lunes, 13 de septiembre de 2010

Pronóstico incierto.

A kilómetros lejos del mar mis ojos no cierran
la puerta, onírica, sedienta, se asoma por la ventana
como si de pájaros carnívoros se tratase
ingresan por mis poros, comen, cagan, renacen.


Recojo una a una las piezas y las formo en línea
sus cánticos, fragmentos de mi cabeza, oscilan disparejos
mezclados y revueltos los aromas y los sentimientos:
son la cordura, lo insano y entrega
la rabia, la risa y las puñaladas en la espalda 
las esquirlas que bailan en mis piernas.


Te odio por todas las semillas que plantaste en el campo de mi cuerpo
cuando las arrancaste y mataste la tierra para que nada creciera de nuevo
te dije que nada sería tan enfermo y quién no falla si es de adentro
la más inocente víctima fue la que provocó perder mi credo.


Me levanto y la incertidumbre a tiempo conmigo
la esperanza y la seguridad deciden enredarse en la sábanas una vez más
se turnaron de nuevo, como juegos de espadas y escudos
cada tanto uno llora y otro duerme, cada tanto estoy solo o con gente.


Lloré la noche y cubrió el día, a media, nada de luz transmitía
perdí mi ropa y organicé un duelo, me vestí con terno y recé ateo
mientras los ocasos se apilaron uno tras otro sobre mi boca
sin agua, sin sabor, sin gin ni vodka.


Me lamenté el sexo, la carne y el desvelo
nada existía, sin comas ni ceros, ni ganas ni hambre ni suelo
y el oro brillaba en tu piel de talco, errante
como una jugarreta, un sonsonete extraño
una nueva luz olvidando el pasado.


Te creo o no te creo, pienso mientras escribo en mis dedos
quién se salva o quién rompe en dos el silencio
puse sobre la balanza mis brazos y mis miedos
supuse ver el resultado, pero estaba ciego:
caminar sobre la vida es cuestión de celos.


Y que te digo, entonces, no doy nada por cierto
confirmo que las leyes son como feroces carneros
tú una mujer con dos caras y cuatro ojos, en perfecto alineamiento
yo un equilibrio que se tambalea entre vagos cimientos.


No sé de lo que hablo y no me entiendes
lo intentas, pero desistes al leer mis cicatrices
el tiempo las dejó de sangrar y las hará de tapar por completo
cuando terminemos de recoger los pedazos de nuestras vidas pasadas,
ese día, mi alma cansada e inquieta podrá alcanzar,
eso, eso mismo que tú creas en tu seno, tu vientre y tus besos.






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Bien o mal, me da igual. Se me ocurrió, salió y está.
Uno nunca para de experimentar, uno nunca para de probar cosas nuevas de cómo exteriorizar todo lo que se almacena dentro.

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