Es una noche extraña. El camino se hace ancho, mientras una leve brisa corta tus mejillas. No sabes si son los focos de luz o algún extraño fenómeno que produce que la noche no sea tan oscura como debe ser. Los perros ladran al verte pasar. Supones que la música del iPod suena muy fuerte y los altera.
"Aquí no se ven estrellas y no hagas metáforas de ello, en serio". Bueno. Estás ansioso, algo inquieto. Tienes sueño, lo sabes, pero la motivación de llegar a casa rápido -sin ninguna recompensa, pues sabes nada te espera, demasiado tarde- te hace caminar a prisa. Como aquella vez que llegabas tarde y te llamaron y corriste y la pasaste bien. Ahora es distinto: ahora es volver por volver.
Desearías tener motivos, claro, pero no están.
Sientes el deseo incontrolable de poder deducir, de dejar de estar pasándote rollos y tratar de ver las señales claramente. Si es que las hay. Tener una cuota de claridad y darle el victo bueno: pieza por pieza. Saber si lo que decía tan claro esa frase en un libro es verdad. Si pasa lo del estómago o no, si lo que juras es o no.
Tienes ganas de conversar, no sabes de qué. Varias cosas rondan tu mente: la motivación de la gente por algo más, los antiguos rituales de los cultos, del amor, de la religión, de las vidas de la gente que has oído, de los posibles cuentos que quisieras escribir. Quieres oír, saber más de alguien. Que te cuente sus cosas, sus secretos, contar los tuyos incluso. Sentir complicidad, hablar de la vida e irse en la poética. Oír, escuchar; en una de esas opinar. Sabes que tienes tanto por decir. Te imaginas que alguien más tendría tanto para contar, pero no lo hace por no tener conexión, ni nexo, ni lazo. Quieres armar algo, sentirte conectado, no como radical libre.
Te falta algo y lo sabes. Conoces el problema. Es algo en lo que estás trabajando hace tiempo, pero sigue latente, existe, está, se ve, se nota, se palpa, se huele, se intuye, se presenta casi como amigo.
Deberías dormir, es cierto. Sabes que mañana reclamarás porque habrás dormido poco, por haberte quedado en el pc escribiendo quién-sabe-qué, pero ya será tarde para arrepentirse. Da igual.
Llegaste a tu casa. Cuando entraste casi todos dormían. El perro en la cocina intentó aferrarse a ti cuando te fuiste a hacer algo para comer, pero nada pasó. Estás en tu pieza comiendo fideos mientras un cigarro muere en el cenicero del sur. El gallo tras tu pieza canta y tú odiándolo por no saberse la hora. Estás vacío, escribiendo, ya que nadie conversa. Tu inquietud no encuentra calma, sólo se queda permanente, hasta que te duermas y sea lo que sea que sueñes te lo mantenga a raya por un par de horas. Lo que tú necesitas -crees- es una tarde relajada, un café de Starbucks -quizás un Mokaccino- una cajetilla llena de Lucky Strike rojo y una conversación profunda, quizás simple, pero llena. Algo que calme tu curiosidad de la vida. Algo que te haga sentir que sigues humano.
Terminas de escuchar a Johnny Cash -Hurt, siempre Hurt- y la tele en mute. Las imágenes en la tele, por mucho que no escuchen te hacen sentir menos solo. Como si hubiera gente en el espacio vacío que es tu pieza. Así los posters no son los únicos que sientes que te miran.
¿Cuál es tu pretexto de no estar durmiendo en este mismo momento? Ah, claro: esperas que el cigarro y el poco de bebida que tienes se acaben para cerrar los ojos. Ojalá que la cafeína no retraiga el mismo sueño que tuviste anoche y muchas noches antes. Es ese mismo sueño que se repite desde que tenías 12: el de la sangre y los fragmentos. A veces odias que se haga presente.
Compadre, necesitas un libro. Necesitas algo que leer, ahora. Si no, el metro será más aburrido de lo normal. Oír música sin leer ya no basta. Qué complejo con ese asunto: nunca es suficiente, siempre quieres más. Recuerdas Se Arrienda: "¿Te parece que ser ambicioso es malo?". No.
Tic tac. Son las 5:04. Tienes una ganas increíbles de agarrarle el pescuezo a ese gallo y afixiarlo hasta morir. Es como una alarma. Como una muy molesta alarma, como esas cuando sólo quieres dormir y no deseas que nada te despierte. Sólo pasar de largo, sin soñar, sólo durmiendo y agotando las horas en un pestañeo que parece sólo un segundo; una metáfora de tiempo que te sumerge en todo un día perdido.
Oye, ¿cómo es la cosa? ¿Quieres o no quieres dormir?
Se acabó el cigarro y la Coca-Cola. So?
No Alarms and No Surprises, please.
Aunque en lo de las sorpresas es algo en lo que podríamos tranzar.
¿Cierto?
a job that slowly kills you,
bruises that won't heal.
You look so tired-unhappy,
bring down the government,
they don't, they don't speak for us.
I'll take a quiet life,
a handshake of carbon monoxide,
with no alarms and no surprises,
no alarms and no surprises,
no alarms and no surprises,
Silence, silence.
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