sábado, 13 de octubre de 2012

Despertar en 0.

Me dijeron que las canciones se acumulan con el tiempo como motas de polvo en los zapatos.
Me dijeron palabras que nunca esperé escuchar y que ahora se apilan también sobre mis zapatos.
Me acuerdo de las noches de lluvia con música, empapado hasta los huesos, cantando a todo pulmón, muerto de frío, pero que sumando la lluvia, era todo perfecto.
Me acuerdo de las veces que desgasté mis suelas de las zapatillas por tanto deambular por Av. Valparaíso y que el final siempre era en 6 norte, en el roquerío derecho, pasado el borde cortado de concreto, dos rocas más adelante donde estaban -ya no, el otro día pasé y ya no existe- las líneas en pintura blanca y corrector de todas las veces que fuí.
Me recuerdo lo mucho que odio Valparaíso y lo lata que me da pisar Quilpué, ambos límites de Viña. Y que a pesar de ser tan amplia, cuando la miras de cerca y sin necesidad de lupa, te das cuenta de lo pequeña que es. De lo -aún- provinciana que es.
Me recuerdo lo mucho que falta y poco que queda. Los sueños que le he contado a mi almohada, porque nadie más los podría escuchar. Las pesadillas que me han despertado y de las que antes escribía y que hace unos años aprendí a guardar, pero no teclear.

El otro día sacaba fotos, tratando de acostumbrarme a mi cámara, en el centro. Me interné por muchos lados y terminé siempre girando en torno a la costa. Pasó ese caballero que siempre veo: el mudito que anda con flores. No me hizo el mismo gesto que me hizo una vez.
Pasé por las rocas y ya no eran las mismas. Cuando me quedé parado en algún punto entre 7 y 9 norte, me di vuelta y me observé cómo había cambiado el lugar. No era tanto, pero ya tenía otra forma. Un leve dejo de cambio, una muy prematura nueva cara. Hace tiempo que aprendí a tomarle el peso a los años que cambian, pero aun no puedo creer que no me de cuenta cuando ocurre. Que sea en momentos así, solo y sin nada que hacer, cuando se me ocurra ver mi agenda o caer en cuenta del tiempo que ha pasado.
El cielo estaba rico, con un sol tibio pero sin quemar. Sin frío. "Si fuera más de frente, o un poco más valiente, no bastaría con dejarlo todo así" suena en el iPod. Fue cuando el frío asechó que me comencé a marchar. Aun sigo sintiendo raro caminar por Av. Libertad solo, al anochecer.
Por cierto, ninguna foto salió buena.

[...]

No, en serio.
Ninguna foto salió buena.

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