miércoles, 4 de noviembre de 2009

De ridículo a patético.

Hay gente tan, pero tan ahueoná, que cuando despiertan, juran que son felices. O sea, les das la mano y te pasan la pata y se echan y son feliz. Les sueltas la pata y se deprimen.
Hay gentan tan, pero tan ahueoná, que cuando hablan, juran que son felices. O sea, te hablan un ratito con huevás mega rebuscás y procesadas por años y te prometen mar, tierra y cielo. Si les dijiste que no, usan los más bajos recursos para salvarse.
Hay gentan tan, pero tan ahueoná, que cuando un juego comienza, juran que son felices. O sea, le pones la reglas, las etapas que tienen que pasar y juran que el juego se volvió realidad. Y al final aparentan huevás que ni siquiera saben cómo se aplican en realidad.
Hay gentan tan, pero tan ahueoná, que cuando les das una farsa, juran que son felices. O sea, dentro de sus patéticas vidas que ellos mismos crean, les das una mentira y se tiran de guata a ella y te la compran completa.

Después de ver tantas veces lo mismo... ¿cómo no voy a creer que está repleto de ahueonaos mire donde mire?
En todo caso -y no necesariamente aplicándolo al contexto de esa conversación-, alguien me dijo ayer: "Si pa eso están po, si no, ¿a quién aplastamos? Tiene que haber gente huevona".

Exacto: tiene que haber gente huevona.

Because u can't cheat a cheater, because u can't lie a liar.












(y las piedras, a quienes le caigan *-*)

martes, 3 de noviembre de 2009

Post it.

Es injusto sentir dos cosas al mismo tiempo. Tener en frente unos ojos mirándote y haciéndote sentir bien. Y por el mismo lado, algo extraño, como si el ambiente te pesara. Como si todo estuviera más denso de lo normal. Lo que significaba era obvio, el problema, era en qué concentrarse para salir mejor y no perder. Y no arruinarlo todo -más de la cuenta-.
Me sentí torpe, debo decir. Bastante culpable e irresponsable. Sentí que todo lo que siempre he sido o trato de ser no estaba a mi lado en este preciso momento. El peor de todos, claro. A veces no me importa, cuando sucede; pero, si ocurre cuando estoy en algo que sí me importa, me destruye. Me caga. Totalmente.
Sé que este día tiene las horas contadas. Los minutos, en realidad. Sé que este día significa sólo minutos para mí. Que después de esos minutos ya no habrá más lunes.
Y también sé, para mi pesar, que los pocos minutos de lunes que tuve los desperdicié.
Such an idiot.
Such a fucking fucking fucking idiot.

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Notes to self:
  1. Tengo cinco exámenes que hacer. Al menos la mayoría es fácil.
  2. Tengo que cambiar mi sueño, está matándome.
  3. Necesito reordenar alguna "prioridades" secundarias.
  4. Tengo que crear un plan ahora mismo.
  5. Tengo que hacer caso y aprovechar cada segundo.
  6. Tengo que cambiar mi sueño, está matándome. (repetida)
  7. Tengo que usar google ahora ya.
  8. Tengo que buscarte, mirarte y besarte.
  9. Necesito aprender a ponerle temática a los sueños para no despertar mala onda.
  10. Tengo que dejar de ser tan idiota hueón tonto ridículo lelo menso tarado hueón.
  11. Tengo que crear OTRO plan ahora mismo.
  12. Tengo que crear OTRO OTRO plan ahora mismo, para evitar catástrofes.
  13. Quiero mostrarte algo.
  14. Tengo que matar a alguien.
  15. Tengo que tomarme un café en Starbucks para reordenar mi cabeza y mi vida.
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Hey, wake up! this is for u! just for u!
._.



miércoles, 28 de octubre de 2009

Una petaca frente a Copec.

¿Qué pasó por su cabeza -mareado, tirado- entonces? Esta no era la mejor solución. Tampoco lo más digno de su parte: quedar borracho y tirado porque sí, frente a la gasolinera que delimitaba oriente con centro. Patético. Totalmente.
Quizás sólo fueron sus rollos o su egoísmo un tanto comprensible de no querer compartirla con nadie. Quizás sólo eran unos sueños de niño o tonteras de "adultos". Al final de cuentas, sea cual sea la cuestión en sí, lo que era importante saber, era que estaba fuera de control. De balance. Tener el miedo colado en los huesos lo hacía sentir mucho más paranoico de lo común. Lo peor radicaba en que su miedo consistía en pensar que no era suficiente.



¿Y qué pasa cuando realmente no eres suficiente?
Viene algo llamado reemplazo. Y ser reemplazado es una de las peores cosas de este mundo.



miércoles, 21 de octubre de 2009

Don't.

Desde el sábado en la noche tengo un presentimiento. Desde el sábado en la noche que pensé ignorarlo.
Si todo es así...
¿Por qué hoy vuelve a aparecer en mi cabeza?

martes, 20 de octubre de 2009

Final feliz.

¿Y qué hacía después? Las respuestas eran vanas. Estaba yo y nada más. La cordillera se hacía lejana mientras más me sumergía en el centro. Pensando tonteras -"¿donde estás? ¿por qué tengo tanto miedo? ¿qué hago para no perder? ¿qué quieren de mí si no tengo nada que ofrecer?"-, mirando las tiendas cerradas y las calles vacías. La bohemia estaba en pleno esplendor, con gente semi-ebria deambulando por las orillas. Abrazados, inquietos, muertos de la risa. Supongo que un vodka no me haría mal, pero también supongo que terminaría peor.
La gente estaba estancada en las esquinas, algunos con cara de bajoneo, otros con residuos de fracaso. Estaba atrasado. Muy atrasado, tanto, que en realidad ya había pasado todo un día.
Llegué a las orillas del Mapocho y me apoyé en la baranda mirando hacia el horizonte. La brisa era fría y las nubes cruzaron rápido. No sé si fue mi estado de ánimo, no sé si fueron las nubes, no sé si fue el viento o la inevitable realidad, pero me quebré. Esto no había pasado en años. Sentir de nuevo las gotas saliendo desde de adentro era una sensación que parecía ser nueva. Me sentí un idiota. Me sentí torpe. ¿Cómo cresta no me había dado cuenta de todo?
Marcela había desaparecido y yo aun quería negarlo. Pensé que todo estaba tan perdido, pensé que tantas cosas se habían trizado aquel día en el aeropuerto que me cerré. El futuro que había pintado y planeado durante años con ella se habían esfumado en una decisión de un par de meses. Esperaba, todo el tiempo, que mis planes se trazaran en la realidad, armando ese final feliz que siempre se espera. Y ahora lo comprendía, ahora estaba todo claro: el final estaba. Y no era este; el final feliz siempre estuvo. Era cada momento y no me daba cuenta.
Recién había sido capaz de entender que los finales felices no eran el final del trayecto. Los finales felices eran cada momento en que ya habías alcanzado lo que -paradójicamente- te hacía feliz.
"Nadie me dijo que los finales felices tenían final" era precisamente lo que pensaba cuando los berridos de mi llanto se hicieron insoportables.
Una nube dio para pensar. Una nube como la gente, una nube como uno. Uno es como una nube que se pierde y nadie sabe donde vas. Y de repente te desapareces. Y de repente te das cuenta que planeaste tanto el final que nunca fuiste espontáneo. Que nunca disfrutaste cada momento.
Y ahora, ahora que lo entiendo, el final ya no es feliz.




El ruido del Mapocho comenzaba a ser opacado por los pasos de las multitudes que salían de los bares, tratando de caminar balanceándose hasta casa. Sentí pasos cerca mío y pensé que me iban a robar. Miré hacia atrás y callé. Y creo -no estoy seguro- que me tragué las lágrimas y sonreí.
-Rubén.
Me estaba mirando con las maletas como arrastradas. Me estaba mirando llorando, jadeando, pero sonriendo.
Era Marcela.

viernes, 9 de octubre de 2009

Insólito.

Y si miraste por sobre tu hombro, desolado, fue porque quisiste. De vez en cuando no puedes evitar que tu pasado y tu presente e incluso tu futuro colapsen en tu cuerpo, preguntándote si todo valió la pena y si lo que eres hoy es fruto de la ignorancia, de la compasión o de un altruismo que no tiene mayor lógica. Puede ser, quizás no. Probablemente todas estas cuestiones que te rozan la piel como cuchillas intentando entrar, son las pesadillas que materializaste en los personajes de terror aquellas películas en blanco y negro que disfrutas con pena y algo de angustia los viernes por la noche. Son, en efecto, pensamientos que no tienen ni pies ni cabeza, ni fundamentación alguna para poder decir que esto es un hecho <<coherente>>.
Lo más probable es que ahora comiences a derramar agua salada sobre las páginas amarillentas de tus memorias. Y tu cuaderno Torre quedará más mojado que aquel día que te perdiste en la lluvia. Y es que a veces lloras por felicidad y a veces porque la pena no cabe más en ti. Sea como sea, todo queda registrado.
Todo queda como una memoria en los machones donde la tinta, de las letras nerviosas en tu cuaderno, se fundió con tus lágrimas.

lunes, 5 de octubre de 2009

Tonto grave.

Mark David Chapman: I believe in Holden Caulfield. And in the book, and what he was saying, what he was saying to a lost generation of phony people.