-No pensé que haría tanto frío hoy, si igual estamos en primavera, ¿no?
-No sé, no soy el mejor para hablar del clima. Aparte, es como un tema comodín, último recurso para avivar algo. Y pésimo recurso en todo caso.
-Puede ser. Tampoco puedes culparme: he estado sentada viéndote por más de 15 minutos mirando por la ventana sin decir nada. Aparte, tu té se enfrió.
-Estaba malo.
-Como sea, tú lo pediste.
(silencio)
-¿Te está yendo bien?
-Supongo.
-Uno no puede suponer, se sabe. Es un "sí" o un "no".
-Bueno, entonces: supongo que sí.
-Ah.
(silencio)
-En todo caso, ¿para qué me citaste?
-No sé. Se me ocurrió, no te veía hace tiempo y pensé que quizás sería bueno.
-Ah.
(silencio)
-¿Y lo fue?
-Todavía no sé. Dime tú.
(largo silencio)
-Cote, ¿puedo preguntarte algo?
-Dime.
-¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza lo insólito que es que el mundo cambie todos los días, siendo que los días son plazos que un tipo cualquiera inventó?
-Todo el tiempo, pero, ¿a qué quieres llegar?
-Nada, nada en especial. Sólo me llama la atención como es que todo el mundo y todas las cosas y las personas se rigen y miden por intervalos de 24 horas, cuando en realidad, hace una hora atrás, siguen siendo los mismos.
-Supongo que a veces necesitamos excusas para tomar una actitud distinta y se nos antoja cambiar algo. Los ciclos son así: son un pretexto para cambiar, echándole la culpa al tiempo.
-Puede ser.
-Tú, al parecer, no has cambiado nada.
-Tú sí.
-Lo necesitaba.
-Yo quizás también, pero nunca encontré el día.
-Ese es el problema, Roberto: tú no encuentras el día, el día lo hace y no te das cuenta.
-Estás excusándote.
-¿Y qué más puedo hacer?
-Decir la verdad.
-Nunca fui buena en ello. No cuando la verdad molesta tanto.
-No, en el fondo, como cuando eso de la verdad y la mentira es, a veces, tan ridículo como medirse por los días; dirás.
-Algo así, Roberto, algo así.
(silencio)
-Creo que sí fue bueno.
-¿Qué cosa?
-Verte.
-Ah... Supongo que también.
-No sé, no soy el mejor para hablar del clima. Aparte, es como un tema comodín, último recurso para avivar algo. Y pésimo recurso en todo caso.
-Puede ser. Tampoco puedes culparme: he estado sentada viéndote por más de 15 minutos mirando por la ventana sin decir nada. Aparte, tu té se enfrió.
-Estaba malo.
-Como sea, tú lo pediste.
(silencio)
-¿Te está yendo bien?
-Supongo.
-Uno no puede suponer, se sabe. Es un "sí" o un "no".
-Bueno, entonces: supongo que sí.
-Ah.
(silencio)
-En todo caso, ¿para qué me citaste?
-No sé. Se me ocurrió, no te veía hace tiempo y pensé que quizás sería bueno.
-Ah.
(silencio)
-¿Y lo fue?
-Todavía no sé. Dime tú.
(largo silencio)
-Cote, ¿puedo preguntarte algo?
-Dime.
-¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza lo insólito que es que el mundo cambie todos los días, siendo que los días son plazos que un tipo cualquiera inventó?
-Todo el tiempo, pero, ¿a qué quieres llegar?
-Nada, nada en especial. Sólo me llama la atención como es que todo el mundo y todas las cosas y las personas se rigen y miden por intervalos de 24 horas, cuando en realidad, hace una hora atrás, siguen siendo los mismos.
-Supongo que a veces necesitamos excusas para tomar una actitud distinta y se nos antoja cambiar algo. Los ciclos son así: son un pretexto para cambiar, echándole la culpa al tiempo.
-Puede ser.
-Tú, al parecer, no has cambiado nada.
-Tú sí.
-Lo necesitaba.
-Yo quizás también, pero nunca encontré el día.
-Ese es el problema, Roberto: tú no encuentras el día, el día lo hace y no te das cuenta.
-Estás excusándote.
-¿Y qué más puedo hacer?
-Decir la verdad.
-Nunca fui buena en ello. No cuando la verdad molesta tanto.
-No, en el fondo, como cuando eso de la verdad y la mentira es, a veces, tan ridículo como medirse por los días; dirás.
-Algo así, Roberto, algo así.
(silencio)
-Creo que sí fue bueno.
-¿Qué cosa?
-Verte.
-Ah... Supongo que también.
1 comentario:
Entonces hoy... fue un buen día?
Publicar un comentario