A veces la piel se hiela al mínimo contacto. A veces, la vida te tira pruebas encima para saber realmente donde vas.
A veces, uno esta completamente perdido en un lugar conocido quejándose por lo que le tocó pasar.
A veces, la vida es como hoy.
El cielo se ve como de primavera. Las nubes se fueron y la lluvia sigue evaporándose allá afuera, cruzando la ventana. Traté de despertar lo más tarde posible, pero -como si los deseos fueran un tabú y se está prohibido desear, así que tienes que callarte y perder- desperté mucho más temprano de lo que pensé. Digámoslo así: esta será una semana eterna, larga, fome, de rutina, másica, trámite largo, de banco; fría y probablemente, penosa. De pena, de tener pena.
Básicamente, el modo con el que me enfrento a esta semana es: muy vestido, por ser friolento; con el iPod cargado, con palabras atoradas en la garganta, con ojeras negras y enormes, con mucha cafeína y nicotina en el cuerpo y con varios deseos frustrados. Y pena.
Mucho trabajo, mucho pixel en el computador tratando de alcanzar un 7. Muchas conversaciones a medias y cosas que nadie se atreve a decir. Mucho cansancio. Necesidad urgente de vacaciones. De despejo, de ojos cerrados.
Debería estar lloviendo. Ahora mismo, mientras tecleo esto. Pienso que esta noche necesitaré todos los cigarros posibles para sobrevivir. No puedo dormir, ni aunque quisiera. Tanto estímulo deja un nudo en la cabeza, la garganta y el torso. Soy como un imán, ahora: cargado a polo negativo, repeliendo todo, agarrando pura onda negativa. Volviéndome más negro que mi misma ropa desteñida. Lata.
En todo caso, esto es un break, un respiro. Tomo un poco de aire y me sumerjo de nuevo, en serio. Lo vale. Tan distante y ajeno, pero lo vale. Lo vale en todo sentido. Aunque no sé como podría explicar eso, como podría resumirlo o intentar contarlo sin caer en lo cliché, en lo que todo el mundo dice. Me carga querer sacar las cosas de adentro y que mis palabras se terminen mimetizando con las palabras de otros. Me hace pensar que no valgo, que mis palabras son vacías y vanas.
Igual, mañana es otro día. Por suerte, la gente inventó eso de los días, las semanas y los años. Porque, a pesar de que la vida es una y la misma de corrido siempre, nuestra sociedad nos dice que mañana es otro día, otra instancia, otro plazo; entonces, lo que pasó hace 24 horas atrás, puede ser olvidado o recordado y ponerle un marcador -una fecha- que será fácil de buscar. O de borrar. Es como una nueva oportunidad. Cosa de cada uno si la deja ir o no.
Han pasado más de 10 minutos y no sé que más escribir. Tengo, ganas, sí, de escribir mucho. De decir todo. O nada, pero dejar todo claro, todo solucionable. No hay nada peor que un problema que existe y que no existiría si las cosas estuvieran claras. Anyway, así es la vida, dicen. Y yo, que vivo en un mundo distinto, casi de ensueño para algunos, totalmente ilógico e irreal, de lunático -o algo así- me confundo con lo que es normal para el resto. Porque, en mi autodidacta aprendizaje de la vida, no estaban esos capítulos. En mi libro no venían esas unidades. O me saqué un rojo en esa prueba.
Mejor... por ahora, seguir en lo que estaba. Seguir y tratar de poner música más fuerte para que las otras voces que te recuerdan que realmente sientes, se oigan menos. Aunque jamás borradas del todo.
Porque uno en el fondo, siempre sabe que tiene, o que debe hacer.
A veces, uno esta completamente perdido en un lugar conocido quejándose por lo que le tocó pasar.
A veces, la vida es como hoy.
El cielo se ve como de primavera. Las nubes se fueron y la lluvia sigue evaporándose allá afuera, cruzando la ventana. Traté de despertar lo más tarde posible, pero -como si los deseos fueran un tabú y se está prohibido desear, así que tienes que callarte y perder- desperté mucho más temprano de lo que pensé. Digámoslo así: esta será una semana eterna, larga, fome, de rutina, másica, trámite largo, de banco; fría y probablemente, penosa. De pena, de tener pena.
Básicamente, el modo con el que me enfrento a esta semana es: muy vestido, por ser friolento; con el iPod cargado, con palabras atoradas en la garganta, con ojeras negras y enormes, con mucha cafeína y nicotina en el cuerpo y con varios deseos frustrados. Y pena.
Mucho trabajo, mucho pixel en el computador tratando de alcanzar un 7. Muchas conversaciones a medias y cosas que nadie se atreve a decir. Mucho cansancio. Necesidad urgente de vacaciones. De despejo, de ojos cerrados.
Debería estar lloviendo. Ahora mismo, mientras tecleo esto. Pienso que esta noche necesitaré todos los cigarros posibles para sobrevivir. No puedo dormir, ni aunque quisiera. Tanto estímulo deja un nudo en la cabeza, la garganta y el torso. Soy como un imán, ahora: cargado a polo negativo, repeliendo todo, agarrando pura onda negativa. Volviéndome más negro que mi misma ropa desteñida. Lata.
En todo caso, esto es un break, un respiro. Tomo un poco de aire y me sumerjo de nuevo, en serio. Lo vale. Tan distante y ajeno, pero lo vale. Lo vale en todo sentido. Aunque no sé como podría explicar eso, como podría resumirlo o intentar contarlo sin caer en lo cliché, en lo que todo el mundo dice. Me carga querer sacar las cosas de adentro y que mis palabras se terminen mimetizando con las palabras de otros. Me hace pensar que no valgo, que mis palabras son vacías y vanas.
Igual, mañana es otro día. Por suerte, la gente inventó eso de los días, las semanas y los años. Porque, a pesar de que la vida es una y la misma de corrido siempre, nuestra sociedad nos dice que mañana es otro día, otra instancia, otro plazo; entonces, lo que pasó hace 24 horas atrás, puede ser olvidado o recordado y ponerle un marcador -una fecha- que será fácil de buscar. O de borrar. Es como una nueva oportunidad. Cosa de cada uno si la deja ir o no.
Han pasado más de 10 minutos y no sé que más escribir. Tengo, ganas, sí, de escribir mucho. De decir todo. O nada, pero dejar todo claro, todo solucionable. No hay nada peor que un problema que existe y que no existiría si las cosas estuvieran claras. Anyway, así es la vida, dicen. Y yo, que vivo en un mundo distinto, casi de ensueño para algunos, totalmente ilógico e irreal, de lunático -o algo así- me confundo con lo que es normal para el resto. Porque, en mi autodidacta aprendizaje de la vida, no estaban esos capítulos. En mi libro no venían esas unidades. O me saqué un rojo en esa prueba.
Mejor... por ahora, seguir en lo que estaba. Seguir y tratar de poner música más fuerte para que las otras voces que te recuerdan que realmente sientes, se oigan menos. Aunque jamás borradas del todo.
Porque uno en el fondo, siempre sabe que tiene, o que debe hacer.
2 comentarios:
Es oigan.
Done, Clippo.
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