Y si miraste por sobre tu hombro, desolado, fue porque quisiste. De vez en cuando no puedes evitar que tu pasado y tu presente e incluso tu futuro colapsen en tu cuerpo, preguntándote si todo valió la pena y si lo que eres hoy es fruto de la ignorancia, de la compasión o de un altruismo que no tiene mayor lógica. Puede ser, quizás no. Probablemente todas estas cuestiones que te rozan la piel como cuchillas intentando entrar, son las pesadillas que materializaste en los personajes de terror aquellas películas en blanco y negro que disfrutas con pena y algo de angustia los viernes por la noche. Son, en efecto, pensamientos que no tienen ni pies ni cabeza, ni fundamentación alguna para poder decir que esto es un hecho <<coherente>>.
Lo más probable es que ahora comiences a derramar agua salada sobre las páginas amarillentas de tus memorias. Y tu cuaderno Torre quedará más mojado que aquel día que te perdiste en la lluvia. Y es que a veces lloras por felicidad y a veces porque la pena no cabe más en ti. Sea como sea, todo queda registrado.
Todo queda como una memoria en los machones donde la tinta, de las letras nerviosas en tu cuaderno, se fundió con tus lágrimas.
Lo más probable es que ahora comiences a derramar agua salada sobre las páginas amarillentas de tus memorias. Y tu cuaderno Torre quedará más mojado que aquel día que te perdiste en la lluvia. Y es que a veces lloras por felicidad y a veces porque la pena no cabe más en ti. Sea como sea, todo queda registrado.
Todo queda como una memoria en los machones donde la tinta, de las letras nerviosas en tu cuaderno, se fundió con tus lágrimas.
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