viernes, 12 de junio de 2009

Historias ajenas.

"El ser humano fue construido como un edificio antisísmico; a lo más, intuimos que nos estamos moviendo mucho, porque algo malo está sucediendo, pero algo nos protege de captar la verdadera dimensión. Por eso, a la mayoría no nos pasa nada. No nos pasa tanto. Algunos quedan con los cimientos dañados, aunque lo cierto es que la mayoría sobrevive de lo más bien. Sólo años después algunos captan que los que les tocó fue una catástrofe, pero ya es tarde."
-Las películas de mi vida - Alberto Fuguet.

He leído varios libros en mi vida. En realidad, no sé. No estoy tan seguro. Pero sí he escuchado muchas historias. Un par de ellas nunca las quise saber. Pero era -es- entretenido. Ahora ya casi nadie cuenta historias de verdad.

Yo no cuento historias. A mí me las cuentan. Yo no sé contar. Para ser honesto, no tengo nada que contar. Prefiero oír, no aburrir.
Siempre cuento algo mal.

Estoy escribiendo algo, pero no me gusta. No me gusta y creo que eso me motiva más. No lo sé, algo así. Da lo mismo, son cosas que no salen. Me perdí, retomo:
Una frase me quedó dando vuelta el otro día. Da lo mismo cual era, pero quedó grabada en mi córnea y ahora la veo cada vez que cierro los ojos. Es un pequeño párrafo, en realidad.
Lo importante es que a veces me pongo cuático. Soy así, creo. Me hicieron así. Fui moldeado, cincelado, pintado a mano de esta manera. O algo totalmente distinto, que yo terminé adaptando al resultado del hoy. Pero es así. Y eso me lleva a meterme en problemas.
No los busco, me encuentran. En serio. Tengo un prob
lema. Una historia, quizás; pero es tan aburrida que daría lata sólo contarla. Igual que pensarla. Es algo así como un punto negro grande en la cara: molesto, jodiendo toda posible armonía del rostro, acusando, apuntando y avisando a cualquiera que te vea. Es imposible de sacar, de reventar. Sólo darle un poco de tiempo, esperar y tirarse un rato al sol para que se seque la piel y alguna vez poder extirparla.
Borrarlo.
Olvidar que alguna vez existió.


Cosas como esta se piensan erráticamente. Son pensamientos vagos, torpes y totalmente innecesarios. Como cosas que piensa un quince-añero la primera vez que fuma marihuana. O la primera vez que se enamora. O se pega una borrachera brutal y al día siguiente tiene un hacha pegada en la cabeza. No sé. Demás.

Al final, lo único que puedo rescatar, es que estoy bien. Sí, en serio. Ahora, hoy, a este segundo, sí, estoy bien. Tengo un problema, pero sobrevivo con ello. No hay mucho de qué quejarse. Todo me hace bien: los momentos, los ratos en plazas, los libros, la música, el helado de chocolate. Es obvio que lo único que termina haciéndome mal, soy yo mismo. Pero eso es agua de otra fuente.
Es algo que no tiene lugar hoy.


Si algo explota, va a explotar. Si es mi cabeza la que se funde, ojalá echen desodorante ambiental para que no huela tan mal.
Por favor.

...


Por lo demás, quiero escuchar historias de nuevo. Ojalá, más rato alguien tenga algo que contar.


2 comentarios:

Lumiere dijo...

Tiempo sin leerte,pues, hay días que no escuchó historias y es donde en estos casos que la imaginación fluye y se transmite directa o indirectamente.Entonces, saqué en conclusión que si no escuchas cosas nuevas un día,también es una historia

Creo que aún recuerdas que a esta hora mis viejos me inxan en la estadía que tengo con el compu, así qe me despido y hablaremos pronto

Xaolin

Lumiere dijo...

y que te cuides :)