Lo cierto es que en realidad, estoy pensado sólo cosas. No sé, es tiempo de cambios, dicen. Nada que ver con política, por cierto. Va por otro lado. Va por todos, más o menos. Supongo que soy de esos tipos que les asustan los cambios: esos, los personales, los internos. O los que tienen que ver contigo. Los cambios que te rodean. La forma en que cambia la gente que sientes realmente cerca. Un trauma de pensar que, quizás, todos los cambios son malos.
Estaba pensando tonteras, cosas al azar. Muy random todo. Como si era más fácil vivir en USA que acá. No sé, se me imagina que ser tonto allá y acá es muy distinto. Es más fácil vivir. O sobrevivir, para ser justos. Pensaba también si podría alguna vez caer en cárcel. Tendría que hacer algo demasiado fuera de mí, pero imaginaba la situación. Quizás con tatuajes, manejando códigos que ahora me parecen horribles y demasiado demasiado lejanos. Medio imposible igual. Creo. Mejor así.
Pensé también en lo que ha pasado, en lo que pasó. No me asusta tanto, ya no me afecta, creo. Puede ser mentira, a veces tiendo a definir mi presente por todo lo que pasó. Es más una marca que una lógica. Es como una suerte de peso. Y me siento aquí y me dan ganas de llorar -pero no lo hago- porque tengo hasta ganas de rezar porque el futuro no me aplaste. Que si todo cambia, gira, se tuerce, no sea tan enfermo. Tan lejano, que no termine por alejar más de lo que podría esperar. No ahora, no ahora que está todo dentro de una suerte de marco, para pintarlo. Como una foto para recordarla por el resto de mis días. No ahora que todo está tan bien, a pesar de todo.
No sé, supongo que a veces esos nexos cortos, esas conexiones que hacen clic cuando hablas por un rato con alguien, por muy alejado que sea, me dejan marcando ocupado. Hacen volar esta imaginación demasiado fantasiosa y me pone en los peores escenarios.
Pero tampoco puedo ser tan pesimista, creo. O puedo, pero no debería.
Supongo que por ahora da igual. Además, cuando el destino o el futuro o la vida me asustan; cierro los ojos y me refugio en recuerdos. Como lo decían en Tanto Tiempo. Cierro los ojos y recuerdo agosto y como caminábamos por una calle cerca de la costa. Y como hablaba y hablaba cosas y me tomaste la mano y me puse muy nervioso y ya ni sabía si lo que decía tenía sentido. Y luego un beso y el resto de la historia.
Cuando me asusto, cuando salto o me siento aterrado recurro a eso, porque recuerdo pocas veces que fui tan feliz. Que sentía tanto nervio, que sentía que la realidad era un sueño porque esas cosas, así de la nada, pasan en los sueños o en los libros o en las películas.
Y pasó.
Y es lo que tengo cuando el miedo me supera.
Y acaricio mi anillo.
Y trato de cambiar la música y volver a leer.
Ya es tarde y aun nadie llega. Y tengo hambre. Y algo de sueño. Y pienso que no debería estar aquí, si no que debería estar pasándolo todo, aprovechando el viernes comiendo algo, tomando café, viendo una película, quizás. Riéndome, al menos.
Pero ahí llegó y por fin podré terminar lo que hago aquí e irme a la casa y dormir un rato.
Y quizás antes de eso, transcribir esto desde este cuaderno verde.
"Verde agua", quizás.
Hora de abrir los ojos y volver a respirar.
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