martes, 12 de agosto de 2008

Maratón.

Antes pensaba que cuando había llegado a la meta y sentía mis pies desvanecer y que veía hacía atrás y que todo el resto de los competidores estaban cansados, había ganado.
Si hoy resumo, si doy todo un análisis o alguna huevada por el estilo, saco la conclusión de que la meta se alejó.
En algún punto de la pista o mis zapatillas se gastaron o tan sólo corrieron la meta unos 1500 metros más.
¿Que pasó?

Lo peor es saber que pasó. Por qué la meta se corrió. Lo sé, pero a estas altura ya no sé si importe tanto como cuando tropecé. Hoy por hoy, todos los competidores están corriendo a mi lado de nuevo. El problema es no saber quien va adelante. Aparte de volver a casi el principio, alguien me puso una venda y no puedo cachar si estoy de los primeros o de los últimos.

Ok, quizás no soy el más preparado en la competencia: el más atlético, el más fuerte, el más rápido ni el más asegurado, pero antes tenía una confianza que a este metro de la pista veo menos fuerte que ayer. Es decir, antes todo iba bien. O eso parecía. Hoy se ha sumado más gente a la maratón. Y hay varios que tienen medallas. Yo tengo pocas. Casi ninguna, pero aún así no quiero dejar de correr.

Me dan lo mismo. Y no tan así. Igual les temo, igual algunos tienen pasos que se notan seguros, ganadores. Y otros que tienen más atención del público. O así lo puedo percivir. Quizás estoy equivocado, a lo mejor y aún parte del público me apoya. No cacho.

La cuestión es la siguiente: dejas o no dejas de correr.
Y no, no quiero dejar de correr. No, aunque ahora esté ciego, voy a seguir corriendo en línea recta. Recuerdo que la pista no giraba. Aunque hayan más corredores, aunque algunos sean casi olímpicos, no, no voy a parar.
No quiero, así de simple.

¿1500 metros más?
Bah, da igual. Voy a tirar el último respiro, el último esfuerzo hasta sentir que los músculos se desgarran. Con tal de tratar de llegar primero, no, con tal de llegar primero el esfuerzo da lo mismo.
Quiero ganar.

Hoy, mañana, pasado; daré el último respiro, voy a tratar de tocar la meta, voy a tratar de al menos vislumbrarla y de ahí, luego de ese último intento, de ese último rush de adrenalina, cuando todo quede más claro, sabré si la carrera debe continuar para mí o no.
Si esto esto valió la pena, o sólo estoy corriendo por las puras.

Vamos, acelera.
Leave the others behind.

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