2 de abril.
Ella mira, sin expresión aparente, través de su ventana casi a media tarde. El día le ha parecido eterno y las charlas vacías. Siempre lo mismo.
Esto no había sido fácil, obvio, pero era lo más sano después de dejarse mentir por tanto tiempo. Alguien tenía que cortar con la mala onda. Ella tomó la iniciativa.
No habían más excusas para quedarse melancólica entre las sombras de su habitación, tomó un bolso y salió a caminar. Refugiarse en la gente estando sola era más mimético.
Su corazón se había detenido, pero el mundo no paraba de girar.
Escena 2.
Él tiene su cabeza sobre sus manos. Las canciones de empleada suenan en sus audífonos. Al walkman le queda poca pila, el cassette de Tool suena lento -más lento que el momento mismo- con poca batería, no había otra elección.
No; no había otra elección.
Fue todo rápido y frío. Él esperaba una mínima muestra de dejo, de pena. Nada. Fue un simulacro de pérdida.
Algo andaba mal y no era él. No se tardó en notar: salió a la luz pronto y la situación comenzó a comérselo. "Cuando el río suena, es porque piedras trae". Nunca se dio cuenta cuando la piedra estalló en su cráneo.
Le dio un golpe a la pared y se paró. No habían más excusas para quedarse melancólica entre las sombras de su habitación, salió a caminar. Refugiarse en la gente estando solo era más mimético.
Su corazón se había detenido, pero el mundo no paraba de girar.
Escena 3.
Ella camina por la calle en dirección al norte.
Él camina por la calle en dirección al sur.
Es una tarde fría con un sol que intenta entibiar. Las calles almacenan hojas que tapan las rendijas del subsuelo, aglutinando pozas. Cada tantas cerámicas un charco suena en los pies.
Pareciera como si la tarde estuviera siendo tocada en un piano: lenta, grave, en llave de sol.
Ella mira hacia al suelo y cuenta los pasos que camina mientras intenta olvidar.
Él mira hacia los rascacielos, escuchando a un locutor hablar sobre alguien que murió, mientras intenta olvidar.
A las 16:48 ella y él se encuentra frente a frente en el medio de una cuadra.
Ninguno se mira. Doce segundos después, la tela del polerón de él roza el brazo de ella al pasar a su lado.
Ninguno lo nota.
A las 16:49 ella y él están de espaldas uno del otro.
Nadie se detuvo ni miró al otro. Dos corazones detenidos se cruzaron, pero no tuvo ninguna importancia.
21 de abril.
Escena 4.
Él intenta llamar desde un teléfono público.
Ella camina por la calle hacia la casa de una amiga.
El teléfono contesta del otro lado de la línea, pero él no se atreve a hablar. Cuelgan. Intenta llamar de nuevo, pero la moneda resbala de sus dedos y cae rodando a los pies de alguien.
Ella se agacha y toma una moneda. Levanta la vista y se la pasa a un chico.
Él mira a una chica que recogió su moneda.
Ella y él se quedan mirando a las 15:28 como si se conocieran de antes.
Ninguno dice nada. Ambos sonríen por cortesía.
Dos corazones detenidos se miraron, pero no tuvo ninguna importancia.
Escena 5.
Ella está en casa de su amiga. Ella mira en el televisor un concierto grabado en VHS con un tracking mal hecho.
Su amiga le pregunta sobre todo, preocupada, pero ella le responde que ya da lo mismo.
-Todo va a sanar, va a pasar -intenta hacerse creer.
Su amiga le dice que a todo el mundo le pasa últimamente, que conoce a alguien más en la misma situación.
Suena el timbre, su amiga se para y sale al patio delantero. Entra y no está sola.
-Sí, después hablamos de eso. Te grabé los cassettes que me pediste.
Él entra en una casa, la casa de una amiga. Trae un pedido que le habían hecho y que había olvidado traer hace un tiempo.
-¿Estás sola?
Él corta la frase.
Ella deja de ver el televisor y mira a su amiga y a él.
Ambos se miran y se reconocen.
-No, hoy me vino a ver una amiga. Clau, te presento a Julio; Julio, Clau.
Él se acerca y le da un beso en la mejilla.
Ella se acerca y le da un beso en la mejilla.
Dos corazones detenidos se besaron, pero no tuvo ninguna importancia aparente.
1 de mayo.
Escena 6.
Él toma una Free, mirando hacia el parque.
Ella escucha una canción en un walkman que no es suyo.
-¿Te gustó?
-Mucho.
-¿Quieres bebida?
-No, gracias. Y, ¿hace cuánto que todo esto pasó?
-Hace poco. Como un mes.
-¿Qué día?
-2 de abril.
Ella deja de verlo y mira hacia otro lado, pensando.
Él se para y se acerca a un basurero.
Ella lo mira parado un tanto lejos. Se asusta pensando en las casualidades.
Él queda frente el basurero, como si dudara de botar la lata. Piensa en que algo raro sucede y se asusta.
Ella enrolla los audífonos con cuidado.
Él vuelve y se sienta a su lado, donde estaba.
-¿Y lo tuyo?
-Da lo mismo, no quiero hablar de eso.
-Ah.
Ella posa el walkman en su regazo y observa a lo lejos.
Él la mira, pero desvía su mirada al posar su mano en el pasto para jugar, arrancándolo.
Ella le pasa el walkman y se para.
-Hace frío, me quiero ir.
-Bueno, vayámonos.
A las 19:22 ellos se paran y se comienzan a despedir.
Él le desea suerte y se da media vuelta.
Ella se gira y comienza a caminar.
Dos corazones detenidos se encontraron, pero no tuvo ninguna importancia aparente.
Ella se da vuelta y lo mira.
Él se da vuela y la mira.
Es un momento que se hace eterno, como la tonada final del piano, resonando. Los autos no suenan y los colores de la ciudad se ven teñidos del débil naranjo del final del ocaso.
Él comienza a abrir la boca para decir algo.
Ella dice algo.
-¿Mañana tienes algo que hacer?
Él cierra los labios.
Ella lo mira, apurada, nerviosa.
-No.
Él sonríe.
Ella devuelve el gesto.
A las 19:23 dos corazones detenidos se preparan para volver a latir.
Esta vez, con la mayor importancia del mundo.
Cortinas.
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