miércoles, 30 de marzo de 2011

No button to stop.

Es este estado, este sentido inconexo y poco apegado a la realidad; estos sueños que poco tienen de onírico, incrustados como cataratas en mis ojos, nublando la realidad. Es esta incandescencia que siento en el alma, este tirar en los brazos y la grava en los pies lo que me hace caer. Sentarme, acostarme, taparme.
Música, fuerte. Coldplay, Radiohead, Entwine, Incubus, Foo Fighters. Joy Division, Placebo, The Beatles, Oasis.
No se apaga, no tiene switch. Cada vez que sucede, la angustia invade lo más dentro de mis entrañas. Es cargante no poder controlarlo o enfocar todo este asunto en juegos, trabajos, música o alcohol.
Una vez que me atrapa, no sale hasta que se calmó. Es así desde que años tengo.
Soy un tipo que no sabe lidiar con saber y hacerse el hueón.
Soy un tipo que no sabe lidiar con querer y no tener puta idea.
Soy algo entre el equilibrio y el sacarse la chucha.

La noche gira y gira, apilando canciones como donde pasó un tornado. El corazón no calla, la mente tampoco.
Los datos parecen triviales, siento como si los recuerdos me estuvieran siendo arrebatados.
Y no me gusta, no me agrada, no es la sintonía. No es no. Y el silencio es peor.

¿Cuántas veces deberé estar en la misma situación, en la misma habitación, con las mismas palabras trabadas en la boca, esperando que alguien se de vuelta a siquiera mirar?
El mundo no para de cambiar.

Y yo me sigo quedando atrás.

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