lunes, 30 de agosto de 2010

Gracias por volver, Vincent :D

lunes, 23 de agosto de 2010

Siniestra


Ya no puedo sostener
Mi estafadora fe en mí
Olvidé decir, así,
Que no debo morir por ti

Y tu risa miserable
Clavó su uña en mi pecho
A diestra y siniestra
Sin razón

El amor un basurero
Donde respirar
Un bolsón con agujeros
Duro de cargar hasta el final

Mejor cerrar la boca
Las palabras ya rebotan
En paredes que no
puedo ver

Deberás creer en nada
para ser feliz mañana
reza y no trates de entender

domingo, 22 de agosto de 2010

Surprise.

Y a pesar de todo y de tanto tiempo, aun quedan cosas por borrar.

Es casi parafernálico -y algo melancólico- tener que revisar cada rincón para poder aliviar.

viernes, 20 de agosto de 2010

Conexiones.

2 de abril.

Escena 1.
Ella mira, sin expresión aparente, través de su ventana casi a media tarde. El día le ha parecido eterno y las charlas vacías. Siempre lo mismo.
Esto no había sido fácil, obvio, pero era lo más sano después de dejarse mentir por tanto tiempo. Alguien tenía que cortar con la mala onda. Ella tomó la iniciativa.
No habían más excusas para quedarse melancólica entre las sombras de su habitación, tomó un bolso y salió a caminar. Refugiarse en la gente estando sola era más mimético.
Su corazón se había detenido, pero el mundo no paraba de girar.

Escena 2.
Él tiene su cabeza sobre sus manos. Las canciones de empleada suenan en sus audífonos. Al walkman le queda poca pila, el cassette de Tool suena lento -más lento que el momento mismo- con poca batería, no había otra elección.
No; no había otra elección.
Fue todo rápido y frío. Él esperaba una mínima muestra de dejo, de pena. Nada. Fue un simulacro de pérdida.
Algo andaba mal y no era él. No se tardó en notar: salió a la luz pronto y la situación comenzó a comérselo. "Cuando el río suena, es porque piedras trae". Nunca se dio cuenta cuando la piedra estalló en su cráneo.
Le dio un golpe a la pared y se paró. No habían más excusas para quedarse melancólica entre las sombras de su habitación, salió a caminar. Refugiarse en la gente estando solo era más mimético.
Su corazón se había detenido, pero el mundo no paraba de girar.

Escena 3.
Ella camina por la calle en dirección al norte.
Él camina por la calle en dirección al sur.
Es una tarde fría con un sol que intenta entibiar. Las calles almacenan hojas que tapan las rendijas del subsuelo, aglutinando pozas. Cada tantas cerámicas un charco suena en los pies.
Pareciera como si la tarde estuviera siendo tocada en un piano: lenta, grave, en llave de sol.
Ella mira hacia al suelo y cuenta los pasos que camina mientras intenta olvidar.
Él mira hacia los rascacielos, escuchando a un locutor hablar sobre alguien que murió, mientras intenta olvidar.
A las 16:48 ella y él se encuentra frente a frente en el medio de una cuadra.
Ninguno se mira. Doce segundos después, la tela del polerón de él roza el brazo de ella al pasar a su lado.
Ninguno lo nota.
A las 16:49 ella y él están de espaldas uno del otro.
Nadie se detuvo ni miró al otro. Dos corazones detenidos se cruzaron, pero no tuvo ninguna importancia.


21 de abril.

Escena 4.
Él intenta llamar desde un teléfono público.
Ella camina por la calle hacia la casa de una amiga.
El teléfono contesta del otro lado de la línea, pero él no se atreve a hablar. Cuelgan. Intenta llamar de nuevo, pero la moneda resbala de sus dedos y cae rodando a los pies de alguien.
Ella se agacha y toma una moneda. Levanta la vista y se la pasa a un chico.
Él mira a una chica que recogió su moneda.
Ella y él se quedan mirando a las 15:28 como si se conocieran de antes.
Ninguno dice nada. Ambos sonríen por cortesía.
Dos corazones detenidos se miraron, pero no tuvo ninguna importancia.

Escena 5.
Ella está en casa de su amiga. Ella mira en el televisor un concierto grabado en VHS con un tracking mal hecho.
Su amiga le pregunta sobre todo, preocupada, pero ella le responde que ya da lo mismo.
-Todo va a sanar, va a pasar -intenta hacerse creer.
Su amiga le dice que a todo el mundo le pasa últimamente, que conoce a alguien más en la misma situación.
Suena el timbre, su amiga se para y sale al patio delantero. Entra y no está sola.
-Sí, después hablamos de eso. Te grabé los cassettes que me pediste.
Él entra en una casa, la casa de una amiga. Trae un pedido que le habían hecho y que había olvidado traer hace un tiempo.
-¿Estás sola?
Él corta la frase.
Ella deja de ver el televisor y mira a su amiga y a él.
Ambos se miran y se reconocen.
-No, hoy me vino a ver una amiga. Clau, te presento a Julio; Julio, Clau.
Él se acerca y le da un beso en la mejilla.
Ella se acerca y le da un beso en la mejilla.
Dos corazones detenidos se besaron, pero no tuvo ninguna importancia aparente.


1 de mayo.

Escena 6.
Él toma una Free, mirando hacia el parque.
Ella escucha una canción en un walkman que no es suyo.
-¿Te gustó?
-Mucho.
-¿Quieres bebida?
-No, gracias. Y, ¿hace cuánto que todo esto pasó?
-Hace poco. Como un mes.
-¿Qué día?
-2 de abril.
Ella deja de verlo y mira hacia otro lado, pensando.
Él se para y se acerca a un basurero.
Ella lo mira parado un tanto lejos. Se asusta pensando en las casualidades.
Él queda frente el basurero, como si dudara de botar la lata. Piensa en que algo raro sucede y se asusta.
Ella enrolla los audífonos con cuidado.
Él vuelve y se sienta a su lado, donde estaba.
-¿Y lo tuyo?
-Da lo mismo, no quiero hablar de eso.
-Ah.
Ella posa el walkman en su regazo y observa a lo lejos.
Él la mira, pero desvía su mirada al posar su mano en el pasto para jugar, arrancándolo.
Ella le pasa el walkman y se para.
-Hace frío, me quiero ir.
-Bueno, vayámonos.
A las 19:22 ellos se paran y se comienzan a despedir.
Él le desea suerte y se da media vuelta.
Ella se gira y comienza a caminar.
Dos corazones detenidos se encontraron, pero no tuvo ninguna importancia aparente.




Ella se da vuelta y lo mira.
Él se da vuela y la mira.
Es un momento que se hace eterno, como la tonada final del piano, resonando. Los autos no suenan y los colores de la ciudad se ven teñidos del débil naranjo del final del ocaso.
Él comienza a abrir la boca para decir algo.
Ella dice algo.
-¿Mañana tienes algo que hacer?
Él cierra los labios.
Ella lo mira, apurada, nerviosa.
-No.
Él sonríe.
Ella devuelve el gesto.

A las 19:23 dos corazones detenidos se preparan para volver a latir.
Esta vez, con la mayor importancia del mundo.


Cortinas.

lunes, 16 de agosto de 2010

Yo debería estar durmiendo...

...pero no lo estoy. Se acaban las horas y cada minuto que pasa anuncia al siguiente. 467 minutos después yo estaré de pie y mirando hacia al cielo y dándome cuenta de que cada paso que marca el podómetro del iPod ha sido una curiosa metáfora irónica de que ningún paso ha sido suficientemente lejano. Sería más fácil tener pies de gigante para poder avanzar más rápido.

No digo que el general de los días corra mal, no digo que sea un caos. La tormenta terminó. Mentira.
No fue una tormenta, fue un terremoto. Literal y metafóricamente. Y las réplicas continúan.
Extraño como un sacudón no sólo sacude tus pies, si no tu vida. No, no estoy hablando de febrero. Estoy hablando de hoy.
Ok, me salvé. De nuevo. Por poco. Lo que me llama la atención es esto: este pequeño cúmulo de detalles que no están en sintonía. Tú, tú, tú, tú y tú. Ninguno es un evento, todos son seres con pies.
Cada par distinto, cada cráneo diferente. Nunca he prometido todo tanto como antes, pero es ahora cuando las promesas ajenas me caen a mí como si fueran una responsabilidad.

Por un lado es no saber qué decir para dejar en claro que no es mi culpa no asistir, cuando son el mundo y sus circunstancias las que me ponen en jaque.

Por otro es no saber qué decir -como si fuera una broma pesada que se repite, como una temática que no deseo que reaparece por millonésima vez- para hacer notar que mis intenciones nunca son malas ni en doble vía, sólo una curiosidad, unas ganas de no quedarme como un mero espectador, un desorden de ideas que se acumulan dentro al ver las reacciones, las caras, los ojos, las palabras que no salen de su boca.

El siguiente por no encontrar la forma de dejar en claro que nunca he hecho lo que pasa por su cabeza. No es ni el deseo ni la intención de alejar, no soy ni hago lo que su cabeza pone en mi como ropa.

La penúltima por no saber cómo arreglar un asunto tan añejo como los años que llevo encima. Un problema que trato de solucionar pero que se escapa de mí. Cada vez que lo intento un motivo para no hacerlo se suma, como su insensibilidad, su mente frágil y expuesta que se moja de tonteras. Su forma de poner todo, absolutamente, antes de pensar en su sangre.

Y la última -pero no por eso menos importante, si no lo contrario y anecdóticamente, la que menos debería serlo-, que aparece con sus imágenes y letras y residuos donde quiera que mire y me duele la parte baja de la cabeza cuando sucede. Cuando por un momento he olvidado la cinta y de la nada sale un detonante que re-dibuja todo lo que nunca podré olvidar porque no sé hacerlo. Y creo que me aterra, me extraña, me asombra la cantidad de veces que ocurre y las formas en que pasa. Y yo, caminando, tratando de alejarme por mi sanidad mental, pero uno de los "tú" anteriores tampoco lo deja factible.
Y ¿qué pasa? Sucede que en mis labios las palabras apuntan a otras cosas, mientras mis dedos grafican otras, mientras es el núcleo de mi cerebro el que repasa imágenes y deseos y situaciones y enojos y rabias y tardes tranquilas y esas dos fuerzas en pugna sobre cuál era la razón correcta y final.

No sé cuál sea la prioridad ahora. Sólo sé que no estoy de acuerdo en cómo están las cosas. Estos pequeños detalles son los que no me dejan respirar tranquilo mi día como debería hacerlo. Después de tantos arreglos y giros de tuerca y parches sobre tantos daños hechos por el camino donde me pusieron contra mi voluntad, aun quedan ciertas grietas que no son capaces de ser tapadas. Aun se cuela el aire fuera de mi cuerpo cuando trato de aspirar hondo y retener el oxígeno dentro.

Yo no quiero quedar así. Yo no quiero tantos "tús" pendientes cada día. No si hago lo mejor por no tener que pasar por esto, no si -precisamente- intento estar en sintonía en como corre el día.
Sea como sea, de todos esos, -aunque no me queda del todo claro- sólo unos cuantos de "tús" realmente me importan solucionar. Del resto no sé, aunque no deseo volver a olvidar. Es incluso más trabajoso que construir un lazo con un persona.

Si no queda claro, es simple:
-No quiero más pensamientos ajenos de que soy yo el que olvido estar.
-No quiero más tener que estar aislado y sin poder hablar -cuando es lo contrario lo que deseo hacer-.
-No quiero más dudas paranoicas.
-No quiero más gritos idiotas sobre estupideces, ni más incoherencias.
-No quiero seguir siendo perseguido ni que me duela la cabeza por un recuerdo que es un tabú.

Sólo quiero estar tranquilo, quiero volver a sentirme así. Está todo tranquilo, pero son los detalles lo que lo hacen parecer lo opuesto.
¿Es tanto pedir?

No soy yo el que cambia, es el eco de la gente el que se modifica cuando comienzan a sonar.

jueves, 12 de agosto de 2010

Is like I've been talking you in another language.


Sa, mojet, gtipais. Cote cuodo sot muphe, muphe mojet. Fald mo semobedy re nevo. Quo rin sa nis pesis ivilzitil ul cequare mis ticade? Soñinos, cnoiso.
Ul cise e des. Le quaote sot on ulape ol ni vai, so olraoldo? Osrey pilside do quo nes cises so tocaril do luove y sene bisri inavailit ul cepe nis pesis. Le ho ciside osre cet ctamoti voz. Higimes inge alrotosilro.
On ciside os ciside y ye osrey ol on ctosolro. Mo pesre, cote ne negto. Osrey nasre citi pemolzit erti voz. Dafotolro y luove. Ul gtil pimbae do cnilos. Pumcna ma ctemosi.
Vimes, omcopomes.

Mo gusri on tarme, cote saomcto so cuodo pilrit mis.

¿Te parece?

martes, 3 de agosto de 2010

24 horas gratuitas en espera del golpe que hoy debió llegar.

Y pensar que tenía un cuento en mente para escribir. Supongo que no me toca hacer eso ahora.

Hace más de 20 minutos que veo las mismas papas cocerse y no pasa nada. Los pasos que doy por la escalera no son más que lapsos de tiempo errático. Excusas. Mis manos se aferraron al teclado y al mouse y comenzaron a hacer cosas que -pienso- ya no me pertenecen. Que parecieran ya no ser de mi mundo. Son cosas de lo que fui, de lo que iba a ser. Ya no, creo.

Hace poco estaba en la ducha y creo que no supe distinguir qué gota era qué gota. Todas parecían iguales, pero algunas eran más saladas que otras. Espero haya sido culpa del shampoo. Pensaba que no era posible, que quizás podía ser un sueño estar en esta situación. En este contexto. Pero no, no lo era y sólo logré repasar los detonantes del hoy: de este agosto que no debería ser como tal. Agosto, un agosto que no pensé.
Me pareció curioso como no vi todo antes. O si lo que vi ahora era sólo un resto de despecho que quise almacenar en mi cabeza para protegerme de lo que perdí. O algo así. Parece real. Parece algo que sí fue así. No es tan sólo una protección.
Da lo mismo ahora, supongo. La cuestión ya fue y no se puede volver atrás. Y por primera vez que lo pienso, no sé si volvería atrás, a pesar de todo (a pesar de que por primera vez algo que realmente quise funcionó, a pesar de todo eso y de cuanto luché, cuanto me banqué, cuanto lloré y esperé y todo eso, absolutamente todo eso que ahora duele más que la cresta, como una herida que cerró a medias, pero en el fondo sólo es una cicatriz que no se borra, recordándome lo que no debo volver a ser...)... creo que no volvería. Ya no.





Dormí poco, es cierto. Eso fue ayer. Hoy la cosa se multiplica y duplica y crece. Suma y sigue. De mi boca ya salieron las palabras terminales. El anuncio del fin. Aplazar un día más el dolor no sé si cuenta. Escucho Echoes. Pienso que he sido feliz con este tema. Pienso que ahora marca exactamente el estado anímico. Es como medio catastrófico. Medio apocalíptico. El fin del fin.
Veo mis manos y recorro mi pieza con la mirada. Es todo un desastre. Un perfecto eco del interior. Demasiado reflejo, creo. Anoche me dijeron que me parecía precisamente a quien no me quiero parecer. ¿Y si fuera así? Las soluciones no se basan en ligarse atrás. Demonios.
Yo ya no sé donde caeré cuando todo acabe. Quizás, en otra línea temporal, en un ataúd. Ahora, sólo me resta la tierra sola y "hola gusanos". A lo mejor pirañas y weird fishes.

Silencio y todo acabo. Una explosión de silencio y un grillete de estupidez.
El viento sopla y el día avanza. "Mañana será un mejor día". Mañana, de no ser por estar donde estoy -la soga al cuello me parece una metáfora más que convincente, pero demasiado común- sería un gran día.
Pero hasta el más grande cae cuando se le rompen los pies.
Y los míos... los míos hace rato que tienen la planta en carne viva.