Acabo de hacer un descubrimiento. Creo que acabo de descubrir cuando fue que -en serio- me interesé en esta forma de liberar toda tensión. Cuando descubrir que el escribir podía proporcionarme muchas más libertad, a la hora de sacarlo todo afuera, que el dibujo. Más allá de cuando partí un viejo y erróneo fotolog. Cuna de posería -donde, supongo, también caí- en la que me vi metido y la utilicé de otra forma que no pensé. Cuando cada foto era acompañada de un pie de página donde trataba de ahorcar todos estos estímulos congestionados en mi cerebro.
Creo que acabo de hacerlo. Buscando en mi desorden un papel perdido, encontré, de paso, un viejo ensayo que tuve que escribir por allá por el 2006 sobre la película Machuca. La curiosidad me hizo leerlo y descubrí que me apasioné demasiado en ese ensayo. Describí demasiado, y no menos, puse demasiado de mí en él. Me desangré sobre la hoja, así de simple. Creo que incluso me emocioné. Sobretodo describiendo al personaje de la Manuela Marteli y a la relación de Gonzalo y su madre. Ahora que lo leí -perdiendo más tiempo del que debería- noté que era completamente yo en esas hojas. Que le ponía cuática, que incluía frases para el bronce. Que dejaba todo lo que sentí con esa película.
No es que Machuca sea mi película favorita. No es que la encuentre mala tampoco, de hecho sí me gusta. Pero ahora creo que le debo algo. Algo grande.
Creo que le debo estar aquí. Que en su tiempo me salvó.
Ahora nada me salva. Creo.
Pendo de un hilo.
Estoy haciendo cosas atrasadas. De madrugada, siempre de noche. Soy incapaz de racionar mi tiempo. Soy incapaz de estar quieto. Mi iPod murió y logré poner música en el notebook mientras terminaba de trabajar. Era curioso como las canciones correctas se iban alineando una tras otra. Más el televisor, con gente viajando, sin plata, conociendo. Tantos estímulos terminaron dejándome inerte. Frío. A pesar de tratar de ignorarlo con frecuencia sólo llego a la misma conclusión: no sé donde voy. Este experimento de vida esta siéndome agotador. Me estoy hartando de mí.
Rebobino y rebobino todo y juro que no encuentro salidas. Quizás, puede ser, estoy siendo algo melodramático con lo actual. Con el hoy. Con el pequeño-gran-problema que tengo metido entre mis manos. Quizás me salve. En volá no. ¿Y si no lo hago?
¿Qué?
Muero. Supongo que todo se iría a pique. Que todo lo que vi hacia adelante se caería de nuevo a pedazos. Que todo eso que se quebró hace tiempo y que pegué con scotch no soportaría el peso de los años mal armados y la gravedad hará su efecto. Espero que no. Pero, cresta, si no es hoy, puede ser mañana.
Y no hablo de esto cuando digo que estoy en serios aprietos. Algo pasa conmigo. Algo tengo dentro que clava y no sale. Algo, dentro de mí, no funciona.
Esta maldita cabeza y sus recuerdos tan bien impresos, tan nítidos; esta inactividad en mis dedos. En mis manos. Estas grietas en mis ojos y las venas marcadísimas en mis palmas... el silencio y las voces grabadas en mi disco duro. No sé, realmente no sé, pero algo falla. Y me ahogo.
Me falta demasiado aire. Y lo curioso, lo penca, es que no es por fumar tanto.
No.
Tengo unas incontrolables ganas -que reprimo, asfixio, aprieto, cohíbo, golpeo- de gritar. De encontrar la puta tuerca que no tengo. De hacer que por una vez en mi vida -como pasó, sí, sí pasó; hace un tiempo. Hace tan poco- todo funcione. Tenga sentido, sea lógico. No tenga quiebres, hendiduras de por medio. No tenga fallas.
Me estoy muriendo. Cayéndome en un espiral que marea. Estoy cansado de sonreír cuando no tengo ganas. Cuando no tengo reales motivos para hacerlo. Estoy cansado de pedir disculpas, de decir que estoy listo cuando no lo estoy. Estoy cansado de cumplir algo para lo que no entiendo. Para lo que sé soy capaz (pero que fallo y que por la reputa que intento, pero fallo y se repite), para un trabajo de adultos, siendo yo un cabro chico.
Human-centered
Hace 3 años
1 comentario:
entonces di que día puedes y aparezco para hablar de la vida
okidoki?
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