Continúa...
El dicho dice: "uno ve caras, no corazones". Uno, la realidad, la ve en momentos difíciles. No son los más placenteros, claro, pero para bien o para mal, pasan. Y pasan por algo. A veces, para terminar ciclos. A veces, para darte porrazos. A veces, para fortalecer las cosas. A veces, para aprender que uno no está tan solo como lo siente.
Si miro cómo comenzó esta semana, puedo decir que es claro que es un momento difícil. O decisivo. O quizás, no tanto, agrandado, algo sobrevalorado, con importancia, pero no determinante. Que no va a matar a nadie. O sea, a mí me tiene medio muerto, pero me refiero a que puede que realmente sea un incidente pequeño y me esté pasando más rollos de los pertinentes y que la solución sea más simple de lo que pienso.
Escapar, huir, correr; a la larga, es más difícil que quedarse. Yo lo hice, y me di cuenta de que era así. Se puede vivir, sí, con eso. Pero no es lo mismo. Se vive, pero se vive peor.
Todo -a veces es más difícil, a veces mucho más fácil-, puede ser solucionado. Es cosa de querer. Es cosa de no rendirse y tirar la toalla porque sí. Es verdad, cuando uno quiere ver todo blanco y negro nada te saca de eso. Nada, a menos que tú no quieras hacer nada. Hace falta un golpe, una conversación, una ida a la posta en el peor de los casos. Sólo hay que tratar de darse cuenta antes que uno esté tan sumergido, que te corrompa. Que te cambie. Te aisle. Te mate.
Sí, tengo miedo. No voy a decir lo contrario. Pero es eso mismo lo que me hace creer que estoy seguro de hacerlo. Porque me da miedo, porque algo importante está en juego y eso, creo, me da cosas que no pensé.
Espero, mañana, saber que cuando teclee lo que siga de esto, haya tenido un poco de razón. Y no mirar y llorar y decir que en realidad, todo está perdido. Que ya no hay nada en qué creer.
Yo...
yo quiero creer.
El dicho dice: "uno ve caras, no corazones". Uno, la realidad, la ve en momentos difíciles. No son los más placenteros, claro, pero para bien o para mal, pasan. Y pasan por algo. A veces, para terminar ciclos. A veces, para darte porrazos. A veces, para fortalecer las cosas. A veces, para aprender que uno no está tan solo como lo siente.
Si miro cómo comenzó esta semana, puedo decir que es claro que es un momento difícil. O decisivo. O quizás, no tanto, agrandado, algo sobrevalorado, con importancia, pero no determinante. Que no va a matar a nadie. O sea, a mí me tiene medio muerto, pero me refiero a que puede que realmente sea un incidente pequeño y me esté pasando más rollos de los pertinentes y que la solución sea más simple de lo que pienso.
Escapar, huir, correr; a la larga, es más difícil que quedarse. Yo lo hice, y me di cuenta de que era así. Se puede vivir, sí, con eso. Pero no es lo mismo. Se vive, pero se vive peor.
Todo -a veces es más difícil, a veces mucho más fácil-, puede ser solucionado. Es cosa de querer. Es cosa de no rendirse y tirar la toalla porque sí. Es verdad, cuando uno quiere ver todo blanco y negro nada te saca de eso. Nada, a menos que tú no quieras hacer nada. Hace falta un golpe, una conversación, una ida a la posta en el peor de los casos. Sólo hay que tratar de darse cuenta antes que uno esté tan sumergido, que te corrompa. Que te cambie. Te aisle. Te mate.
Sí, tengo miedo. No voy a decir lo contrario. Pero es eso mismo lo que me hace creer que estoy seguro de hacerlo. Porque me da miedo, porque algo importante está en juego y eso, creo, me da cosas que no pensé.
Espero, mañana, saber que cuando teclee lo que siga de esto, haya tenido un poco de razón. Y no mirar y llorar y decir que en realidad, todo está perdido. Que ya no hay nada en qué creer.
Yo...
yo quiero creer.
1 comentario:
me puse a recordar cosas y me acorde que cuano era chico tuve un amigo que se llamaba felipe
casi ni me acuerdo de el, como era, pero si me acuerdo que vivia en la casa del frente y la pasabamos bien
yo era chico pero hace tiempo tambien tuve un amigo que se llamaba felipe
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