domingo, 13 de julio de 2008

Olor a mojado.

Do you believe in destiny?

El aire está frío. Pero soportable.
El paso del día ha dejado sólo huellas de humo de los Lucky Strike, que compré, en mis pulmones.
Ver esta ciudad vacía es un recuerdo que me parecía lejano.

Caminar con complicidad sobre el asfalto frío y algo mojado por un leve chispeo. El vapor se escapa de las calles y asciende borrando lo que viene más adelante.
Ando con algo de mareo en el cuerpo. No estoy solo, como siempre.
Pero igual me puedo aislar y armar un paréntesis que se marca fuera de mí como un silencio.

Ya pasó todo. Ahora está todo más tranquilo. Y debería estar en la cama.
Salir a caminar un rato fue una cuestión sin pensar. Las 6 de la mañana me abrigan (irónicamente) con su vacío.
El sol aún está tímido, y yo tengo mi cuerpo vagando por Quillota, mientras mi mente probablemente está más cerca de mi casa. Pensando, fumando.

Me encanta ver a la gente dormir. Parecen niños. Se ven más indefensos de lo que pueden llegar a ser despiertos. Corrijo: me encanta ver a la gente que quiero dormir.
Ver, sin molestar, que quede como una anécdota para mí. Creo que sólo alguna vez se lo conté a alguien después de haber visto su sueño.
Ahora es público, supongo. Da igual.

-Despierta, me voy.
-¿Pasó el mareo?
-Sí, ¿y el de vo?
-Algo.

Tengo la boca seca. Y estoy agotado.
Igual prefiero este agotamiento que el de ayer. Me siento más liviano, supongo.
Aunque ahora sé muy bien que debo retomar todo lo que aparté por un rato.

-Una coca, porfa.
-Me queda una helada no más.
-Me salvé.

El tipo de la micro me cobra $600. Y la micro está vacía, salvo por una tipa que trata disimuladamente de sacarse un moco.
Me siento como en la sexta fila y prendo el iPod.
Tomo de la coca y siento como mi garganta se congela y se deshace un nudo que tenía desde hace unas horas.

¿Que más habrá pasado esta noche?

Miro por la ventana y veo como la carretera se comienza a abrir.
Vuelvo a casa.
Y toda la rutina aflora en conjunto con la realidad.

¿Punto final?
Digamos que suspensivo, mejor.

jueves, 10 de julio de 2008

Screenshots.


Si yo fuera popular, pokemón, chico nice o adicto sin remedio a Facebook, probablemente esto me daría pena y entraría en una depresión total.
Cosas existenciales.
¿Donde estamos? ¿A donde vamos?
¿Por qué nadie me quiere?

Ojalá nadie haya pasado por este dolor que siento ahora después de ver esto.

lunes, 7 de julio de 2008

Madrugada, frío, repaso.

Creo que hoy es de esos días en que me da vergüenza escribir.
Es como que me diera lo mismo lo que puede estar a punto de salir, pero que en el fondo sé que tengo que controlarme, o puedo sacar tantas cubiertas que todo se distorsionaría.
Es sólo un domingo más.
Bueno, madrugada de lunes. Ya da igual.

Análisis.
Rebobinemos:
Es increíble como cambia todo.
No es la novedad, es sólo lo drástico. La rapidez.
Hoy más que nada fue un día interno, un día lento y que avanzaba sobre un terreno difícil de explorar. De sacar cuentas, o de ver como va la agenda hasta hoy.
Una suerte de stop.
No he cambiado en lo absoluto. En nada. El pelo más largo, no más. Y un punto negro que ya no tengo. A pesar de todo sigo siendo el mismo niño iluso.
Creo que volver a ver el Efecto Mariposa me afectó.
A veces en lo único que pienso es en tener esa posibilidad. Esa facultad, y esa convicción.

Estas dos últimas semanas han sido como baldes de agua fría después de salir de una ducha caliente. Como salir del hospital para ser atropellado.
Torpes, lentas, con altos, bajos, medios y bajo-tierras.
Recuerdo que el jueves de la semana ante pasada por la noche llegué de Viña. Entré al baño y vi mi cara. Y tenía una sonrisa dibujada.
Una de esas que no sabes como explicar. Una de esas que aparecen y que sólo se borran si tocas el fondo.
Comparo: llegué el miércoles pasado de Viña, entré al baño y vi mi cara. Tenía la cara hecha un asco. Las ojeras eran negruzcas, las cejas caídas y apretadas. Una expresión de rabia que no recordaba en mí. El lavamanos se teñía de rojo, mi mano derecha aún estaba sangrando.
Si por mí fuera, borraría estas últimas semanas. Borraría mi vida fuera de esta celda que llamo pieza. Borraría las caras y los estúpidos con los que tuve que convivir. Borraría todo menos ése jueves en que sonreí.
Hoy me doy cuenta de una frase que me pasan repitiendo: "Todo pasa por algo". Todo pasa por algo. Lo comprendo, son a veces los motivos para que pasen los que no entiendo.

Anoche a esta misma hora estaba copeteado. Pero solo. Elementalmente solo. Fome. Penoso.
Lo peor. Recuerdo que comenzó a llover y que estuve mirando por la ventana hasta que el sol que despertaba, borraba la noche lluviosa.
Unas 3 horas, quizás.
Hacía frío, y me daban ganas de estar en la calle. Caminando, perdido. Como hace años cuando lo podía hacer, y las calles de Villa Alemana vacías en las horas de la madrugada sólo se llenaban de ruido cuando respiraba agitado para tratar de mantener el calor.
Hace dos años atrás estaría igual.
Hace un año atrás... creo que no importaría.

La conclusión es siempre la misma. Basta con leerme, basta con escuchar alguna tontera que se me pueda escapar. Basta con preguntarle a quien me conozca: soy raro. Freak. Un bicho raro.
El problema es que aún no sé si está bien o mal.
Mis reacciones, mi forma de pensar, mi forma de razonar, o incluso de sentir no son normales. No son tan obvias. Quizás a veces actúo a la inversa de lo ideal. Quizás no.

-[...]A cualquiera. Bueno, no a cualquiera, a ti no.
-Brp, ¿y porqué a mi no?
-Por que digamos que eres diferente. Eres diferente.

No es la primera vez que me lo dicen. Tampoco creo que sea la última. Alguien que lea esto puede pensar que me enorgullece, que me gusta que me lo digan, qué sé yo. No lo tengo del todo claro. Sólo me produce rareza. No lo entiendo. No me calza.
No le veo lo bueno, o porque sea casi común que alguien alguna vez me lo recalque.
No puedo ser tan cínico: a veces es bonito. A veces hasta me hace creer que soy "especial". De forma positiva, claro. No de la forma a la que estoy acostumbrado a verlo.

Momento, prendo un cigarro.
Listo.

Eso me lo dijeron hoy, y por alguna extraña razón me dio pena. Harta.
Luego creo que me perdí y tardé unos minutos en volver. Para cuando había vuelto, ya las cosas se tornaban normal fuera de ese paréntesis.
Me puse a revisar tantas cosas que he escrito. Cartas, mails, entradas, esos archivos .txt donde tengo tantos descargos y hasta mamonadas. Esos cuentos que me avergüenzan. Esas cartas que mandé alguna vez porque lo sentí y ahora andan repartidas por ahí. Igual no son tantas. Igual son en su mayoria avergonzantes. Digo mucho. Suelto demasiado a veces.

Me he dado cuenta que a la larga, esa cuestión que va conmigo y que consta en aburrir y alejar a todos pasa por eso mismo: por decir mucho, por no guardar cosas cuando creo que alguien vale la pena. Puedo estar equivocado, demás. Puede que no.
Aún me asombra como hay gente que me soporta. Aunque cada día son menos, mucho menos de las que creí antes.
Increíble la paciencia.

Me cuesta tanto creer cuando algo bueno pasa. O está pasando.
A veces es tan irreal que sea posible. Por mínimo que sea. Da lo mismo el caracter, si es bueno siempre creo que estoy soñando.
Ejemplo tonto: el año pasado me gané un iPod. Siempre quise uno. Me lo gané con mi trabajo, ni siquiera fué por suerte. Fué porque algo que yo mismo hice gustó y sirvió.
Cuando lo tenía en mis manos pensé que me iba a desmayar. Que iba a despertar, en realidad.
Que cuando despertara iba a estar como siempre: queriendo volver al sueño.
Pero no, estaba. Y me costó asumir que así era.
Puede que sea la costumbre, lo acostumbrado que estoy a que la Ley de Murphy sea como la ley de mi vida. A que sea como la normativa para vivir.

Espero estar equivocado. Espero que los presentimientos que he tenido estén errados. Espero que nada se eche a perder.

Es raro, pero me pasa: soy una persona que cambia tan poco, a paso lenteja, tan así que le es difícil asumir tantos cambios a la vez.
O sea... obvio, han habido cambios buenos, bacanes, de los que nunca pensé posibilidad alguna, de los que no me puedo quejar en absoluto.
A su vez, han habido otros tantos que me han dejado out. A veces son tan cargados que se derraman sobre los cambios salvables y los manchan un poco. Distorcionan, opacan. Cambios para mal. Normal, claro, en mi vida, pero la mayoría los he provocado yo mismo. Y eso no es tan normal.
¿O sí?
"Uno hace los cambios, uno hace las cosas para que cambie".

Estoy pensando mucho las cosas. Estoy sobrecargándome con todo. Me encanta cuando anulo la mente y sólo siento. Cuando alguien logra que yo actúe por sentir y no pensar. Me ha pasado con tan pocas personas que puedo recordar sus nombres, sus caras, como los conocí, de que lo fué lo primero que hablamos, donde los ví por última vez.
Puedo recordar sus ojos. Y lo que decían.
No siempre logro saber que decían, pero puedo recordar como se veían.
Recuerdo el momento, el espacio, algunas palabras. Las vistas, su cara, cuerpo, risa. Puedo recordar esas cosas cuando me pasa algo así.
Es fácil.
Quiero que pase de nuevo. Sentir y no pensar.
Quiero un escape de esta monotonía, de estos días que se van y se acaban cuando recién estoy despertando.

Repaso todo y sólo son apuntes sueltos. Cosas que tienen relaciones tan pequeñas entre sí que quizás sólo las note yo. O sí, se notan, no sé.
Hoy cruzaron muchas cosas por mi mente. Hoy estas cuatro paredes y este techo que se inclina me vieron tirado sobre una cama, en medio de la oscuridad que era trizada por la luz de la pantalla del computador.
Hoy pensé en los que están en mi vida. Hoy pensé en quien soy.

Hoy fue un día de recuento, no de conclusiones.
Como cuando una serie va a mitad de temporada y es el capítulo que se dedica a recordarte que ha pasado para seguir con la trama.

¿Qué seguirá en la trama?
Supongo que tendré que mantenerme en sintonía.
Mala suerte, este programa no es siempre mi programa favorito.

----------------
Now playing: Radiohead - All I Need
via FoxyTunes

sábado, 5 de julio de 2008

Puerto Madero.

No importa el momento. Creo que tampoco el lugar.
La brisa de la tarde puede ser placentera, si es que uno se siente bien.
Dicen que el alcohol es anestésico. Que inhibe, cosa cierta.
Si la vida fuera una anestesia constante yo no tendría porque ser así.
¿Y si no lo fueras?

Vamos, todo siempre es tan fácil, tan sencillo, que son los prejuicios y los miedos de uno lo que opacan lo que uno debe hacer. Lo que transforma todo en un acto peligroso. Difícil.
El miedo es tan tonto cuando lo piensas así de borracho.
¿Por qué no mejor actuar, dejar fluir los sentidos y dejar de andar lamentándose como una bestia?
¿Cuando dejarás de ser tan tonto?

Mi vaso con Ron se vació.
El Ivo me trajo uno lleno. Una mina me ofrece bailar. Bailo.
Pero no estoy ahí.
Olvida, tonto.

La Mane me mira. Me dice que estaba chata de todo, que necesitaba esto.
Yo le respondo que quizás yo también. Pero faltan las estrellas, falta la noche. Falta el olor distinto, las carreteras con autos y neones.
Me dice que estoy loco. Siempre lo he estado, le respondo.
Sus ojos me dicen que está ebria, que quiere algo más.
Se acerca.

-Mane, no.
-A veces eres tan hueón. Otro se habría tirado al agua al tiro.
-Hoy no. Hoy no vale la pena.
-Como quieras.
-¿Te enojaste?
-No, sólo me quedé con ganas.
-Yo también...
-¿Entonces?
-No, no me malinterpretes. Hace rato que tengo ganas y aún no puedo.
-¿Conmigo?
-Estoy hablando de otra cosa.
-Mejor cambiemos el tema, no caguí la onda.
-Tení razón, estaba hueando no más.
-Tarado.

El sol quiere meterse, pero aún no se decide.
Y yo, quiero meterme, pero aún tengo miedo de hacerlo.

miércoles, 2 de julio de 2008

Vómitos.

Volvió. Siempre vuelve, siempre sobresale. Es la traición.
Es pensar eso que a nadie le importa nada, que todo es un chiste, que nada es real. Nada.
Es putrefacto, eso de que la mierda siempre sale a flote desde el fondo del estanque. Que se muestra y huele, apesta, mal, asqueroso.

Tengo ganas de vomitar, de golpear a alguien hasta dejarlo sangrar. De emborracharme y dejar la cagá y luego vomitarlo todo y desaparecer.
De acriminarme. Matar, matar esto.
Cortarlo todo de raíz.

Tengo los nudillos rojos y duelen. He golpeado cada pared que he visto. Duelen, pero no tanto como adentro.
Estoy inquieto, nervioso, a punto de hacer algo loco o exagerado. Algo criminal, delincuente.
Daría lo mismo, exactamente lo mismo. Total, a quién le importa.
A nadie.

Tengo ganas de hacerme cagar, hacerme mierda. Cigarros, alcohol, hasta drogas.
Yo no debí nacer, concluyo. No debí ser distinto.
Debería ser peor, mucho peor.
¿Se puede?

Es como si todo fuera un chiste, a nadie le importan las cosas de verdad. A nadie le importa la verdad. Sólo importa pasarlo bien, ser inconsecuente, las mentiras que hacen bien.
"Corazón que no ve, corazón que no siente", dicen. "Corazón que ve, corazón que muere", debería ser.

Que asco. Que rabia.
Tengo que matarlo todo.
O matarme yo. No suicidio -tonto-, matar quien soy. Lentamente, un calvario. Idealmente mierda.
Sangrar, sufrir, golpear. Escupir.
Hundirme.
Morir.

No volver a confiar es la moraleja. No ser tan inocente es la lección.

Imbécil. Crédulo. Anormal.
Hay que ser mierda en el mundo para sobrevivir. Hay que ser desechable, un asco, una mierda de persona como el resto. Una lacra.
Ser consecuente, honesto, real... patrañas. Se presta para ser pasajero, útil por un tiempo, un hobby. Un muñeco para jugar a ser mayor.

Esto debe morir.
Y nunca más nacer.

Error, yo no debí nacer.

sábado, 14 de junio de 2008

Islas.

-¿Tú crees, que de aquí a veinte años más, seguiremos hablando?
-Me gustaría creer eso, pero es probable que no.
-Pensé que te importaba.
-Lo haces.
-¿Entonces?
-¿Qué?
-¿Porque dejaremos de hablarnos?
-Porque ya no te importará más.
-No apuestes.
-Lo hago. Y lo peor es que siempre que apuesto en estas cosas, tengo razón.
La importancia de uno se va perdiendo al pasar de los días. Un día eres nadie, al siguiente pasas a ser un estimado, luego un amigo, después un confidente, de ahí o un amante, o el mejor amigo que jamás has tenido, y luego el silencio retorna y uno vuelve a ser nadie.
Un recuerdo, con suerte. Más certero es decir un accidente. Un bache en la carretera.
-No puedo creer que digas eso.
-Entonces no me conoces, para nada. Da lo mismo, en un par de años te olvidarás de mí y de todo esto que no crees. Todos somos islas, separadas por un mar infinito llamado olvido. Poblado por peces llamados desconfianza.
Y las islas, al final, después de un tiempo, son devoradas por el mar.
Es la ley de la vida.

domingo, 8 de junio de 2008

Cabro chico porfiado.

Quizás quien me conozca, o quien haya leído esto alguna vez, sabrá de todos los episodios que paso con un pucho en la ventana de mi pieza.
Aspiro.
Hoy tengo unas ojeras ganadas, y un sueño que no le deja del todo claro a mi cuerpo si es necesario descansar y dormir a pata suelta, o si es necesario seguir, quedarse en vela y no perderme de nada.
Suelto el humo.

Hoy es Domingo. Hace mucho que odio los domingos. Son los peor: son fomes, largos, lateros. Odio los bingos de domingo, las caminatas inútiles y solitarias por parques. Las tiendas cerradas y las calle casi melancólicamente vacías.
Pero a pesar de eso, este domingo me deja un tanto claro que aún hay cosas que se han mantenido a lo largo de los años.
Claro, por ejemplo, mi odio a los domingos. Pero hay más. Hoy me miré al espejo un rato, y después de sacar un punto negro, descarté el pelo largo y chascón y me di cuenta que sigo siendo el mismo cabro chico de siempre.
El mismo: ése que se quedaba callado cuando era importante, el que le tenía miedo a ir a bailar por estar solo y que todos lo discriminaran. El que prefería mil veces jugar, dibujar, e imaginar huevás en vez de salir a pasear con amigos.
El que aún cree en sueños imposibles y piensa que algún día las cosas le saldrán bien. Que todo encajará.

Podría haber roto el espejo, pero después me retan.

Es cierto: he cambiado un poco. Porque me lo obligué. Me insistí tanto en que era necesario comunicar más, calzar al menos un poco en el mundo, que algunas cosas han evolucionado. Pero sacando sólo un par de capas sigo igual. El mismo, cero mutaciones.
Mala onda.
A veces incluso he pensado que eso de madurar jamás se llevara conmigo.
Filo, supongo.

Quizás la opción de virarse para madurar corre de nuevo como perfecta salida.
El problema es que ya no es lo mismo. No está la misma convicción.
¿Donde están mis necesidades, ahora?
¿Donde están mis prioridades, ahora?
¿Donde estás, ahora?

El mismo cabro chico. Crédulo. ¿Podría decir inocente?
Iluso, quizás.
El mismo cabro chico al que todos pueden engañar.
Al que toda la gente, suele confundir.

Y mi cigarro, se apagó.
Un niño jugando a juegos de grande.

Edit: Y a veces, los domingos, traen malas noticias. Esta, en particular, no tiene nada que ver conmigo y aún así no puedo entender por qué me da tanta pena.
Q.E.P.D.

Y no sé que más decir...


----------------
Now playing: Coldplay - Fix You
via FoxyTunes