sábado, 26 de septiembre de 2009

Cambio de estaciones.

¿Qué pensaste después de la tormenta?
¿Qué pensaste después de que respiraste de nuevo y abriste los ojos?
¿Qué pensaste después de que viste aquella foto y sólo querías arrojarla a la basura?
¿Qué pensaste luego de que tus recuerdos -poco importantes y totalmente lejanos- te miraron... otra vez?


Un día después de callar, la gente volvió a pasar con ritmo rápido. Las calles llenas de pasos se abrían de par en par mientras yo caminaba sin rumbo alguno. Mire mis dedos y estaban negros, como llenos de hollín, demostrando a cualquiera que las tomara que había fallado mucho. Tanto, que no tenía perdón.
Miré al ahora de frente y me esquivó la mirada. Sabía que preguntaba demás y que las respuestas eran vanas. Sólo curiosidad. Fue, en efecto, su retrato lo que me atrajo, sin saber que toda línea que la construía tenía demasiada historia. Tanta que, quizás para mi cabeza nueva y poco experimentada, era difícil de comprender. Aun, cuando para todo el resto del mundo -y los que vendrían después- era de lo más normal. Y era imperfecta, la historia tenía fallos. Y era perfecta, la historia fue densa.
Miró de reojo mientras apuntaba al suelo y luego se volteó. Pensé que no se iría, pero se marchó. Era primavera y la brisa hacía mecer las hojas y el polen daba un color amarillento a la atmósfera. No sabía lo que hacía, no tenía idea de donde estaba parado. Me habría encantado decir que no sabía como había llegado hasta aquí, pero lo sabía. Perfectamente: yo me lo busqué.




Cuando desperté llovía. Los vestigios del invierno se había puesto de acuerdo para terminar de caer hoy. Mis manos, mojadas, no se lavaban y sentía un dolor que me recorría la espalda. Las calles estaban vacías, mientras yo, sentado en esas escaleras verdosas frente a esa gran alameda, me preguntaba cómo es que podía terminar -de raíz- con los días que se salían de todo margen. Miré hacia el miércoles y me pareció añejo, de otro tiempo. Y hoy, que es otro día, sentí que los minutos comenzaban a apilarse sobre mis zapatillas como barro.
¿Que cómo me sentí después que todo pasó? Ni idea. Quizás pueda responder cuando realmente todo haya pasado.
Quizás.

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