño chico en una ciudad capital, buscando a alguien con una cara conocida. Una sola cara, que desearías volver a ver una y otra vez de cerca y tratas de tocarla y cuando tus manos la alcanzan se desvanece y las luces se apagan y ni siquiera puedes ver más allá de tus propios brazos. Y comienzas, como si fuera una tonada melancólica y terminal, a tocar en tu cabeza una y otra vez todos los posibles escenarios, todas las posibles cosas que podrías ver que serían fatales, que te dejarían traumado y que por alguna razón sabes que han pasado y que a pesar de no haberlas vistos, puedes recordar las caras y los actos que tú viviste se mezclan con caras ajenas y sientes que no estás, que eras un expectador y que viviste algo que nunca te perteneció. Y te sientes patético, cuestionándote si lo que viviste si fue tuyo, y te respondes y dices que sí, pero caes en el juego, te metes en la tonada y ya no sales y te lamentas y te odias y sólo están todas estas imágenes en tu cabeza torturándote más de la cuenta sobre cómo un mañana será tan distante. Y cómo el ayer, lo que quedó tapado por las semanas, se desvanece y se licúa a pesar de tus propios deseos.
Y te cubres la cara y piensas que "cresta, pero si estoy intentando, en serio, estoy intentándolo y no tengo que caer, no tengo que dejarme perder así, no si es algo que busco, no si es algo que perdí por una razón que se pudo evitar". Pero te excusas y te mueres de miedo por pensar que sí, que ya se fue. Que en el fondo, 3 días quedan en una lista que te dieron y que la única hora posible pasará frente a tus ojos y llegará el final de la lista y dirás "sí, perdí"... Y, sabiendo que ese momento será el peor escenario, te ves ahora y dices "¿qué puede ser peor que esto?". Es como si estuvieras desistiendo, tirando la toalla y te detestas por eso. Porque en realidad, no es consecuente a lo que buscas. Pero estás cansado, sabes que intentas, que seguirás intentando, pero estás cansado, tus pies ya no pueden más. No si estás tan solo, no si no hay nada que te diga "huevón, sigue, camina, tienes oportunidad, tienes una meta que se puede alcanzar". Ningún indicio, nada. Ninguna señal.
Por alguna razón piensas un escenario donde estás y alguien muere y no eres tú. Y revisas sus cosas, lo último que dejó en este mundo y huele a su persona. Y es como ahora, con las cosas que tienes y sólo sientes que todo se fue. Y sólo esto resta. Sólo los objetos inmóviles que recuerdan cada cosa y que mantienen el aroma que ya no está. Y puedes sentir casi como te hablas a ti mismo, con tu boca seca, a palabras sobre lo tonto que eres y lo que deberías hacer. Y que odias este preciso momento y sientes que hay palabras en el ambiente que entorpecen todo y que se oyen, todo el mundo las oye, pero nadie se atreve a decirlas. Que todo el mundo lo sabe y nadie dice nada. Y, la única razón que se te ocurre para ello, es que cualquier tema que tenga que ver con ello sólo se quiere ignorar y enterrar. Y ahí es cuando mueres. Ahí es cuando tus ventanas se cierran tan fuerte que el cristal se rompe y vuela por todos lados como cuchillas esperando carne donde impactar.
Y te arrodillas en la cama y recuerdas todo: la conexión, los roces, las casualidades, lo que pasó. Las palabras, las cosas que aprendiste y cada mínimo momento donde podías sentir incluso tu alma tranquila. Esa, que ahora crees que se destroza mientras más tecleas.
¿Y qué resta ahora? ¿Qué resta ahora mas que prender otro cigarro y fumar?



Sientes que tus nervios se hacen pedazos, junto con el resto de tu caja toráxica. Es como si todo lo que pasaste, toda la pena y todo lo que vino por consecuencia se resumen a este momento. Se mezclan, se funden y te atrapan, materializándose en una celda fría y cortante. La perdición, el final. Es como si todo lo que pasó antes, los mismos momentos que se repiten, te calaran y se incrustaran en tus pulmones, vértebras y corazón. Las mismas palabras, la misma indiferencia fría y cortante y las palabras que toman mucho más tiempo en llegar. Porque toman mucho más tiempo en decirse. Porque, básicamente, ahora puedes esperar, porque ya no tienes la misma relevancia. Ya perdiste la importancia fundamental. Bienvenido de vuelta al cajón del resto del mundo.
Por la puta, mírate. No, mejor no lo hagas, pero date cuenta qué está pasando. Estás perdiendo el control, te estás desesperando. Estás sientiendo la desesperación, la pena, sasonada con celos. Te estás saliendo de equilibrio en la balanza de entre lo que sientes, lo que quieres, anhelas y quieres batallar por recuperar; y lo que te detiene, la gente que te pone la mano y dice "no", el futuro, el destino (¿destino? no sabes si esa sea la palabra, no sabes si dejar caer el peso sobre eso sea lo justo, muy después de que te dicen que el destino te depara todo lo contrario. La felicidad), la realidad. Un lado pesa más ahora que el otro. Y no es el lado correcto. Y frunces el ceño y aprietas los puños pero desistes de golpear la mesa. Podrías despertar a alguien y mejor sólo tecleas y tecleas a ver si algo del dolor puede salir. Piensas, que ahora da lo mismo si haces lo correcto o no. Que en realidad, sólo quieres hacer lo que quieres hacer. Y que te importa una mierda el resto del mundo, sus susurros a lo lejos y que sólo quieres correr y abrazar y dejar que tu cabeza pierda el mando y hacer lo que sientes. Y pensar, de verdad pensar, que puede ser así, que es sólo el silencio de los inocentes -el miedo colado entre tus cabellos- lo que calla todo alrededor de esta vida. Que todos los obstáculos ya desaparecieron, que ya no hay nada real a qué temer, más que al receptor mismo, a lo que hay dentro de su cabeza y sus pulmones... Pero no sabes, no tienes forma. No puedes hacer nada, nada sin una mínima señal, sin un mínimo indicio. Uno solo, positivo de que sí puede pasar. Eso mismo que esperas y que puede ser negativo como lo es hoy. Un indicio más en contra. Como Harold Crick anotando en su agenda a cada rato una cruz en el sector de la tragedia. La comedia, quizás, con un par de cruces, pero la otra hoja tiene ese mismo número multiplicado por mil. Y sólo dices: "This may sound like gibberish to you, but I think I'm in a tragedy
".
Y ahora, en este momento, es así. Y aunque la realidad es más extraña que la ficción, ahora sólo desearías un pedazo de ficción, un giro drástico y esperanzador del guionista para salvar a tu personaje de sacarse el pelo con las manos...
Y nada pasa.

Tratas de contar hacia atrás. Pero desistes al ver que cuando usas la palabra "atrás" es cuando con más fuerza vuelven los recuerdos. Cuando más ganas te dan de derramar gotas saladas sobre la mesa porque piensas que todo así quedará: como un recuerdo. Como una anécdota sin importancia dentro de todo lo que tapará el futuro. Un fin que no sabías, que nunca notaste porque pensabas que el mundo giraba en paz. Pero sólo una triza, sólo un segundo de perdición dentro de una neblina espesa bastó para que se marchitaran hasta las flores que no habías puesto. Y mides, piensas y repasas lo que te han dicho voces ajenas: "es algo solucionable", "no es un gran problema, sólo es una confusión", "un malentendido", "sólo fue una tontera, se tiene que reaccionar"; para pensar que quizás fue así, pero que todos se han enterado, menos las personas que tienen que saberlo. Que con ojos cerrados no pueden ver nada, mientras su piel entumecida y congelada no sabe lo que busca. La idea, era tratar de ayudar a eso. Pero no puedes. No, cuando tú eres parte del problema. No te corresponde. No puedes hacer nada más. No se te deja hacer nada más.
Y ahora, ahora sí, ya perdiste todo control, toda noción de inteligencia o sutileza o entendimiento y lloras y lloras y lloras y lloras. Y lloras porque piensas en todo (y no lo puedes evitar) y porque mañana tendrás que tomar control de nuevo y olvidar toda esta pasión que te consume ahora. Que tendrás que retomar tus ideales muy a pesar de que el mundo te señala con el dedo y te tilda de perdedor. Retomar tus energías, tus creencias, tus ganas de alcanzar una meta a pesar de que el reloj mismo te escupe en la cara. Y seguir pensando mejor, tratando de resonar en una onda buena, quizás de esperanza. Y eso es lo que quieres. Ese es el mensaje que quieres dar. Pero ahora, en este momento, te la ganó la pasión. Te la ganó la pena, te la ganó la soledad.
Mañana sabes estarás de nuevo en pie. Mañana sabes de nuevo seguirás estando con la frente en alto, consecuente, firme, perseverante. Mañana, cuando despiertes, porque hoy, este round, lo ganó la soledad.

Y de la nada oyes las excusas. Las palabras de consuelo. Las mensiones honrosas... Y sólo quieres taparte los oídos y gritar que lo sabes, que ya no molestarás, que ya entendiste el mensaje, que tu importancia ya se esfumó y que ya no queda nada más para ti aquí.
Y el silencio retorna y la vida gira y gira, porque es tu problema y no tienen gran importancia para el universo en general. Por ti compadre, por ti y lo que te quema dentro, el mundo no temblará ni dejará de girar. Sólo tú morirás esta noche empapando la almohada hasta despertar. Hasta que retomes donde te quedaste, aun recordando las mismas palabras que quemaron tus ojos hoy y ayer. Tus ojos y tu soledad. Sólo tú morirás esta noche, hasta que mañana, trates de sostener tu propio peso de nuevo y aguantar los palos de tu mala pata y todo el viento en contra...

Y, ahora, el cuarto de nuevo está vacío. Igual que tu pecho.
Y tus brazos, también...


It's the best thing that you've ever had, the best thing that you've ever, ever had.
It's the best thing that you've ever had; the best thing you've had has gone away.

Don't leave me high, don't leave me dry.

martes, 28 de julio de 2009

Probabilidades.

Estoy -estaba- sentado mirando por la ventana. Viendo como la semana y la rutina comenzaba a inundar de nuevo la vida de casi todo el mundo. Quizás algo de regularidad para todo esto. Algo así. Más normalidad para borrar la anormalidad brutal que azotó.
Estaba mirando y creo que esbocé una sonrisa ligera. Tardía, sí. O sea, a veces, uno se sorprende y no sabe como reaccionar. A veces, la vida, el destino, las casualidad, la realidad, the masterplan, la nada; te trae sorpresas. Sorpresas, de esas grandes. De esas que no te esperabas por ningún lado. Y cuando pasa, puede que te asustes. Me pasó. No soy el único, pero, me asusté. Y eso no significa que me cargara. Que me asialara o nada por el estilo. El miedo, te hace reaccionar de formas que no te esperas. A veces, puedes dejar la embarrada. A veces, puedes parecer que huyes cuando en realidad sólo deseas estar ahí. A veces, puede entorpecer el juicio y tomar decisiones. Como aislarse y cortar con el mundo. Como no subirse a una micro.

Si hay algo que me tiene medio atontado, es como pasa todo. I mean, en el sentido de que a veces no te planteas nada y algo sucede. Y todo pasa, por una secuencia. Te levantas y tomas un sorbo menos de leche, decides no quedarte cinco minutos más en la cama, decides apresurar todo tu supuesto plan del día y salir de la nada. Te levantas y piensas salir más temprano, pero por alguna razón, no lo haces. Te levantas y lees que la hora tope es más temprano de lo que pensaba, aun cuando dijiste que sería más tarde. Caminas y ves que una luz roja no te impide y cruzas rápido y llegas a tu primer destino y mandas un mensaje de texto que no tenía fondos, pero que te retrasó y no seguiste caminando. Y miras hacia atrás. Todas esas cosas, todos esos eventos, esa secuencia, la cadena, tenía más de medio millón de posibilidades de suceder. Y de todas, de las más obvias, sucede una: la más imprevista. La menos lógica.
A veces, eso puede shockear. Pero a la larga, no sé, uno se pregunta y piensa y al final de un par de cuestionamientos típicos existencialistas, te quedas con la idea que así tuvo que ser. That's was supposed to happend. Y la vida tiene un modo raro de funcionar. Todo eso, las coincidencias, las casualidades, las causalidades, al final, terminan pasando por algo. Llorar un día, puede ser porque no tenías que reír, tenías que llorar, tenías que caer para darte cuenta de algo. No sé si es destino, or something. Supongo que creo que el destino lo forja uno, pero también creo que hay cosas que tienen un camino pre-hecho a suceder. Como papel prepicado: está lista la guía para que suceda. Y de la nada: sucede.
Si remonto y repaso algunas líneas y refuerzo eso de que creer en lo que uno siente es lo correcto, entonces, me quedo con eso. Y siento que si estas cosas, todas las casualidades del día tenían que ser así, entonces, ok, me entrego, es por algo, let's do it. Las decisiones, las oportunidades que se cierran, los pensamientos que salen en palabras en determinados momentos, son porque eso es. Es todo parte de algo. Es como un rompecabezas: las piezas las pones y pones y giras y al final, sabes donde y cómo tienen que ir. Basta tiempo, basta esfuerzo y algo de dedicación y al final logras entender como tenía que estar dicha pieza para que el cuadro se armara. Y todo cobrara cierto sentido.

Supongo, que ahora, aun faltan un par de piezas, pero el mundo está algo más claro. O en proceso de recuperación. Pero eso no quieta que haya que seguir creyendo y teniendo algo de fe. Después de todo, ¿no es plausible jugársela por completo hasta el final si quieres algo en tu vida? O sea, si realmente quieres algo en tu vida, no sólo basta con abrir los brazos y agarrarlo, si no que también, hay que jugársela gastando todo, los recursos, las ideas, jugando hasta con el mismo tiempo de vida que te resta por algo que quieres dentro de tu propia vida. Suena algo tonto, o loco, pero es así. Jugar incluso apostando el lugar donde uno quiere que esté algo, porque si no se tiene dentro, tampoco tiene mucho sentido tener el contenedor que no contiene nada.
Y para tener algo, hay que apostar. Hay que sacrificar y jugar.
Y creer.

Hoy hubo sorpresas hasta por las patas. Unas más impensables que otras. Unas más deseables que otras, aunque las apariencias puedan engañar.
Lo importante es que... todo pasa por algo. En la vida no hay azar.
La suerte es un invento de locos. Y yo estaré loco, demás, pero no creo en el azar. Creo en mí. Creo en un par de personas. Listo: que el mundo comience a girar.
¿Más causalidades casualidades? ¿Más casualidades causalidades? Que vengan, que pase lo que tenga que pasar. Que pase lo que se sienta, tenga que pasar.
Let's play.

domingo, 26 de julio de 2009

Storm confessions.

"Vas a estar bien" recuerdo que me dijeron esa vez en valpo, hace como dos años atrás. Recuerdo que, me dio lo mismo. Sí, una que otra reacción típica y luego chao. Ni ahí. Totalmente intrascendente. Quizás un juego. No sé.
No era la primera vez. Desde un tiempo a esa parte me había prometido muchas cosas, que hasta ese día, seguían en pie. Un año, puede cambiar muchas cosas. Y no tanto dentro, si no afuera. El entorno, lo que puedes llegar a pensar.
Cuando uno cierra posibilidades, uno las cierra y dice "esto no volverá a pasar". La mayoría de las veces que uno dice eso, vuelve a suceder. Y recuerdo que pasó, de nuevo. Pero yo cerré la posibilidad y la dejé ir. No estaba listo, no quería. Prefería comerme las cosas yo solo.

-Oye... sabes, hace tiempo que estoy pensando que...
-A ver, a ver, espera. Ya sé donde va esta conversación, en serio. O sea, soy súper despistado, pero yo creo que has sido más que evidente, así que capto.
-Entonces...
-Entonces... ehh... no. Mira, no te voy a venir con la típica de "no eres tú, soy yo". Lo que pasa es que no quiero, no quiero nada de estas cosas. Desearía ojalá tener un poco más de tacto y decirlo distinto. Pero me tomas un poco tomado, igual que tú y supongo que con trago soy más sincero de lo que debería. En serio, nada personal, pero no puedo. No ahora. No sé cuando.
-Entiendo... en serio, perdona...
-No, nada que ver. Pero mira, no tengo nada que ofrecerte. Este día, ahora, no. Pero, se te va a pasar. Y de hecho, ¿te doy un consejo? date vuelta y mira: mira cómo te mira el Pablo. Y eso es hace rato. Si alguien puede ofrecerte algo, es él. Se muere de ganas. Y yo sé, que en el fondo, igual te mueve el piso. No pierdas el tiempo conmigo y sé feliz.
-...

Hoy es domingo 26 de julio. Si los cálculos no me fallan, hoy llevan 1 año y un par de meses con Pablo. O tres, creo. Una vez lo conversamos este año y dijo que Pablo era lo mejor que le había pasado. Y no sé por qué, me dio las gracias.
Recuerdo que por ese entonces, yo tenía algo dentro que aun no tenía nombre ni posible rastro de saber qué era. Cuando me di cuenta, pensé que era un tonto, porque yo había cerrado toda posibilidad. Cuando me di cuenta, ya era muy tarde. Recuerdo que pasaron muchas cosas. Y para mi sorpresa, era algo que ya se había depositado en mí hace mucho tiempo, pero que nunca sonó fuerte, o nunca traté de darme cuenta de que estaba. Me hacía el loco, como dicen. Como todo, muchos altos y bajos. Llorar y reír. Guión de teleserie. Todo muy bien sasonado. Y a veces, uno piensa que está perdido, que cagó. Que bu-bye y eso. Y me pasó. Y no sé por qué todo siguió dentro. Después lo supe. Después todo estuvo muy claro. Tenía que ser así. Todo lo que se estaba formando, tenía que quedar dentro. Si no era así, nunca nada hubiera pasado. Todo hubiera sido una anécdota, un recuerdo más. Pero no lo fue.
Recuerdo que muchas veces me senté en el borde de la calle y pensaba si debía seguir o no. La confusión de estar tranquilo y callado siempre estaba. Al final, no era ni necesario dar una conclusión, no llegaba ni al final de la disputa mental cuando ya sabía que quería continuar. Nunca fue fácil. A veces demoraba semanas en darme cuenta de que así era. Hubo uno que otro error de por medio y, curiosamente, después de eso era más fácil darme cuenta que era lo que realmente quería. Y saber qué es lo que uno quiere, nunca es fácil. Dicen, que la única forma, es notar su ausencia. Y el tiempo -la gente, cuando habla de tiempo, siempre lo relaciona a años. En lo que llevo "vivo", me he dado cuenta que tiempo, incluso, puede ser una hora-. Bueno, fue harto tiempo. Y harta ausencia. A veces estando a lado de alguien, puedes sentir su ausencia. Estar y no estar.

No sé a que voy con todo esto. Supongo que porque el sentimiento es similar. Supongo, que los años, me han hecho más paciente de lo pensé. Claro, con ciertas personas. O con ciertas cosas. La cosa es que, mi cabeza, tiene como un switch, que prende una lucecita que dice: "sí compadre, esto no lo vas a olvidar. Esto, queda grabado en tu mente, olvídate que fue algo pasajero". Se prende poco. Han sido varias. Unas 6. La primera vez, fue hace 13 años. Aun no olvido. Otra que recuerdo, fue hace 8 años. Una muy importante, fue hace 6 años y esos tipos aun siguen conmigo. La última, fue entre 3-1 años. Y aquí estoy.
La cabeza de una persona, es un mundo entero. Dentro de la mía está esa luz. Y cuando pasa, no sé, todas las cosas que me prometo y cierro, se abren. Me arriesgo demás. Hago cosas que no esperaba de mí.
Uno, claro, no puede esperar que otras cabezas sientan lo mismo, o resuenen contigo cuando se prende algo. A veces, ni lo comunicas. Es cuestión de tiempo. Y algo de destino. Nada de suerte.

Las pocas cosas que hablé con mi abuela antes que muriera, me dijo que las cosas pasaban por algo. Nada era azar, todo tenía su significado. Que muchas veces uno no se daba cuenta, pero después de las tormentas, había algo de lluvia y luego días más claros y uno podía entender los por qués. A la larga, sí, ha sido así. Por ejemplo hoy: si es que la tormenta ya pasó, aun sigue lloviendo. Y eso lo sé, porque es el estado de dualidad, en que estás entre bien abajo y otra parte trata de estar lo más arriba posible. Y estar tranquilo y pensar claro. Eso, no hubiera sido posible sin ir al cementerio. Necesitaba el memo en mis manos para recordar. Ella me decía que yo íba a encontrar personas en mi vida que me cambiarían. Y que no sabría como reaccionar. Pero que estuviera tranquilo. Porque si era verdad, había que aprovechar y dar gracias. Que ella íba a estar conmigo pasara lo que pasara cuando estuviera perdido y necesitara pensar. Ella era católica. Yo no. Pero siento que está. Y que ahora sólo tengo que relajarme un poco y esperar que la tormenta pase. Y después, lo que tenga que pasar. Nada es al azar. Todo pasa por algo.

Creo que estoy divagando. Pero supongo que es algo que iba a salir de todos modos. A la gente que le ha tocado cruzarse conmigo y yo digo y digo cosas que a veces parecen de un lunático o algo así, que prometo cosas que se ven más que imposible, supongo que no entienden el por qué. O pueden tildarme de loco. Pero sé, dentro, que puede que esté loco, pero sé por qué digo lo que digo. O por qué prometo todo. O por qué digo que no puedo olvidar.
La cuestión es que... no sé. Ahora, hoy, sí, quizás alguna que otra recaída. La importancia de las cosas, tiene otro valor. Cuando es un cualquiera, cuando la luz no se enciende, puedo hacerme el sordo y listo. Nada, todo bien, aquí nunca nadie estuvo. Ahora no. Aunque quisiera. Tampoco lo quiero así.
Hacerle caso a lo que siento, dicen -me dijeron- es lo correcto. Tengo muchas cosas dentro, sí, pero estoy claro.
Y eso, es esperar. Y nunca caer. Ni morir. Sólo dejar que pase lo que tenga que pasar. Una mente clara es necesaria en la balanza para que otras, cuando estén nubladas, no caigan y todo se venga abajo. Si uno dice todo y el interlocutor nada -porque no sabe nada- es más fácil y simple que ninguno de los dos sepa nada. Porque cuando todo esté claro, ya hay cosas dichas, no queda una duda residual que en ese momento, puede sumergir otra tormenta en una de las dos cabezas.
Las palabras en momentos difíciles, duelen. Pero, si hay cosas que tienen que pasar, son por algo. Y ese dolor, esas cosas, te hacen reaccionar y clarificarte. Eso, y el tiempo. Descubrir que uno quiere. Descubrir, dentro de la ausencia si es que algo es necesario o no. Para perder el miedo, para entenderse uno mismo.
Después de todo, las tormentas sirven para liberar energía, que dentro, puede matar.

Aun sigue lloviendo. Aun sigue lloviendo, pero la lluvia no quema. Moja. Y un resfrío, no es tanto como una quemadura. Uno puede morir de neumonía, sí, pero todo se vale, si uno cree que así tiene que ser.
Y yo creo.
Aunque sólo sea un loco que habla huevadas.
O quizás no. Who knows.
Pero de todos modos, para bien o para mal, así soy yo.

Y después de todo, no creo que sea tan mala persona.

Yo... emm... uhmmm...
Mejor mañana escribo.
Sueño.
Buenas noches.


sábado, 25 de julio de 2009

Just for the record.

He estado tanto tiempo echado en esta cama, que me parece ajena.

PD: Valparaíso estaba demasiado frío anoche. Demasiado frío.

PD2:

-Teo: Para mi edad, he hecho hartas cosas. Cuando no eres ni el más mino ni el mejor deportista, tienes tiempo para leer y aprender algo.
-Claudia: E ir al cine.
-Teo: Claro.
-Cortos. Alberto Fuguet.